Sigo con el tema de Las Conversaciones Literarias de Formentor. He recogido algunas frases que anoté o que escuché (o que incluso me oí decir a mí mismo). Ahí van unas cuantas.
Chris Stewart (que fue el primer batería de Genesis en 1967 y ahora se considera “esquilador de ovejas”): “Hay una cosa que sí admiro en algunos músicos de Genesis: Mike Rutherford y Tony Banks siguen casados con la misma mujer después de cuarenta años en el circuito del rock. Y eso es asombroso”.
Me cayó muy bien Chris Stewart. Lo recuerdo haciendo windsurf en la playa de Formentor, y recuerdo la sonrisa irónica e inteligente de su mujer, Ann Exton. Los dos contaron que habían atravesado España en coche escuchando una versión de “Lolita” leída por Jeremy Irons. “Una delicia”. Chris contó que lo habían despedido de Genesis por tocar muy mal la batería (yo le hice la broma, que no sé si captó, de que por muy malo que fuera él, nunca podría haber sido peor que el nefasto Phil Collins). Yo había visto una actuación de Genesis en el Festival de Reading, en Inglaterra, en agosto del 73. Era la época de “Watcher of the Skies” y Peter Gabriel actuaba metido en una pirámide de madera que se elevaba sobre el escenario. Todo era barroco y pretencioso y hueco. El guitarra era Rutherford y Banks el teclista, los dos músicos que siguieron siendo asombrosamente fieles a sus mujeres. Quizá ellas estaban entre el público, en un ángulo del recinto del festival reservado para invitados, y las vi en algún momento, al ir a comprar comida a uno de los tenderetes de pollo con curry.
Sigo con las notas. La siguiente frase la pronunció Ignacio Vidal-Folch, una noche en la terraza, cuando hablábamos del biógrafo de Nabokov, el tal Andrew Field que se convirtió en una pesadilla para el escritor, una historia muy parecida a la que pocos años antes Nabokov había contado en “Pálido fuego”. En aquella novela, el comentarista entrometido y demente (Kinbote) se apropiaba de la obra –y en cierta forma también de la vida- del poeta John Shade. Y aquella noche, Ignacio Vidal-Folch echó la cabeza atrás y cerró los ojos. “Escribimos lo que ocurrirá”, dijo, y de pronto todos nos quedamos callados. Y sólo se oyó el sonido del mar, un murmullo lejano de agua en la escollera.
Curiosamente, el poeta J.V. Foix había dicho algo muy parecido en las primeras Conversaciones Poéticas de Formentor, organizadas por Camilo José Cela y el hotelero mallorquín Tomeu Buadas en mayo de 1959.
Patricio Pron (en bañador y a punto de meterse en el agua): “Creía que no era muy cool darse un baño en la playa”.
Luis Goytisolo: “Qué maravillosa comida la que se come en Nápoles”.
Agustín Fernández Mallo, al oír la historia que contaba Chris Stewart sobre sus viajes en coche escuchando “Lolita”: “Veo dos coches que se paran al mismo tiempo en una carretera cuando termina la novela, como si el final los hubiera dejado sin gasolina, sin fuerzas para continuar”.
José Carlos Llop (en el otro lado de la mesa): “Es que eso es algo que sólo puede ocurrir con el final de una novela”.
Esperemos que también sea algo que sólo puede ocurrir al final de un post.