Como buen perro fisgón del teatro he decidido no perderme el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, para empaparme de todo lo que allí se cuece. Como algún lector recordará, ya el año pasado me planté allí. Pero este año iba a ser más emocionante, porque celebran su edición número 40. Teatro, encuentros, calor, inauguraciones, presentaciones de libros, congresos… de todo hay en el mes de julio en Almagro. Y, por supuesto, también parejas, enamoramientos, desencuentros, enfados, celos, hormonas y besos por las esquinas… Pero de todo lo último no voy a hablar, porque este es un blog principalmente sobre teatro. Principalmente.
Gente maja en la plaza de Almagro
Este año el Festival se inauguró el día 6 de julio, jueves, con un espectáculo en la plaza a cargo de la compañía David Moreno & Cía que peligró por la lluvia, pero que finalmente se pudo celebrar. Además, ese día también se le entregó el Premio Corral de Comedias al actor José Sacristán (y el dramaturgo de monólogos Javier Gomá, elogió a Sacristán, algo cuyo motivo aún nadie me ha explicado convincentemente).
Espectadores enfervorecidos a la caza de la foto tras la función
Lo que más hay en el Festival son representaciones teatrales, así que el día 6 se estrenó La dama duende a cargo de la CNTC (Compañía Nacional de Teatro Clásico), y cuyas funciones se prolongarán durante dos semanas. En el Corral de Comedias una compañía hispano-canadiense trajo Las verdaderas aventuras de Don Quijote de la Mancha, la enésima obra basada en algún aspecto relacionado con la famosa novela… Otra compañía representó en el espacio Miguel Narros Cyrano de Bergerac… Por ahora todas son obras ya conocidas por el público de Almagro y por el público del Festival, y aún queda alguna más, como Romeo y Julieta + Nacahue, de la compañía Los Colochos, proveniente de México. Esta última dicen que fue muy interesante, ya que situaba la tragedia de Shakespeare en un problema entre dos pueblos indígenas que tienen incluso distinta lengua, uno de ellos habla en español y otro en cora, y no se proyectan los subtítulos de lo hablado en cora. Esto lo sé porque utilicé el método Torres para enterarme de todo (más adelante lo explico, lo juro), pues yo no pude ver esta función.
Rosana Torres explicando el Método Torres
Una obra que sí que vi fue la que más repercusión ha tenido, Sueño de una noche de verano, de la compañía Teatro Nacional Alemán y Orquesta Estatal de Weimar – Teatro del Estado de Turingia, que se pudo ver en Aurea. Si bien por un lado este perro que firma está cansado de ver siempre la misma obra, por otro se lo pasó muy bien con las locuras de estos alemanes, en un trepidante montaje de 3 horas de duración. Allí en Aurea y en otros rincones del festival, este perro encontró a varios críticos (pues por las mañanas los críticos estaban inmersos en el 5º Encuentro de Crítica Teatral organizado por la UNIR y el Festival de Almagro y por las tardes iban al teatro) y mediante el Método Torres supo que la compañía era numerosísima, unas 48 personas, y se enteró de mucho más, pero, claro, los escarceos nocturnos de los actores no son objeto de este blog… Entre los críticos vi y pude fisgar lo que decían los señores Losánez, Vallejo, Galindo, y la señorita Campos… Y me dijeron que había muchos más críticos o periodistas como Romo, Cortina o Hernández Nieto, pero quizá no coincidí con todos porque para huir del calor seguramente se quedaron metidos en su habitación hasta bien entrada la tarde, escribiendo sus críticas… Quién sabe…
Otros títulos que se pudieron disfrutar fueron algo más desconocidos, y por tanto, atrayentes, pues, como he dicho, como perro teatrero siento un poco de hastío al ver siempre los mismos textos cuando se habla de teatro clásico. Estas obras fueron La judía de Toledo, de Lope de Vega, a cargo de la compañía Micomicón, y dentro del Barroco Infantil (un certamen del que resultara un ganador que representará el siguiente fin de semana en el Teatro Municipal), Mi príncipe azul, cuyo anclaje con los clásicos era, según dicen, el famoso soneto «Esto es amor, quien lo probó…», de Lope.
Pero bueno, supongo que no son estos párrafos informativos lo que buscan los lectores de este blog, pues la información la pueden encontrar en muchos otros sitios. Vayamos al grano, aquí van los cotilleos. Lo más interesante de esta primera semana de Festival, para mi faceta de perro husmeador, han sido los sabios consejos de Rosana Torres, algunos de los cuales se pueden ver en este vídeo:
Sí, en el Vermú de las 40, que será todos los domingos del Festival a las 13h. en el claustro del Museo del Teatro, nos enteramos de un método infalible (que bauticé como Método Torres), mediante el cual Rosana hace muchos años, en las primeras ediciones del Festival, se enteró de muchas cosas importantes y las contó en las páginas de El País… Se quedaba dentro de su habitación del Parador (pedía que fuera la 3 o la 4, pues las ventanas de ambas daban al lugar de paseo donde se hacían «los negocios») y escondida tras las cortinas, con la ventana abierta, escuchaba de todo. Dice haberse enterado así de noviazgos, de rupturas, de la creación de la CNTC… También afirmó que Adolfo Marsillach tenía una mesa asignada en el restaurante del Parador, pero que era difícil escuchar lo que en ella se decía, porque estaba estratégicamente situada lejos de fisgones… Es decir, una mesa incompatible con el Método Torres… En esa tertulia acerca de la vida del festival, todos los tertulianos contaron alguna anecdotilla, como el misterio que Rosana estuvo a punto de desvelar sobre las cenizas de la Xirgu. O como una vez que a un actor se le metió un perro callejero (no era yo, lo juro) en escena y le daba patadas con el pie (pobre perro, le daría yo de patadas al actor este ahora mismo, ¡que alguien me diga su nombre…!) mientras seguía diciendo su texto. O como cuando un director de una compañía búlgara puso firmes a sus actores tras haberles encontrado una noche de borrachera… Escuché muchas más anécdotas que no puedo referir aquí por falta de espacio, pero seguro que si acudís al próximo Vermú de las 40, las anécdotas serán también suculentísimas.
Lo del Método Torres me marcó, y estuve toda la tarde reflexionando sobre ello. Finalmente llegué a la conclusión de que yo también lo usaba desde hacía tiempo, aunque no le hubiera puesto nombre nunca. Yo también fisgaba tras una esquina, o agazapado bajo una mesa, comiendo migajas, cual perro hambriento, o en los baños de los teatros…
Al salir del Vermú, encontré unas servilletas de bar escritas, que alguien había dejado olvidadas. Realmente llevo viéndo algún tiempo, en Madrid, ese tipo de servilletas, y no sé muy bien de dónde salen. Alguien se las deja por los teatros y por los bares de los teatros… El señor Mayor diría «Las servilletas son para el verano», como título para una colección de servilletas veraniegas (su propuesta es que recopile las que me encuentre este verano y… no sé, querrá que las edite, o las publique en las redes… no sé, le preguntaré mañana). El caso es que cada vez estoy más mosca con esto de las servilletas, porque deduzco que es alguien que va a los mismos sitios que yo. Y sé que es la misma persona siempre porque es su letra… Siempre la misma letra en cada servilleta… En fin. Espero descubrir el enigma este verano… Si alguien tiene alguna pista, y quiere ayudarme, será bienvenido… Algunas de las servilletas que encontré, como algún avispado lector habrá acertado ya, las he ido poniendo a lo largo de la crónica. El resto son estas:
Ah, y se me olvidaba, los trabajadores del Festival (los de las oficinas, los técnicos, los de taquilla y sala) año tras año, siguen haciendo bien su trabajo, igual que los voluntarios. Los de las oficinas acaban yendo a todas partes deprisa porque tienen mucho trabajo, pobres… Y los espectadores también hacen bien su trabajo, por cierto… Algunos de los espectadores son antiguos conocidos, incluso creí ver a Mr. Pap a lo lejos, aunque no estoy seguro de que fuera él. El próximo viernes vuelvo a Almagro, intentaré fijarme bien, y os contaré todo. Y aplicaré lo más posible el Método Torres.
@nico_guau