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Ha estado lloviendo mucho hoy

Ha estado lloviendo mucho hoy, pero es verdad que no me he mojado. O apenas me he mojado. Pero me ha gustado (y aterrorizado a partes iguales) el repiqueteo de la lluvia sobre el tejado de la oficina, del almacén, y más tarde en casa.

[O más bien me ha entristecido]

Empezó, sin embargo, el día con una cierta desazón. Nos dormimos. Llegamos ligeramente tarde a la escuela (fue culpa mía, no os lo voy a ocultar, hermanos). Bueno, un poco, tarde. Pero no importa. Teníamos excusa.

Llegué tarde también a los rayos UVA. Y llegué con retraso a la oficina y a las citas que tenía en la tarde. Pero no paró de llover en todo el día.

Y aun sigue, ahora que ya casi nos vamos para el otro día, el día de mañana.

*

He estado todo el día en la calle sin paraguas. Yendo a pie, en metro. También me han llevado en coche. Y he ido igualmente en autobús. Pero mojarme poco. Y eso que no ha parado de llover (y que yo no llevaba paraguas).

Ahora sí, milagrosamente, mientras esto escribo ha cesado el repiqueteo de los tejados. O bueno, se produce ahora con más distancia entre los sonidos. Como cuando la bolsa de las palomitas nos avisa de que paremos el microondas.

Tal cual aquel que anuncia que se viene la silenciosa película de la noche sin estrellas.

*

Ha estado lloviendo mucho hoy, pero ahora ya no llueve.
Así que voy a hacer como eso que dice la Dickinson que hacen los poetas, y voy a encender “lámparas nada más”, para que la noche se me llene de brillos perpetuos.

Y a escribir un poema de amor; eso es lo que voy a hacer.

Ahora mismo: Pensar, escribir, soñar un gran poema de amor.

Porque los días de lluvia son extraordinarios para el amor, aunque uno no esté enamorado (o justamente por eso).

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