“La ficción es, en verdad, un suplemento indispensable de la lógica o incluso parte de ella”
Henry Miller, Quisiera dar un gran rodeo
1.
Originalmente publicada en 2015 por la editorial chilena Libros del laurel y ahora disponible para el lector español gracias al buen hacer de la editorial Pepitas de Calabaza, Colección particular, de Gonzalo Eltesch (Valparaíso, 1981), desde el punto de vista de la motivación del escritor, es un intento por tratar de entender cómo se escribe una novela y versa sobre la imposibilidad de fijar las cosas, el recuerdo en particular: la memoria. Desde un punto de vista estructural, hay dos planos que gobiernan el relato: una gavilla sostiene, del lado de la escritura, una historia de hipotéticos sarmientos de memorias flexibles y, del lado del discurso, una voz que funge de pórtico imposible para la recreación de los materiales que son el sustrato del texto. Ambas superficies conforman lo que finalmente acaba siendo esta novela breve. Pero seamos claros: de un lado tenemos al propio autor re-escribiendo su vida y, del otro, al propio autor tratando de contarle esa misma vida a un personaje femenino innombrado, evanescente, menos incomprensivo que aletargado y que, perfectamente, podría ser equiparado a la figura de una musa rebelde.
Así las cosas, la novela se modula en dos tiempos, la de los susurros nocturnos que, en la intimidad del amor, pretenden (sin conseguirlo) relatar sentimentalmente los hechos destacados de una vida y los propios hechos, no solo ya sucedidos sino (re)inventados. Es en ese sentido Colección particular una problemática novela de no ficción, ya que los hechos no solamente viene maquillados por la traición del recuerdo, sino también por la perfidia del deseo y, aun más, por las necesidades narrativas del autor. Tomando en consideración que el tema central del libro es la construcción de la soledad, entenderemos que el autor se vea forzado a aplicar decisiones estilísticas y narrativas provenientes de las técnicas del escritor de ficción. Por ser concretos: Eltesch mata (narrativamente) a sus padres y hace desaparecer a su hermano, se sirve de más que probables encuentros imposibles con figuras más o menos canónicas de la literatura chilena y, él mismo, realiza injerencias sobre la vida de los otros que da como válidas. Además, confronta a las figuras de ficción que aparecen en la novela con su propio relato e incluso fantasea con su propio suicidio (por situación intervenida; esto es, gracias al suicidio de su “musa”).
Estructuralmente, la novela halla cohesión en la profesión de anticuario del padre, un anticuario sui generis que colecciona más que vende. Esto, que no solo sirve para proveer de diferentes anécdotas referidas a la tienda del padre y que van funcionando por acumulación, sino que trabaja como espacio anafórico y lugar para la etopeya y la metonimia, es –de alguna manera- la recuperación de la patria rilkeana del autor, en contraposición al frío y distante hogar materno en el que se cría (de bien joven sus padres se separan). Y, aun más, es un intento de vindicación de la figura del padre, a quien el resto de personajes de esta trama no sabe muy bien dónde posicionar, en tanto que figura no incómoda sino más bien enigmática. De manera muy elocuente, el escritor le espeta a su madre: “¡Tú lo abandonaste! […] Tú lo dejaste solo. Lo abandonaste en Valparaíso. Y me dejaste solo a mí también” (p. 57).
En una tercera instancia, Colección particular es también un intento por re-crear la ciudad de Valparaíso, donde el autor vivía con sus padres hasta que su madre decidió llevárselo a él a vivir con la familia materna, a Santiago.
2.
Indirectamente, Colección particular sirve para mostrarnos el descubrimiento de los placeres y el gusto, y nos habla sobre el entusiasmo. Como penumbra se siente el tema del amor, o más bien el desamor; o mejor dicho, la incapacidad de ser amados y el triste deambular del amor cuando no halla acomodo no ya en el otro, sino en uno mismo. Por ello, necesariamente el tema central es la incompletitud y, por ende y como decíamos antes, la construcción de la soledad. Gonzalo Eltesch lo expresa en otros términos cuando dice que “parece que las historias de amor se inician también cuando se terminan” (p. 107). Y dice sobre sí mismo que es “alguien que no puede ser amado y que tampoco tiene idea de cómo amar”(p. 100).
Colección particular es un texto breve porque habla de lo que falta, lo que no está, lo que solo ha estado presente en nuestras vidas fugazmente, pero que, sin embargo, es crucial: el amor, el padre, la ciudad de la primera infancia. Escribe Eltesch: “Esconder los sentimientos, las carencias, la personalidad, y disfrazarla de un estilo, de fragmentos de un estilo” (p. 100). Héte aquí un magnífico resumen de lo que Colección particular se propone remedar.
Colección particular es como el museo particular de Eltesch en el que, igual que en la tienda de antigüedades de su padre, los sentimientos (como allá los objetos valiosos) quedan voluntariamente fuera del mercado; lo que, si se quiere, incluso podría interpretarse como una contra(oda) al capitalismo del amor, la familia como ideal liberal y el amor romántico como emblema.