Obama ha mostrado, en el viaje que realiza a la India, su admiración por Ghandi, Lincoln y Luther King.
El pacifista indio ha sido objeto preferente de su atención en el primer día de estancia en el gran país asiático. Ha visitado el sitio donde trabajó en Mombay y hecho múltiples referencias a su doctrina. Algún comentarista ha encontrado que, en sus manifestaciones, entraba ya en el tópico y en lo manido. El Presidente estadounidense reverencia sinceramente la figura de Ghandi, no está haciendo una operación de relaciones públicas que, por otra parte, en la India es inevitable, pero no falta quien señale que el país hace tiempo que se separó de las doctrinas del venerado santón. La sociedad india ha abandonado el ruralismo y la austeridad que preconizaba Ghandi; el consumismo, la modernidad, la imitación de lo occidental subyugan a las crecientes clases medias(en la oscarizada película “Slum dog millionaire” se atisba bastante de esto) y, paradójicamente, uno de los frutos del viaje de Obama será la venta de un cuantioso paquete militar . Un regalo del cielo para el mercado del empleo estadounidense pero algo que muestra el divorcio con el mundo pacifista del adorado santón. La capitalista Estados Unidos vendiendo copiosamente armas a la India cuando antes era proveedora de su rival, Pakistán. El mundo cambia.
Obama ha sido muy bien acogido en el país, es en el que pasará más tiempo de su periplo asiático. Ya Bush tuvo una considerable popularidad en la India debido a que firmó un acuerdo nuclear, allí resistió el declive en picado que le trajo la guerra de Irak . Ahora Obama, de su lado, seduce por su carisma, en la India lo mantiene. Es un buen bálsamo después de la bofetada de las elecciones.
Simultáneamente se conmemora en Estados Unidos el ciento cincuenta aniversario de la Guerra Civil o de Secesión sobre la que se han escrito unos 26,000 volúmenes. Lincoln, el Presidente más insigne para los americanos, aquel cuya elección provocaría la secesión del sur, es también una personalidad a menudo citada por Obama. En la catarata de artículos que empiezan a aparecer en la prensa estadounidense sobre aquellos acontecimientos y sobre Lincoln-un personaje que, como Ghandi, moriría asesinado-se glosan algunas de sus frases conocidas( “yo no controlé los acontecimientos, he de confesar que los acontecimientos me controlaron a mí”, “ni quiero ser esclavo, ni quiero ser dueño, esta es mi idea de la democracia”) y se subraya que Lincoln ganó las primarias de su partido, el republicano, porque, aunque contrario a la esclavitud, repetía que la mantendría en los Estados en que fuera legal, es decir los del sur. Su rival Seward, al que luego daría un importante puesto en el gabinete, quería hacer tabla rasa inmediata de la institución. Los votantes del partido republicano escogerían al más centrista Lincoln tratando de salvar la estabilidad del país y no espantar a los sureños.
El propio Lincoln, ya iniciada la guerra con los Estados que se habían desgajado, después de afirmar que a él le gustaría que todos los hombres fueran libres, escribió algo que muestra su veta política: “Mi objetivo esencial en esta lucha es salvar la Unión…Si pudiese salvarla sin liberar a ningún esclavo, lo haría; si pudiera salvarla liberándolos a todos, lo haría y si pudiera salvarla liberando a unos y a otros dejándolos como están, también lo haría…”
Un claridad y firmeza que deben encantar a Obama.