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Feroz seguidismo nacional

El viernes, 26 de noviembre del año de Señor de 2010, los niños de Malabo, de la mayoría de los colegios de la capital de la no- república de Guinea Ecuatorial, no fueron a clase porque se celebrada, según el calendario local, el Día del Maestro. El día anterior otros colegios se cerraron no por huelga, sino porque como se celebraba el Día del No a la Violencia  Contra la Mujer Indígena, no había lección que dictar. Claro que no lo dijeron así, sino que dijeron que era Contra la Violencia de Género.

 

Tenemos que decir que lo celebran, y de paso  acortan el calendario escolar, porque es un tema que sale por la televisión y hay que seguir la moda de otros países.  Además, nadie sabe concretamente qué es violencia contra la mujer. Y es que aquí en este país, y casi en la mayoría de los países “progresistas y emergentes” del mundo, cuando se celebra el Día de los Derechos Humanos no se menciona a la mujer porque no lo es. No, la mujer no es humana, es mujer.

 

Cierto que en esta Guinea no hay los índices altos de muerte de mujeres que hay en otros. Ni muertes domésticas ni muertes por ajustes de cuentas o a manos de moralistas desorientados. Creemos que los asuntos conyugales se llevan, entre nosotros, con suficiente mano izquierda para no presentar estos escandalosos censos al final de los años. ¿Pero las mujeres son insultadas, golpeadas, menospreciadas en público y en privado? ¡Claro! O sea, si alguna mujer muriera a manos de su marido la vecindad no podría declarar que “era una pareja normal”, como vemos por ciertas televisiones. Cierto que los vecinos no se atreverían a denunciar a un marido maltratador, pero mediarían en una pelea conyugal si supieran que está teniendo lugar.

 

¿Hemos dicho ahí arriba algo contra la mujer indígena? Claro, porque las mujeres extranjeras no son aquí maestras, y las que lo son trabajaron porque su colegio no se cerró. Y no se cerró porque no tiene sentido que estés con el cuento de la lucha contra la violencia de género y no abres las clases para explicar a las chavalas qué es violencia, qué es género, y porque género es mujer y no hombre. En este mundo creamos y aprendemos tantas tonterías que la gente ya no toma nada en serio, y ocurre que asuntos que deberían necesitar una solución se convierten en festejos o  fiestas de guardar.

 

Acá los niños acuden a clase el siete después de Navidad, en los colegios serios, llevados por extranjeros, pero en los públicos están tan pendientes del almanaque que, en el arranque del curso, hasta octubre no hay nada. Pero como en ese mes celebran la independencia, una fiesta igual de vacía que las de reciente creación, los alumnos guineanos matriculados en los públicos colegios de Guinea empiezan las lecciones el día 14, cuando es un lunes. Si es un jueves, pues hasta el lunes siguiente, alrededor del 17. Siguen así, y en el caso de las niñas, saltan al bachiller flirteando con todo el mundo y acaba la mayoría de ellas vendiendo pescando descongelado  en los mercados o ropa de cuarta mano en la calle, ayudadas por infantes que tampoco se escolarizarán porque las madres, de maridos de los que hablaremos más tarde, no tienen ni la economía ni la sensibilidad suficiente para elegir un colegio mejor. Incluso no eligen colegio, y son estos niños remolones que vemos deambulando por los alrededores de los colegios públicos porque, por una razón desconocida, llegaron tarde al colegio, pues inexplicablemente, no pudieron llegar a las 8 a sus colegios. El ineludible avance de las horas permite ver el paso de la vida de todos en su camino a la vida. Algunas, las de buen ver, esas que se apuntan a todos los concursos de mises que las autoridades organizan por toda la geografía nacional, acaban de tercera dama de estos mandamases que precisamente tienen la última palabra en lo que se refiere a estos concursos. Y si de estos mandamases se duda tanto de sus credenciales educativas, no vayamos a creer que estas terceras damas que van al volante de estos flamantes coches son ingenieras de caminos que hacen su trabajo de la manera dicha.

 

No hay escuela en este país, pero se usa a los niños para ejercer un seguidismo tan ramplón que cualquiera diría que igualmente abren escuelas simplemente porque en otros países las hay. Pero claro, la gente accede a altos puestos sin estudiar nada, por lo que la escuela es lo que es por lo que se espera de ella, nada. Por última vez, ¿no deberían las niñas de Guinea saber  que la violencia de género es la que ejercen sobre ellas sus padres, hermanos, maridos, etc.,  en forma de bofetadas, insultos, y otras vejaciones que no transcienden porque están justificadas por la tribu o por la voz de la costumbre? Por otra parte, ¿alguien ve una relación entre la falta de escuelas y el hecho de que las manifestaciones sociales acaban siempre en los bares, tras el breve reconocimiento a la mano paternalista del Jefe? Pero lo peor es que en la mayoría de las veces en estas efemérides la mujer se usa como arma, como reclamo, como si fuera un mero objeto decorativo. Lo mismo que en las elecciones de mises. Si las mujeres se dieran cuenta de este hecho, reflexionarían sobre su verdadera condición y haría algo para aprender lo que hay verdaderamente detrás de las grandes siglas con las que nos engatusan los que manejan a todos.

 

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