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«Gerardo tenía mucha trastienda» – Emotivo homenaje a Gerardo Vera en el Teatro María Guerrero

Ayer, lunes por la tarde, en el Teatro María Guerrero, tuvo lugar un emotivo homenaje a quien había sido director del CDN de 2004 a 2011, Gerardo Vera, fallecido el pasado 20 de septiembre de 2020 cuando iba a comenzar los ensayos de Macbeth para estrenar en esa misma sala poco después. Al acto acudió lo más granado de las artes escénicas y cinematográficas: Julieta Serrano, José Luis Gómez, Lluís Pasqual, Carlos Hipólito, Fernando Gil, Andrés Lima, Vicky Peña, Mario Gas, Natalia Menéndez, Abel Vitón, Juan Mayorga, Pilar Yzaguirre, entre otros muchos… También estaban el Ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes y la Directora General del Inaem, Amaya de Miguel. Y entre todo este gentío, en una esquina, un dálmata tomando nota de todo; adivinad quién.

Mientras el público se acomodaba, veíamos a Gerardo Vera proyectado sobre una gran pantalla en el escenario, y tras ella un enorme y bello telón rojo de algún montaje de Vera (creo que de Madre Coraje y sus hijos) colocado para ocultar la escenografía de la obra que hay en cartel de martes a domingo. El acto empezó con Alfredo Sanzol (actual director del CDN, colaborador de Vera, y amigo suyo, a juzgar por las fotos proyectadas) calificando a Vera como creador de imágenes y gran maestro del oficio de la belleza, pues, según dijo, la belleza era lo que le interesaba, ya fuera en el cine o en el teatro… Según Sanzol, Vera, que lograba dar vida y dinamismo a todo lo que tocaba, era un admirador y un mitómano del mundo del cine y del teatro, y ha dejado huérfanos a unos cuantos. También confesó que le regaña de vez en cuando por haberse marchado tan pronto. Y recordó una frase que Vera le decía y que le viene a menudo a la mente: “en el teatro ya se ha hecho todo y queda todo por hacer”.

Entonces se proyectaron imágenes de la trayectoria teatral de Gerardo Vera, en primer lugar de sus escenografías y vestuarios en montajes de teatro y ópera, y luego de sus puestas en escena, tanto en su periodo como director del CDN (Madre Coraje y sus hijos, Platonov, Agosto (Condado de Osage)…) como ya terminado ese periodo (La loba, Los hermanos Karamazov, El cojo de Inishmaan…)

A continuación, Sanzol pasó el relevo a Mariano Barroso, presidente de la Academia de Cine, quien, tras decirnos el lugar exacto donde había conocido a Vera muchos años atrás (uno de los hombros de ese mismo teatro donde nos encontrábamos) recordó su tenacidad, y habló de “el paso de Gerardo por el cine y del cine por Gerardo”. Contó la anécdota del rodaje de Orgullo y pasión en Torrelaguna cuando Vera era niño, y se había instalado en la casa en que vivía el departamento de maquillaje y vestuario de la película, y así tuvo en su casa a Sophia Loren y Cary Grant…

También leyó Barroso las palabras que otros compañeros de profesión habían escrito para la ocasión, como Ariadna Gil, que afirmaba que Vera “también soltaba maldades como nadie”, o Juan Diego Botto, quien lo calificaba como “un director de cine con una sensibilidad de hombre de teatro”. Contó también cómo era capaz de, ya que venía del mundo del teatro, crear en el equipo de cada película la sensación de troupe teatral. Entonces, se proyectaron algunas imágenes de las películas en las que participó y las que dirigió (La Celestina, Segunda piel, Deseo).

Después, Sanzol dio la palabra a Carmen Calvo, vicepresidenta primera del gobierno con la más elegante mascarilla de la noche, y amiga personal de Vera, que nombró a muchos de los allí presentes, incluido a José Luis Collado, marido del homenajeado. Ahí fue cuando uno que estaba cerca de mí me hizo una pregunta indiscreta, así por lo bajo: “¿Esta señora no fue quien colocó a Vera en el CDN?” Yo en ese momento me serví de lo de ser un perro, y puse cara de lo-siento-no-entiendo-a-los-humanos-cuando-me-hablan, y así me libré de entrar en cotilleos teatrales que ayer no venían a cuento…

Calvo fue la más espontánea. Comenzó denominando al acto “una misa con la religión del teatro del cine de las artes escénicas”, y pidió excusas si acaso decía algo poco apropiado, pues consideraba la amistad que le unía a Vera como “una borrachera de admiración y de afecto”. En esa borrachera tan productiva, Calvo afirmó que Vera “tenía cabeza de ruso, por eso hizo tanto teatro ruso, porque tenía una cabeza a lo grande”. Después habló de su pasión, su potencia, su intensidad, y resaltó que era inteligente e incisivo, y también “que Gerardo tenía mucha trastienda”.

Calvo dijo, además, una de las cosas más hermosas que he oído en un teatro desde que empezó el vaivén teatral en que nos mecemos en estos tiempos: “el único sitio donde encuentro consuelo para seguir atravesando esto [la pandemia] es aquí, en un teatro”. Añadió que sin el cine, sin el teatro, sin la ópera, directamente no podría vivir, y que esa era también la razón por la que quería estar allí con nosotros en el homenaje. Finalmente, miró al cielo y pronunció un gran final: “¡Gerardo! Aquí, haciendo monólogos para ti. ¡Te quiero!”

Tras esta intervención se proyectó un fragmento de una entrevista a Vera en que confesaba que moriría al pie del cañón, trabajando, como de hecho ocurrió. Y entonces se quedó de nuevo en la pantalla su foto y todo el público se puso en pie a aplaudir durante algunos minutos.

Para terminar, Sanzol acudió de nuevo al micrófono para agradecer nuestra presencia y dar por finalizado el acto.

@nico_guau

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