Aquí, como en muchos otros países, el fútbol es el deporte rey. Por muchas razones, no sólo por las que contaba recientemente en un artículo en FronteraD, José Carlos Rodríguez Breto (Fútbol, terapia de África), también porque es uno de los deportes más sencillos de explicar y de jugar. Sólo hace falta algo lo suficientemente redondo y blando para que ruede y puedas golpearlo sin hacerte mucho daño y 2 o más personas que quieran pasar un rato entretenidos (aunque también se da mucho el vicio solitario).
Grupo de chavales que juegan al lado de mi casa todas las tardes, con un balón que les regalé, cortesía de mi buen amigo Juan Vargas, que me regaló un montón para repartir
Os recomiendo la lectura del artículo de Ricardo Bada, ‘Fútbol es Poesía’, en estas páginas y el post de su blog, ‘Las Décimas del Mundial’
También porque desde que algunos futbolistas africanos consiguieron llegar a las ligas europeas, hacerse famosos y ricos, es el espejo en el que se miran millones de chiquillos como esperanza para salir de la miseria. Ya os he hablado de la escuela de fútbol que hay en mi pueblo, pero ahora es la Copa del Mundo que quería contaros.
Aquí se vive con increíble intensidad y de una forma muy nacionalista, por no decir racista: lo importante es que gane un equipo africano, por encima de todo. lo único es que para ellos Argelia no es África, se refieren sólo a equipos africanos-africanos, de negros. No blancos como los argelinos. Así que ha sido una gran decepción la eliminación de los Elephants (Costa de Marfil) y los Lions (Camerún). Todos los equipos africanos tienen el nombre de un animal, los de Burkina son los Etalons, que sería algo así como los ‘caballos sementales’. Los francófonos, porque los de Ghana son los Black Stars y ahora son la gran esperanza negra, eliminados los demás.
La gran esperanza de todo un continente, o de la parte subsahariana…
En la prensa local casi no aparece ninguna noticia internacional que no sea algo relacionado con algún país vecino o la intermediación del Presidente de Burkina en alguno de los innumerables conflictos regionales. Por eso el día que perdió España con Suiza y le dedicaron toda una página, foto incluida, me emocioné. Porque, además, nos daban como favoritos, junto a Brasil, para ganar el campeonato.
España, la Roja, a toda plana
Como ya también tengo el presentimiento que éste puede ser un año especial me compré una TV después de año y medio sin verla, para presenciar el triunfo de España. Lo de Suiza fue un palo, duro. Y el partido contra Chile una vergüenza que no sabía cómo justificar el fraude de la última media hora: eso tenía que estar sancionado y quitarles los puntos…
Y para el partido contra Portugal invité a mis mejores amigos a compartir conmigo las alegrías o las penas. Todos ellos mucho más forofos de España que yo mismo.
Amadé, mi carpintero, Zack y Arnaud, amigos ‘españoles’
Preparamos (Oumou, yo sólo la ayudé con los aperitivos) una cena a base de brochetas y patatas fritas y allí nos plantamos frente a la TV.
Oumou, la señora de casa, Issifu y Alassane, los guardianes de casa, el hijo pequeño de Alassane, Zack y Arnaud, dos amigos, míos, y Amadé, mi carpintero de confianza. Casi todos ellos amigos de verdad porque sólo esperan la paga a final de mes y algún detalle como éste de la cena-partido o alguna de otra chuchería, comida o refresco de vez en cuando. O la ropa y cosas que les traigo cuando vuelvo de España. Bastante para ellos.
Arnaud, Issifu, guardián, Issifu, hijo del otro guardián, Oumou y Alassane, guardián de día
Seguir un partido con ellos es distinto que en España, aquí todo son sonidos guturales y onomatopeyas, el mooré es un idioma complicado que está lleno de ellos. Pero, además, el resto de los comentarios, casi todos, están en mooré con lo que no me entero de nada de lo que dicen.
Sólo las exclamaciones en francés cuando los portugueses fallaban un tiro, Dieu merçi (gracias a Dios), o cuando marcaron los españoles, Dieu est grand (Dios es grande)…
Me quedé mirando a Oumou, que lo había dicho y le pregunté si el Dios de los portugueses era más pequeño y distinto que para los españoles, o que si había algún dios especial para esto del fútbol.
Se echaron a reír, pero siguieron dando gracias a Dios cuando finalmente España ganó.
Parece mentira lo que puede hacer la necesidad, aunque quiero pensar, me agarro a ello, que también me aprecian por algo más que el dinero o las cosas que les doy.
¡Arriba la Roja!
GALERÍA DE RETRATOS DE JAVIER NAVAS