Ya está bien, ya no hay excusas. Después de la independencia, vino Macías y nos cerró la boca. Primero a nuestros padres, y a medida que crecíamos, heredamos aquellas bocas calladas y sólo tuvimos los oídos atentos para escuchar malas noticias, cuando no eran los !plaf! de las bofetadas que soltaban los milicianos. Se les llamaba así y eran los efectivos iletrados del ejército que ofendían a Macías, pero creyendo, y diciendo, que lo defendían a muerte, matando a los demás. Era aquel tiempo en que si decían que en tu familia había un «enemigo» de Macías, o te escapadas del país o aceptabas que los guardianes de Blay Beach te dieran un pico para luchar a muerte con otro inocente acusado de otra cosa grave, que al final era sobre lo mismo, ser subversivo.
Pasaron los años y ahora están en el poder Constancia, Teodoro Obiang y Nguema Obiang, la esperanza de la juventud guineana (no meteremos aquí ni comillas ni cursiva, pues es la realidad). Detrás de ellos, cientos de personas, muchas de ellas analfabetos que no pudieron estudiar nada durante el régimen anterior, pero que ahora ocupan un cargo público para satisfacer sus deseos privados. El país mismo es emergente, según ellos, y hace dos meses que una señora que estudió en España quitó a su hijo de la universidad nacional porque, siendo estudiante de Medicina, sólo tenía de asignaturas Informática, Educación Física e Inglés. Hacía primero. Nada de Anatomía, nada de Fisiología, y pese a que en el patio de los locales de la UNGE, nombre oficial de la parida, hay una estatua sedente del general-dictador. Inmediatamente de saber que ahí no daban nada, qué vergüenza, hizo los papeles para mandarlo a Ghana, que no es que fuera algo de otro mundo.
En Guinea no hay apenas sistema educativo, lo que es el bachiller se menciona porque acuden los chicos, la Administración es ir a la oficina para conseguir algo para comer al día, un trapicheo, o estos suculentos puestos que tienen los familiares del que manda y aduladores que son un chollo. El sistema de salud es el que hay, todos buscando los dineros que circulan en los proyectos, y los hospitales vacíos de contenido y de voluntad. En las ciudades guineanas no puedes darte una ducha a cualquier hora, porque no hay agua en los grifos. En los pueblos las gentes se bañan en los ríos, o en cubos de agua vaciados por cazos. Pero toda esta carestía contrasta con la cantidad de coches grandes, y de todas las calidades, que estos que no estudiaron nada en tiempo de Macías han traído al país. En las dos principales ciudades ya no tienen dónde aparcarlos, y pensar que sólo les sirven para que nadie sospeche que no estudiaron nada. O que no son capaces de abrir la boca para defender con sus actos lo que estudiaron.
Es en este contexto que los guineanos adultos actúan como si el que dijera lo contrario al régimen y exigiera un mínimo de cordura es un apestado. Sí, estamos hablando de este asunto de que tú, tú, tú y tú ves a un «opositor» y no quieres que te salude, porque los que te vigilan sabrán que simpatizas con ellos. O la inhumanidad esta de que dices a tu amigo de antes, o a tu pariente, que no te visite, y porque si los chivatos os ven juntos perderás tu trabajo o la posibilidad de ganar unos francos con tus trapicheos. O la tontería esta de que en el extranjero valorabas lo que era la libertad, pero en Guinea reconoces que cada pueblo tiene al líder que se merece y te sumas al abuso lindamente.
Ya está bien de dar la razón a los que nos joden la vida y que dejarán el país como un erial. Porque si actuáis así para defender el estado de las cosas vigentes, ¿por qué hacéis este esfuerzo en dar educación formal y universitaria a vuestros hijos sabiendo que el único requisito para tener un empleo y meter sus jóvenes raíces en la corrupción que queréis mantener es tener una cara bonita y un cuerpo disponible, si es mujer, o la disposición anímica para «salir del armario» y satisfacer a otro hombre, si es otro hombre? No tienen ningún sentido que los que dicen que no podemos seguir así seamos los que sean mal mirados, y para que al final se diga que seguimos así no es solamente porque somos unos pobres mentales, sino por la herencia innegable de la negritud. Además, si doy educación a mis hijos, pero no quiero saber nada de los que alzan la voz, es que no solamente soy un cobarde, sino un egoísta y aprovechado, porque espero que mi hijo se aproveche del duro trajinar de otros, los apestados de hoy, los que quieren que las cosas cambien.
Con todo lo dicho arriba, estamos creyendo que en Guinea todos quieren hacer lo contrario de lo que se debería hacer. Y es arrebatadoramente sorprendente. Y es que si Guinea no fuera este país que todos pretenden tener, todos los que se atreven a elevar su voz por encima de lo se cuenta tendrían la estima, el apoyo y el calor de los guineanos que no forman parte de algo que a veces recibe el nombre de régimen. Sí, y para que no digáis que nadie sufre porque dice no al caos que aplaudís para proteger vuestro trabajo, os diremos que Enrique Nsolo, Lola Mba, Weja Chicampo y Natalia Angue Edjojomo, a los que se suman los de la oposición de siempre, estos que todavía no hacen campaña para el dictador, deberían tener la ayuda, el cariño y el apoyo del resto de guineanos, y porque por alzar la voz han perdido hasta el carnet de identidad, y por ello no son considerados guineanos.
Ya está bien, y terminamos esta reclamación diciendo que si la ciudadanía guineana no se implica en la lucha ni se interesa por las peripecias vitales de los que lo hacen, puede ocurrir que no tenga la voz para hacer reclamaciones más grandes cuando el destino permita que esta actitud actual suponga que los herederos del régimen actual recuerden la soledad en la que afrontaban los embates de esta irracionalidad. ¡Ya está bien!, y que conste que la ciudadanía guineana implica algo más que ser simples comparsas de los que arruinan nuestra existencia e hipotecan nuestro futuro.
Barcelona, 22 de junio de 2013