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Gerda Taro duerme

 

Entré al International Center of Photography sabiendo que la exposición sobre La maleta mexicana de Robert Capa, Gerda Taro y David “Chim” Seymour iba a cambiarme el ánimo. Así fue. Los ciudadanos acuden a ver las fotografías de la Guerra Civil guardadas en esa maleta aventurera porque Capa y la masacre española son una marca fuerte y porque Nueva York, en su calidad histórica de santuario de cosas y personas condenadas al olvido o la destrucción del extrarradio, adora el pasado tanto como teme al futuro.

 

¿Qué sientes al ver estas fotos?, me preguntó Daniela mientras miraba a García Lorca días antes de su asesinato. Pensé en responder algo metafórico sobre un corte, una herida en la tierra; no, mejor, una línea en el mapa del pasado parecida a una grieta en el suelo, como una falla que no puedo atravesar y no me permite respirar el aire del otro lado. Demasiado críptico y demasiado mentiroso. Lo que quería decir era más sencillo y más duro: que no sentía nada especial, más allá de tener la certeza de lo miserable que es la guerra y lo especialmente miserable que era España en esos años.

 

Como no sentía nada y me escandalizaba no sentir nada, empecé a hablar de mi deseo ingenuo por encontrar una foto de mi abuelo adolescente en el frente del Ebro o de la historia de Larry Burrows que, como chico del laboratorio de Life en Londres, quemó las fotos de Capa sobre el desembarco de Normandía para luego convertirse en uno de los tótems del fotoperiodismo en Vietnam. Un par de ases en la manga.

 

Para calmarme, pensé en buscar algo que me hiciera sentir algo. Lo encontré en una serie de tres fotografías de Capa en las que se puede ver a su amada Gerda Taro durmiendo en la cama. Gerda duerme y Robert dispara. Gerda muere aplastada por un tanque y Robert guarda esos negativos. Yo los hubiera destruido, hubiera dejado de hacer fotografías. Me conmovió.

 

Alguien dijo que el pasado es otro país, pero un país en el que todas las victorias se cuentan por derrotas y todos los vivos por muertos. Todo será pasado.

 

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