Tormentas, vientos huracanados arrasan la esperanza en la guerra callada. Olor a sangre. Miedo cada mañana y cada noche ante misiles asesinos que buscan venganza en una ofensiva alimentada por el odio, la incomprensión y los intereses geopolíticos. Gritos en la noche ahogada. Llamas que abrasan las luces que con vida se esconden bajo la tierra maltratada.
Injusticias mil. De uno y otro lado. Ira y rencor que alimenta con cobardía lo que otros avivan a escondidas el fuego que destruye corazones inocentes y vidas rotas que caen bajo la metralla alimentada por el desprecio a la vida, al amor y a la paz.
¿Es así la nombrada dignidad que nos diferencia del resto de las especies? ¿Cómo hemos llegado a destruirnos a nosotros mismos sin pudor ni vergüenza?.
El silencio ha dado paso al ruido ensordecedor de drones asesinos que llevan marcados la muerte. Horror. Tambores siniestros tocan las venas derramadas, ríos ensangrentados y niños que portan en sus mejillas lágrimas que caen, formando arroyos donde se ahoga la humanidad olvidada.
La tierra tiembla…
engullida,
sombras calladas
y miedos del silencio
tras la mañana.
Tanques siniestros
por el camino avanzan
sembrando miedo
en cada esquina sagrada.
Fuego, humo y gritos
rompen la madrugada,
llantos inertes
de un mundo que llora
ante la paz aplastada.
¿Dónde se encuentra
la sabiduría humana?
¿Dónde la dignidad
atrapada?
La historia se repite
con sangre derramada.
La ciencia acosada
escondida calla.
Y mientras, la Tierra
busca nuevas miradas,
manos que se unen
en cada esquina pintada.
Miro al cielo
y no encuentro respuesta.
Cierro los ojos
y solo deseo
que las armas se conviertan
en bellos textos
y de sus bocas escupan
flores con mil versos