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Mientras tantoHallowed be thy name, y su majestad Iron Maiden

Hallowed be thy name, y su majestad Iron Maiden

Moleskine 32 (Piel de topo)   el blog de Andrés Delgado

 

Rock, literatura, personajes, ficción y los intentos por narrar la música que se escucha en Medellín con sus sicarios y sus vueltas.

Durante la noche me atan las manos y ajustan una capucha negra. Alguien grita desde un hueco: “Dios está contigo”. Me empujan y caigo de rodillas. El golpe. El dolor. La inconciencia.

Cuando despierto sé que estoy en la parte trasera de una camioneta. Me siento desorientado y ciego. La sensación de haber viajado mucho. Escucho el rumor de la tormenta cuando atravesamos las avenidas. Las llantas escupen láminas de agua. El miedo me aprieta la garganta y desata presentimientos cada vez más siniestros. Estos tipos escuchan una canción de heavy metal, una voz aguda que parece una premonición: it really the end, not some crazy dream? Mis manos tiemblan y no dejo de recordar las imágenes del cuerpo de Mario. El pobre de Mario con marcas negras en la piel, grabados de electrodos y sellos de hierro caliente. Me siento avergonzado sabiendo que no lo habría resistido, y lo dijo todo, todo sobre el respetable al que santifico. Sabemos tantas cosas de él. Y ya que dimos los nombres de los testigos en su contra no queda más que mandarnos al papayo. Incluso ordenó nuestra desaparición.

Mario lloró y lo dijo todo. Acabaron con él y lo dejaron desnudo y tirado en un caño. En la autopsia encontraron restos de lidocaína: evidencia de las inyecciones que un doctor le suministró para que despertara luego de perder el conocimiento a causa de los choques eléctricos y los sellos del metal ardiendo sobre su piel. Lidocaína para evitar que su corazón se detuviera. Pero sobre todo para mantenerlo consciente y sintiendo dolor. El santificado deja su mensaje, todos lo leemos, sabemos que lo sucedido a Mario le puede suceder a nuestras familias. A mi Eliza, por ejemplo. Ya asesinaron la hija de un general, dizque intoxicada, todos sabemos lo que sucedió en realidad. Por eso lo mejor es quedarse calladito.

La camioneta se detiene y el motor se apaga. Unas manos me agarran y siento el cemento bajo los pies. Me quitan la capucha y veo el nudo de la soga. Desde allí colgará mi cuerpo. La atmósfera está cargada de un intenso olor a noche y lluvia, el olor de un mundo que no fue para mí.

Intento respirar para detener el terror que me invade. Es falso eso que se dice, que al tener la muerte al frente se recuerda la vida en unos segundos. Yo no recuerdo la vida, recuerdo a mi hija, y todo el tiempo que viví con ella. Eliza, la pequeña Eliza. Los bafles del carro truenan. Atrapa mi alma, atrápala, pues está por echarse a volar. Mark my words, believe my soul lives on, Don’t worry now that I have gone, I’ve gone beyond to seek the truth. Cuando sabes que tu tiempo se acabó empiezas a entender que la vida es solo una extraña ilusión. Y ya no tienes otra oportunidad para tratar de hacerla diferente. Santificado sea tu nombre.

Otros temas de literatura, promoción de lectura y periodismo narrativo

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