¿Se puede describir la felicidad? ¿Hay algo más difícil que eso? Yo creo que no. Cada vez que intentamos describirla, la felicidad ya se ha escapado. Pero quizá podemos aproximarnos a una idea de la felicidad. Hoy quería poner una foto de Errol Flynn en la cubierta de su yate Zaca, mientras un barbero de la tripulación -el cocinero, quizá- le está afeitando. Errol Flynn lleva una de esas camisas estampadas que mi madre llamaba «mambos». Tiene el brazo derecho enyesado, quizá porque se ha caído en una borrachera, quizá por un accidente de buceo o porque se ha roto el brazo cuando recogía una vela y el velero ha dado un bandazo. Da igual. Cuando se tomó la foto, en los años 50, Errol Flynn vivía entre California, Jamaica y Mallorca. La tripulación de su yate era medio mallorquina y medio jamaicana. Quien me dio la foto es hijo de uno de los marineros mallorquines del Zaca.
¿Se puede describir la felicidad? No lo sé, pero cada vez que veo esa foto, creo que sé en qué consiste la felicidad. La felicidad es eso.
