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Guillermo Martín Bermejo: un mínimo arte grande

 

Música de cámara es la primera exposición del artista madrileño Guillermo Martín Bermejo en la galería Fernández-Braso. Dibujos a lápiz sobre papeles de libros y cuadernos antiguos “que ilustran y narran el evocador, imaginativo y singular universo creativo, emocional e intelectual del artista”. Con motivo de la exposición se ha editado un catálogo que contiene un texto del crítico y comisario de arte Óscar Alonso Molina, en el que señala: “Poesía y literatura, lecturas infinitas mientras suena música de cámara de fondo; la galería de retratos del vastísimo mundo referencial de Martín Bermejo se funde ya, se amalgama con esa prolija serie de jóvenes un tanto apáticos, tan bellos con quebradizos. Al tiempo que un aire religioso, más bien un cierto misticismo, envuelve la pasión con que se detiene en observar lo minúsculo, lo más delicado, cuanto parece abocado a desaparecer delante de nuestros ojos”. Nacido en 1971, el crítico Enrique Andrés Ruiz ha señalado en Babelia que “os meticulosos dibujos del artista madrileño reclaman el material desechado por la realidad de la vida, todo lo frustrado, humillado y excluido, para una redención por la poesía”. Y añade: “Hace ahora veinte años, en una exposición titulada Soledad de los supermercados, en galería madrileña Travesía Cuatro, vi por primera vez el trabajo de Guillermo Martín Bermejo. También era una de sus primeras exposiciones. En aquellas obras, unos pequeños seres desvalidos, de gran cabeza y cuerpos que, al contrario, parecían afectados por alguna atrofia, aparecían en el abandono de unos espacios anónimos y mecanizados, acusando su íntima soledad. Así lo recuerdo. También recuerdo que las pequeñas pinturas sobre tabla enseguida inducían a pensar que ese contraste entre el mundo y la intimidad era vivido por aquellas criaturas como una verdadera expulsión del paraíso. Veinte años después, lo sintético, casi heráldico, de aquellas figuras y escenas, ha desaparecido, sustituido por su contrario: el exacerbado detallismo de un dibujo cada vez más realista –cada vez más realista-mágico, por decirlo así–. Pero las incertidumbres, los terrores y las amenazas en el corazón adolescente, permanecen. A la vista ahora de esta Música de cámara, la hermosa exposición que se presenta en la galería Fernández Braso, vemos hasta qué punto aquella primera experiencia de la discontinuidad entre el mundo y el yo, la gran quiebra que caracteriza esa etapa de la vida, permanece en la obra de Martín Bermejo como constitutivo de su poética, con la condición de una revelación. Si entresacamos unas cuantas palabras de los títulos de sus exposiciones, veremos la evidencia de esa constante: soledad, histeria, niños perdidos, niños héroes, jóvenes ausentes, fragilidad, jardines olvidados, debilidad, desesperación, sueño…”.

 

Dónde: Galería Fernández-Braso, Madrid

Cuándo: Hasta el 10 de junio

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