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Europa, Europa

Un colegiado de Belinzona (la Suiza italiana) volvió a ser protagonista de otra velada europea. Noches cargadas de tensión escénica, noches que el aficionado reclama para reavivar el tostón de la Liga española. Bussaca expulsó a Van Persie injustamente, está claro, pero la traición de la noche no estuvo en esa tarjeta roja, sino en Wenger, el elegante entrenador alsaciano de los gunners que otra vez más, y van muchas, dejó sin premio a su equipo con un planteamiento ultradefensivo indigno de un equipo que se caracteriza por un fútbol de asociación y ataque primorosos. Arsène además perdió los papeles en la banda, algo nunca visto. 

Messi marcó otro gol de Oliver Twist (quizás la más difícil ejecución si se ve con detenimiento de sus numerosas obras fantasías), Busquets marcó en propia puerta y Xavi apareció entre la malla inglesa en un momento decisivo para enmendar los fallos de un Villa ofuscado anoche. No llegó un Arsenal fiado a la cicatería de Mourinho que impuso un estilo de juego en el Camp Nou (un estadio igual de emocional que de vertiginoso) que, si bien le dió un gran botín al portugués, es dificil de comprender en otras escuadras y, como se suele decir, un mal ejemplo para los niños.

Cesc, en su primer partido de visitante en el Camp Nou, estuvo fuera de plano quizás aquejado por un pinchazo muscular, dejando dudas y muchas si va a ser un posible recambio para Xavi. Se rompe con facilidad este chico y, lo que es peor, parece ser un capitán de pocos galones. La buena noticia para el Barça, además de estar en cuartos de final y superar un mal trago, es el oficio y la aplicación defensiva de Mascherano, un futbolista al que la Champions le viene como un guante y que anoche barrió todo lo que quiso.

Guardiola con lumbago pero vivo y Mourinho, con hemicrania y duda hamletiana, siguen con las espadas en alto. Esta noche sin embargo no perderemos de vista a Raúl y a su eterna juventud centroeuropea. Sigue el perfume de las noches europeas.

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