Articulo escrito por Adrian Espallargas
Hace unas semanas vimos a un grupo de políticos japoneses liarse a golpes en el parlamento, una imagen sorprendente que no corresponde con la percepción que tenemos del civilizado y ordenado país asiático.
El objetivo que perseguían algunos políticos con la melé era retrasar la votación de una reforma constitucional –finalmente aprobada– que permite a Japón tener una participación más activa en conflictos internacionales por primera vez desde la II Guerra Mundial.
La nueva legislación busca convertir al país en un actor de mayor peso en la geopolítica mundial y en la región Asia-Pacífico.
¿Cuál era la situación?
Al término de la II Guerra Mundial, los estadounidenses ocuparon Japón e impusieron una constitución de corte pacifista que fue bien recibida por el pueblo nipón.
En ese sentido, el artículo 9 de la Carta Magna indica:
“El pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales”.
Así, la Constitución limitaba el papel del Ejército nipón -conocido como Fuerzas de Autodefensa- a la protección del país y no permitía que las tropas combatieran en el exterior.
Desde entonces la presencia de las Fuerzas de Autodefensa fuera de sus fronteras ha sido prácticamente inexistente. Hasta los años 90 no comenzaron a tener una participación mínima en misiones de paz de Naciones Unidas.
Un punto de inflexión fue su colaboración para la reconstrucción de Irak tras la invasión dirigida por EEUU, participación que fue ampliamente criticada por varios sectores de la población nipona.
En los últimos años las Fuerzas de Autodefensa han colaborado en misiones humanitarias tras las catástrofes de Sumatra, Haití o Filipinas.
Este era el pequeño papel que desempeñaba internacionalmente el Ejército de la tercera economía del mundo.
¿Qué cambios trae la reforma?
El principal cambio que trae esta reforma constitucional, patrocinada por el gobierno conservador del primer ministro Abe, es que las Fuerzas de Autodefensa podrán ayudar a EEUU y a sus aliados aunque Japón no sea atacado.
Son varios los supuestos en los que el Ejército tenía limitada su actuación y en los que ahora podría participar:
1. Japón podrá interceptar misiles que se dirijan a un tercer país. Cualquier misil lanzado desde Corea del Norte a EEUU debe pasar por territorio nipón. Ahora podrán derribarlo, antes no.
2. Las Fuerzas de Autodefensa podrán defender los barcos de sus aliados en la región cuando estén en peligro.
3. El país tendrá capacidad llevar cabo acciones militares para mantener las rutas marinas seguras en caso de que las restricciones al comercio supusieran una severa amenaza para su economía.
4. También se prevé que Japón colaborare con un mayor número de efectivos en las misiones de paz de Naciones Unidas.
5. Las Fuerzas de Autodefensa podrán también auxiliar a ciudadanos nipones que estén en situaciones de peligro en otros países. En 2013 diez rehenes japoneses fueron asesinados en una planta de gas en Argelia a manos de fundamentalistas islámicos, un evento que conmocionó al país.
6. Ahora podrá apoyar a Corea del Sur en caso de una invasión por parte de Pyongyang.
¿Qué factores han promovido este cambio?
El argumento principal del Ejecutivo es que las restricciones a las Fuerzas de Autodefensa impedían que el país se enfrentase a ciertas amenazas en la región. Principalmente: China y Corea del Norte.
El gasto anual chino en defensa ha aumentado considerablemente en los últimos años, lo que entre otros factores ha fomentado una política exterior más agresiva hacia sus vecinos asiáticos.
En ese aspecto, Tokio y Pekín mantienen una disputa sobre la soberanía de las Islas Senkaku -Diaoyu en Chino-, un conflicto que ha provocado últimamente duros roces entre ambas potencias.
Contrarrestar el poderío chino en la región es uno de los focos del Gobierno de Abe en materia exterior.
Por otro lado está Corea del Norte. Como hemos visto, la reforma constitucional permite al país llevar a cabo ciertas acciones militares contra Pyongyang, siempre y cuando los aliados nipones sean agredidos. Este supuesto puede disuadir al régimen comunista de ciertas ideas.
Además, la legislación ha sido ampliamente apoyada por EEUU, quien necesita aliados de confianza para mantener su poderío en el Pacífico frente a la pujanza china. Hasta ahora la primera potencia mundial llevaba a cabo esta tarea prácticamente sola.
Ahora contará con un mayor respaldo de uno de sus principales socios en la región.
¿Con qué oposición se ha encontrado esta reforma?
Tanto los políticos de oposición como gran parte de la sociedad civil se han posicionado en contra de la reforma.
Y es precisamente ese último punto, la mayor cooperación con EEUU, lo que preocupa a muchos nipones.
Los críticos señalan que la reforma constitucional puede provocar que Japón sea arrastrado por EEUU para participar en acciones militares en zonas remotas como Irak, especialmente con el surgimiento del Estado Islámico.
No obstante, el primer ministro Abe ha asegurado que el objetivo es brindar un apoyo centrado en la región Asia-Pacífico y ha descartado que las Fuerzas de Autodefensa vayan a inmiscuirse en conflictos en Oriente Medio gracias a la reforma.
En cualquier caso, El New York Times indica que algunos políticos no se fían de las intenciones del primer ministro y es posible que lleven la nueva ley a los tribunales, puesto que consideran que contraviene la Carta Magna.
En la calle los ciudadanos no tienen ahora mismo la mejor impresión del primer ministro. El índice de popularidad de Abe se sitúa cerca del 40 %, según una encuesta realizada por la agencia estatal Kyodo. En febrero su índice de aprobación se encontraba entorno al 50 %.
En los últimos meses se han sucedido varias manifestaciones en contra de la reforma. El día después de la aprobación, cerca de 40.000 personas protestaron en contra de este cambio, una cifra elevada para un país que apenas vive movilizaciones y manifestaciones.
El posible fin del pacifismo japonés puede que empiece por desencadenar una guerra interna en contra del primer ministro Abe.