Gitanos

 

Django. Criado en La Zona, uno de los asentamientos de gitanos instalados en la periferia de París a comienzos del siglo pasado, siendo muy joven Django Reinhardt tuvo que reconstruirse como intérprete tras sufrir graves quemaduras en su mano izquierda siendo muy joven. Aquel incidente le hizo abandonar el banjo y comenzar a tocar la guitarra, con un cordaje más blando.

 

Django: «¡Estoy harto de dar consejos! ¡Ellos tienen cinco dedos y yo sólo dos! Escucho acordes en mi cabeza que sé que nunca podré tocar…».

 

En Django Reinhardt. Un gitano en París (Ed. Milenio, 2012) se ofrece un completo retrato del músico manouche. Al parecer, sólo se sentía completamente en casa cuando dormía bajo el techo de una de aquellas caravanas gitanas con las que los romaníes recorrían una Europa –para ellos- sin fronteras. Un amigo del guitarrista comentando su estilo de vida: “Cuando Django comenzó a tener algo de dinero y éxito, no sabía qué hacer con ello. Estaba como los ángeles en el cielo, vivía en un sueño, un día podía estar descorchando champán y al día siguiente fumando colillas recogidas del suelo, pasaba de un estado a otro con absoluta indiferencia”.

 

Django disfrutó de una gran fama durante los últimos años de la vibrante época de entreguerras y también durante los años más oscuros de la Segunda Guerra Mundial. A ambos lados del Atlántico su nombre se pronunciaba entretejido con leyendas sobre su portentosa capacidad interpretativa y su espíritu libre. El violinista Stéphane Grappelli: “Una noche cuando veníamos de vuelta de trabajar en el barrio de Montmartre, Bricktop nos llama diciéndonos que Louis Armstrong estaba en su club. Debían ser las cinco de la madrugada y quería saber si Django podía ir y acompañar a Armstrong. Naturalmente Django y yo reaccionamos a la vez. Ha sido la única vez en mi vida que he visto a Louis cantar acompañado por la guitarra de Django. No era necesario decir en qué tono o qué tema se iba a tocar, Louis comenzaba y Django le iba a la zaga en un abrir y cerrar de ojos. Para mí fue relevador. Todos allí estábamos en trance”.

 

Las grabaciones de jazz registradas en un estudio rara vez permiten hacerse una idea de la libertad sonora que puede llegar a alcanzarse en una interpretación en directo. Tampoco podemos comprender la potente al mismo tiempo que elegante y fluida carrera depredadora de un guepardo cuando lo vemos enjaulado en un zoológico. Por su parte, Django disfrutaba mucho más de una fiesta gitana hasta el amanecer en alguno de los asentamientos que salpicaban la geografía francesa que en el más lujoso de los auditorios en los que tocaba para ganarse la vida.

 

De entre los muchos sinónimos que tiene la palabra jazz, uno de los más esenciales es revelación. La clase de revelaciones que se obtienen a través de las epifanías vividas en primera persona.

 

 

 

 

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Campamentos aujourd’hui. Los campamentos de gitanos en la periferia de París continúan existiendo. El bailaor español Israel Galván, de madre gitana, visitó hace unos días el de Ris-Orangis. El corresponsal de El País en la capital francesa, Miguel Mora, escribe: “En el campamento, el viernes fue día de fiesta mayor. La estrella del flamenco Israel Galván, el revolucionario bailaor sevillano, acudió al campamento para bailar y conocer de primera mano la situación de los gitanos. Galván actúa estos días en el Teatro de la Villa de París con su espectáculo Lo Real, una visión sobre la persecución nazi y el Holocausto gitano —Porraimos, en caló—, en el que murieron más de 600.000 romaníes y sintis”.

 

Ni el gobierno Sarkozy ni el actual gobierno Hollande han encontrado otra solución para las comunidades gitanas instaladas en campamentos que no sea el desalojo forzoso.

 

 

 

 

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El violinista de Vasko Popa. La editorial hispano-mexicana Vaso Roto ha publicado traducida por pimera vez al español la poesía completa de Vasko Popa, uno de los poetas serbios más importantes del siglo XX. Internado en un campo de prisioneros nazi por su participación en la resistencia partisana, en su obra encontramos varios poemas sobre aquella experiencia. El siguiente poema, ‘Oficio del hombre’, es uno de ellos:

 

Antes del amanecer nos despiertan

Y forman en fila

En el campo de concentración

 

En la lista de la muerte

Retumba también el nombre del Gitano

 

El Gitano mete el violín bajo la axila

Y sale

De la fila de los vivos

 

El vocero le dice con burla

Que no necesitará el instrumento

 

El Gitano saca el pecho

 

¿Crees

Que la muerte me encontraría

Un mejor oficio?

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