Selección de poemas del libro Fuera del día,
de Rosa Lentini.
AMOR MATERNO
Crees de verdad que esa persistencia en el estribillo
justifica vestir a las hijas con trajes multicolores
confeccionados para avergonzar,
los cascabeles del capuchón
ideados para aturdirlas con el movimiento
y así saber a cada paso
dónde se encuentran
Si piensas que el ardor de sus manos es lo peor de todo
y la obediencia atávica de las pequeñas sirvientas
al barrer su reino
fregar a su paso ir a la compra
de los ingredientes para sus convites
o hacer las camas reales
les resulta a sus madres suficiente
…imagínalas en este poema
que ellas no pueden leer
sin cruzar el espejo
desconocidas para sí mismas
castigadas en la mascarada
mientras los dorados ojales saltan histriónicos,
los botones se abren como granos maduros,
las dudosas capuchas incongruentes
quedan silenciadas en el suelo,
cuando cada hija, al tomar a la adulta desprevenida
y siempre deshojando la flor preguntándose
:
“qué soy yo si te sueño qué soy si no te sueño”,
desde un cuerpo que todavía no es el obsequio de alguien,
pero tampoco
una olvidada criatura en su nombre de agua,
crea la utopía, el consuelo
que al niño cansado de desafectos
le susurra
:
entra en palacio
tus dientes de leche te esperan,
deja que haya cuatro soldados dormidos
apoyados en columnas de piedra,
las lanzas
caídas en el suelo,
deja que en la antecámara el perro guardián sueñe su hueso
y que en el largo pasillo que lleva a la sala del trono
los mayordomos abandonen las bandejas
y las copas,
deja sobre los tronos a los reyes
sin exigencias con sus súbditos,
sumidos
en el espíritu del vino,
deja la armería desguarnecida
las caballerizas despobladas
mientras las columnas de la heredad
caen unas tras otras
deja a tus párpados cerrarse
y que por la única torre en pie de celosías
entreabiertas
entre el horizonte por destino
… deja entonces que la erosión
se extienda una vez más
sobre cualquier evidencia
CARTOGRAFÍA DE UNA MADRE
Que la puerta del Jardín Negro se cierra, paz, paz,
que lo que está acabado, está acabado.
Czeslaw Milosz
La recuerdo, sumida en su sueño de belleza
para un marido siempre ausente,
la hojarasca bajo su ventana
acumulándose por el ruido que haríamos al barrerla,
y los postigos siempre cerrados
hasta las doce
La basura seguirá ahí cuando ella despierte,
de nuevo dispersa, tras una silenciosa
oración a los ángeles custodios
y a la Virgen para que encubran
nuestro trabajo a medio hacer
Pero secretamente el aire transporta
moléculas en suspenso que trazan
el rostro de mi joven madre,
su oscura capa de maquillaje
como la sangre no coagulada de un Cristo
imprime sus facciones
en toallas y fundas de cojín,
fragmentos del escogido martirio
de quien delega su hogar, indiferente al desagüe embozado
y a las tinas de lavar la ropa,
donde como calamares en su tinta
flotan los hijos en su mugre…
Tras el desayuno, en sillitas de mimbre,
atendemos los pasos de su metamorfosis
-y llevábamos días pidiéndolo-,
cuando nos cosquillea en la nariz
la rancia delicia de su perfume
con las cremas y afeites que la embadurnan,
aquí gobierna la asfixia del esmalte o el aerosol
allá la laca para el pelo,
más allá el barniz color sangre
para sus uñas incruentas
hay una leve inquietud cuando el diminuto fórceps
moldea sus pestañas,
sorpresa cuando las postizas emergen
de una cajita ovalada de plástico azul,
-y ese rictus en la boca al colocárselas-,
intriga por la vibrante muñeca al empolvarse
el rostro cuello escote e incluso los labios
para que el rouge dure más tiempo,
cansancio cuando su mano de autómata le ahueca el pelo
y tristeza cuando algunos cabellos,
atraídos
por el húmedo suelo,
caen desolados
tras el vuelo tranquilo
de un mal augurio
Dos perlas penden de sus lóbulos
mientras otras tintinean en collares
sobre su pecho donde la desesperanza
anida bajo los sostenes con relleno de foam,
y cuando el vestido baja por fin desde la cabeza
previamente tapada con un pañuelo de gasa
que protege el frágil peinado,
se producen protestas, y bufidos
cuando ella requiere el auxilio de los
pasmados niños incapaces
de alcanzar la cremallera de la espalda
con sus manitas inhábiles
Ahora los zapatos de tacón la sostienen,
tan altos como zancos en medio del pasillo,
es la botadura de una madre joven
lanzada al mar de los sargazos mientras
ruidosos enanos la celebran
salidos de las celosías entornadas de la ventana
y ángeles de cuencas vacías la despiden
junto a gorgonas de vibrantes cabellos
Los niños recogen la hojarasca
que amontonan
en la carretilla
haciendo una hoguera
de transparentes llamas,
con el humo elevándose mientras en el aire
se esculpe lenta nuestra tarde
…y en la rutina obstinada del pasado
las cenizas, la arena y el polvo
quedan adheridos a la ventana
Ella callaría ese día …y los que siguieron
cuando no volvimos a pasar por allí
…pero una mañana de sol que lame
el entramado de madera con suavidad,
una anciana de cuerpo hinchado y débil
aparece, como rezagada sombra
tras las celosías,
perdida la brújula de su noche
una criatura errante
bajo el sol amargo, el sol amargo,
con sus pequeños tendones de cometa averiada
que el cielo ya no sostiene
Ahora soy yo el instrumento cuando anochece,
el golpe del cerrojo,
el último carraspeo que le da vuelta
cuando mi cuerpo se cubre
con la almohada de rosa marchita
…de aquel escarlata,
de aquel polvo anaranjado
que desprendía su boca
Aquieto su cabeza, para que el silencio no la ahuyente,
para que su quimera no alce un vuelo
de alas asustadas
cuando nosotros,
como al final de una ceremonia,
debamos suavemente deslizarnos
con todos los sonidos en nuestra cabeza
bajo una sola voz
pidiendo ser, pidiendo ser
esa huida
EL CÍRCULO QUE NOS VUELVE AUDIBLES
El amor empieza por el final,
cuando llama materia perdida al sueño
montaña
a la lengua
y lengua al alma
…mientras espía al ave acicalándose
con la nieve intocada
Pienso en ellos y pienso en sanar
Me trajeron al nido, se llenó después nuestro mundo
con pórfido de cuarzo
…pero a través de la pasta vítrea
el gorrión aún esparce
la nieve de una rama
el ave
no precisa
en su impulso
del paso de las formas
entre las formas
…y es un invento de la palabra
su reino de nadie
PREGUNTA
¿Quieres que vele y escriba el poema
cómo barrió en su día el corazón,
o prefieres algo que avance contigo,
muerto y también vivo
apuntalando los árboles que quedaron
tras el diluvio,
más allá de lo que se reserve para ellos,
cayendo todos a la vez
y a la vez sostenidos, visionada
su fresca sombra,
alargada hasta cubrirnos
como si nos cartografiara…?
DE NUEVO, CAMINO DEL HOSPITAL
El deslizarse de las ruedas sobre la carretera
un memorial lejano de esa piel siempre perfecta
del amado
de sus genitales de las palabras salvajes
o tiernas,
y la misma señal de claudicación
en las aspas inmóviles de las turbinas eólicas
que decoran las montañas
de ángeles caídos
o en las torres de alta tensión
que llenan los márgenes de titanes
en excéntricas poses de halterofilia
Un sol brumoso envuelve un panorama de sueño
y el minibús rebasa fábricas de goma y de granito
naves de camiones de reparto
hangares de papel ondulado
almacenes de cemento de vidrio
y uno de agricultura ecológica
pintado de verde lima
A un lado los postes telefónicos que se suceden
en largas filas
se desvían hacia el interior
integrados en el paisaje
de carreteras inacabadas
Inhalas el aire más profundamente lo expulsas
cada bocanada
la montaña y el valle
de la respiración agotada de May Swenson
que no alcanzó a ver publicados sus versos en castellano
Pues solo al entrar en cada poema
un sabor a barro
nos acostumbra a la fragilidad
no de un Ulises escuchando frenético y enloquecido
los insinuantes cantos de las sirenas
sino de las propias sirenas llevando en brazos
a marineros ahogados,
los inertes límites del amor
sobre sus rostros
Llegamos al hospital,
la ambulancia descarga a los enfermos
a la entrada del gran aeropuerto de almas
que van y vienen
…nosotros dejamos que nuestros salvadores
hagan su trabajo,
y como reyes cautivos
a la espera de rescate
representamos
nuestra inmortalidad
BORRAR EL PASADO, EL PRINCIPIO DE REBUS
“Aquí está la casa con la niñez
reducida a una cerca de alambre rojo.
No te preocupes. Sólo llámala horizonte
y nunca la alcanzarás.”
Ocean Vuong
Implemento en piedra el poema, como si
fuera fácil borrar el pasado tomando
lo que no es pasado
como promesa,
sencillo verlos a ellos reducidos a sus cuerpos,
despedazar manos o piernas,
arrancar todas las cabezas de juguete
Sencillo ir lanzando lo que quedó
sin tocar nada de lo que no fuimos,
arrinconar la confianza
hasta volverla pequeña y duradera
…pero somos más viejos que esas manos
más viejos que los costados reconstruidos
y lanzados al vacío
más viejos que los asaltantes y los asaltados
animales del bosque
es preferible, por una vez,
que los engranajes de un desamor
se “usen para la acción” *
Algo para los historiadores
:
el estado, la forma, no se eligen,
y el principio de Rebus avala
al primer hombre que pisó el barro
y dejó fijado para después
su mundo en la roca
Y nosotros al borrar el pasado
tomamos
todo lo que no es pasado
y lanzamos
el rescoldo de su fuego a las olas
grandes franjas de viento acercarán
las preguntas adecuadas
…ignorante nadie es más feliz
Del resto basta desprenderse en lapsos regulares
a lo largo del día,
el sueño no transforma la pesadilla,
pero restituye la carne de nuestro costado
como el único acto vivo del ahora
y para ti, hija de Prometeo,
la trascendencia serán los ojos, los lentes, los cristales
usados
y un hilo
anudado y cortado anudado y cortado de nuevo
donde a puerta cerrada quede
el gravamen el castigo
primigenio,
el tono que no aceptaba réplica,
la necesaria
discrepancia
del juego de la vida
Recuerda
:
aquel que pisa el barro
deja para el después
su mundo fijado en la roca
Rosa Lentini (Barcelona, 1957, España). Poeta, traductora, crítica.
Editora y codirectora de Ediciones Igitur junto con el escritor Ricardo Cano Gaviria. Miembro fundador de las revistas Asimetría (1986-88) y Hora de Poesía (1979-95), de la que fue su directora.
Ha reunido toda su poesía hasta 2014 en el volumen Poesía reunida 2014-1994 (2015).
Sus últimos libros son El soplo del diablo y otros poemas (antología, 2017), Hermosa nada (2019) y Fuera del día (2022) con el que cierra la trilogía Hablando de objetos rotos, que empezó en 2013 con Tuvimos.
Su obra ha sido incluida en numerosas antologías, y algunos de sus poemas han sido traducidos al italiano, inglés, rumano, francés, catalán y portugués.
Ha traducido a Pierre Reverdy, Yves Bonnefoy, Eugen Dorcescu, Joan Perucho, Rosa Leveroni, Carles Duarte; y, en colaboración, Satán dice de Sharon Olds, Últimos días de Giuseppe Ungaretti, Poesía reunida de Djuna Barnes, Esperando mi vida de Linda Pastan y la antología Siete poetas norteamericanas actuales: Swenson, Levertov, Kumin, Rich, Pastan, Clifton y Forché. Y en revistas, antologías de poetas alemanes, poetas suizos en lengua francesa; y del francés Los Cantos de la Tassaout (poesía del Alto Atlas de Marruecos), y poemas Hain-Teny (poesía de Madagascar), además de antologías de poesía española y colombiana. Como seleccionadora es responsable de antologías de Carlos Edmundo de Ory y de Javier Lentini. Es coautora, junto al académico Francisco Rico, de la antología Mil años de poesía europea (2009).
Fue finalista del Premio Nacional de Poesía en 2014 por Tuvimos.
En 2019 la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña le otorgó el premio José Luis Giménez-Frontín –en su décima edición–, por contribuir al acercamiento entre culturas.
Los poemas de esta entrega de la nube habitada han sido seleccionados del libro Fuera del día, que fue editado en 2022 por Bartleby Editores.