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Acordeón¿Qué hacer?Eutopía, Europa como un lugar próspero, y V: Para niños como para...

Eutopía, Europa como un lugar próspero, y V: Para niños como para adultos

Núria Naval es una escritora barcelonesa de relatos para adultos y también de cuentos infantiles. Su trabajo ha sido reconocido con premios como el Premi Literari Ciutat d’Eivissa en 2011 y 2016, y el Premi Pere Verdaguer de Òmnium Cultural Catalunya Nord en 2021, entre otros. En 2022 obtuvo una de las becas de escritura Montserrat Roig, otorgadas por el Ayuntamiento de Barcelona, lo que le permitió publicar Contes de Barcelona. Además, imparte talleres de escritura creativa en Reus, ciudad donde reside actualmente.

Núria me contaba recientemente que, hace cinco años, una biblioteca escolar de Barcelona se deshizo de doscientos libros “incorrectos” del pasado, entre ellos Caperucita Roja, La Bella Durmiente o San Jorge y el dragón.

“¿Fue un ejemplo de censura extrema o un paso necesario hacia un mundo mejor?”, se pregunta Naval. ¿Un mundo en el que las mujeres no sean relegadas al papel de objetos idealizados de afecto y, al mismo tiempo, no se conviertan en víctimas masivas de la violencia sexual surgida de esa misma idealización deshumanizadora? ¿Y en que los hombres no tengan que desempeñar los papeles de guerrero, sostén de la familia o roca, que a menudo, en lugar de alegría, les traen ira, amargura y un sentimiento de profunda insatisfacción consigo mismos?

 

La literatura infantil como herramienta de cambio 

Núria Naval es la primera residente literaria de la llamada CASA EUTOPIA, inaugurada este otoño en Granada. El proyecto piloto, dirigido por Simone Falk y Stanislaw Strasburger en colaboración con las Ciudades UNESCO de la Literatura de Granada y Barcelona, permite a Naval estar allí durante tres semanas. ¿Qué papel desempeña la literatura infantil en el contexto de Europa y el mundo como un buen lugar?

“La literatura infantil suele llevarnos a mundos mágicos que despiertan nuestra imaginación, pero que resultan inalcanzables, sueños imposibles. Sin embargo, también puede ofrecernos algo aún más valioso: la posibilidad de construir un espacio mejor dentro de la realidad. En lugar de limitarse al escapismo, creando mundos completamente alejados de lo real, las historias contadas a los niños pueden ser micro-eutopías que no solo inspiran su imaginación, sino que también los animan a participar activamente en la construcción de un mundo mejor en su entorno inmediato”, argumenta Naval.

Naval se refiere a los personajes literarios que escuchan y se relacionan con los demás. Muestra cómo estas habilidades crean una realidad mejor: ayudan a resolver conflictos, a salir de la apatía o a despertar la creatividad. Según Naval, la alegría, la creatividad y la paz deberían ser los pilares de las micro-eutopías infantiles. No hay por qué esperar a una sociedad ideal. Merece la pena descender a un nivel menos visible, pero igual de profundo: empezando por nosotros mismos.

 

La crítica a los contratos sociales y las estructuras de violencia

Los libros no son una isla. Los niños y niñas viven inmersos en muchos discursos ideológicos provenientes de los adultos como la publicidad, los juguetes o la televisión. A partir de todas estas voces, a menudo contradictorias, forman su constelación de valores. ¿Podemos censurar los libros y dejarles ver la televisión?  ¿O podemos censurar los libros y llevarlos a admirar construcciones que han sido levantadas a costa de la explotación, la incapacidad e incluso la muerte?

Teniendo en cuenta este contexto, quizá no solo deberíamos replantearnos las bibliotecas, sino también las catedrales, los palacios y tantos otros supuestos monumentos que aún hoy admiramos (por no hablar de las pirámides), construidos bajo las mismas lógicas opresivas. Quizá la revolución que pretende limpiar la historia tendría que implicar no solo algunos libros infantiles, sino también un gran número de creaciones culturales canónicas.

Sin embargo, parece que la cuestión es más compleja. Desde el siglo XVII y Thomas Hobbes hemos aprendido que el ser humano es un lobo para el ser humano. Solo un contrato social, en el que, por así decirlo, cedemos esta naturaleza de lobo al Estado, nos salva a nosotros y a nuestra civilización de ser mordidos (el llamado monopolio estatal de la violencia física legítima).

Pero, como señala Janneth Español Casallas, investigadora en literatura, memoria y derecho de la Universidad de Jaén, este monopolio nunca ha sido más que una ficción. La literatura tradicional así lo atestigua. Y muchos monumentos, también.

Sí, el ejército, la policía, el poder judicial… Todo esto lo regula el Estado para nosotros. ¿Pero qué hay de la violencia doméstica, la violencia sexual, el racismo, el antisemitismo y los castigos corporales? En estos casos, el Estado permanece asombrosamente pasivo o no interviene en absoluto.

 

Hacia un nuevo contrato social 

Así pues, hay muchos tipos de violencia contra los que los contratos sociales no protegen. Para algunos grupos, como las mujeres, los inmigrantes o las personas abiertamente no heteronormativas, la violencia brutal en el seno de nuestras supuestamente civilizadas sociedades es cotidiana.

En otras palabras, durante cientos de años, nuestros contratos sociales no han cumplido con sus promesas básicas. No han sabido proteger a la inmensa mayoría de las personas de la violencia. Es más, han engañado a muchos de nosotros y han adormecido nuestra vigilancia.

La notoriedad de esta violencia es también un claro indicio de que aumentar los poderes policiales o añadir otro párrafo no cambiará mucho en lo fundamental. Así que, en lugar de quemar libros o demoler catedrales, es mejor tratarlos como un recuerdo. Como guía para saber en qué dirección no debemos seguir y utilizarlos para identificar con precisión qué personas siguen sufriendo hoy en día.

O simplemente, en el caso de los libros infantiles, confiar más en la interpretación de los niños, porque no se nos ha de escapar que la interpretación es toda una incógnita: puede que el cuento reafirme la ideología del lector (porque es igual que la suya o, al contrario, porque le provoque rechazo) o puede que le permita cuestionarla, ampliando su mirada hacia otras posiciones.

 

¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto?

En el espíritu de EUtopia, merece la pena volver al origen. Cualquier acuerdo puede rescindirse. También puede renegociarse. Incluso se puede pensar en ello, si existieran mejores medios de gestionar la convivencia social que los contratos. Y si nosotros mismos ya no tenemos fuerzas, nos sentimos demasiado viejos, cansados y apáticos para hacerlo, podemos seguir el consejo de Núria Naval:

Que la literatura infantil no engañe con mundos ideales e imposibles. En cambio, que muestre cómo enfrentarse a la adversidad y superarla. Que anime a no rendirse cuando se encuentra resistencia. Y a estar dispuesto a tratar las imperfecciones como señales de cambio en la dirección correcta. Es decir, hacia la igualdad real de género, la inclusión, la participación y la buena convivencia. En una palabra: si no lo hacemos nosotros, lo harán nuestros hijos.

 

¿Qué pensáis de todo esto? 

En mi ciclo mensual #EUtopía: Europa como un lugar próspero, os animo a mirar al pasado como fuente de inspiración. En lugar de aceptar con fatalismo la repetición de épocas pasadas, construyamos una EUtopía, del griego “buen lugar”. Uno bueno, es decir, uno en el que todavía se pueda leer “La Bella Durmiente”, pero la violencia contra las mujeres y muchos otros no sea cosa de todos los días. ¿Y cómo lo ve usted? Escríbenos en Twitter [@fronterad] o comenta en Facebook [FronteraD en Facebook ].

 

Núria Naval es una escritora barcelonesa de relatos para adultos y también de cuentos infantiles. Su trabajo ha sido reconocido con premios como el Premi Literari Ciutat d’Eivissa en 2011 y 2016, y el Premi Pere Verdaguer de Òmnium Cultural Catalunya Nord en 2021, entre otros. En 2022 obtuvo una de las becas de escritura Montserrat Roig, otorgadas por el Ayuntamiento de Barcelona, lo que le permitió publicar Contes de Barcelona. Además, imparte talleres de escritura creativa en Reus, ciudad donde reside actualmente.

 

Versión española del ensayo de Stanislaw (Stan) Strasburger

 

Esta es la quinta y última entrega de una serie:

El primer texto de la serie se titulaba Europa como un lugar próspero: La esperanza en un futuro mejor

El segundo, Eutopía, Europa como un lugar próspero, II: El Fondo Eutopía para la Paz en la Unión Europea

El tercero, Eutopía, Europa como un lugar próspero, III: Sí a la paz

El cuarto, Eutopía, Europa como un lugar próspero, IV: Las fronteras estatales: ¿cómo repensarlas de nuevo?

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