La vecina, pared con pared, vive con su perro, una amplia vista al océano y la península de la otra orilla. Los fines de semana libra y casi todos los domingos ve Frozen.
La canción principal –que escucha subiendo el volumen, atravesando las paredes, llegando por la ventana– dice:
Libre soy, libre soy / No puedo ocultarlo más / El frío es parte también de mí.
Voy a probar qué puedo hacer / Sin limitar mi proceder / Ni obedecer jamás.
No me verán llorar.
Libre soy.
Libre estoy.
Una noche de domingo decido ver la película, me intriga la repetición dominical y machacona.
A veces la imagino identificándose con la princesa.
Otras sueño que llama a mi puerta, quiere entrar, quiere saber qué película estoy viendo yo este domingo.
Entra, se sienta en el sofá, empezamos.
–¿Cuál ves hoy?
–Es Frousen II. ¿La conoces?
–No me suena. ¿De qué va?
Otras:
–Tío, no difundas por ahí mi intimidad de los domingos.
–Pero si solo digo qué peli ves.
–Pero no cuentes nada más, eh.
–Nada, nada, tranquila, tranquila.
*
A veces me gusta ver películas de Dinsey, inspiran textos sencillos y claros, alegorías equilibradas de veranos e inviernos.