Cuando la gente de la calle piensa en ciencia, a menudo relaciona este término con imágenes de laboratorios con equipos espectaculares, llenos de aparatos inmensos, repletos de luces que se encienden y apagan junto a un montón de controles para manejarlos. Vamos, algo parecido a la imagen de la NASA. ¿Y los científicos?
Ese mismo imaginario los ve como unos señores con unos cuantos años, cara de despistados, calvitos o con pelos alborotados, con bigote y siempre enfundados en sus batas blancas. El hábito acaba haciendo al monje…. pero, aunque los aparatos del laboratorio son necesarios para realizar una investigación seria, no hay que engañarse, para hacer ciencia, lo más importante es la inventiva y la imaginación. Por eso, a veces cuando veo lo de I + D, en vez de pensar en “Investigación y Desarrollo”, me parece conveniente hacerlo en “Imaginación y Desparpajo”…
Además, en ciencia como en el resto de las ramas de actividad productiva, junto a ese grupo de veteranos en plenitud de facultades, cada vez hay más gente joven que dedicarse a esta actividad y que empujan. Personalmente, tengo que decir que estoy encantado de que los jóvenes empiecen muy pronto a investigar. Recientemente he podido hablar con mi amiga Paula García, de 14 años de edad, estudiante de 3º de secundaria. Junto con su compañero de clase Óscar Gómez han investigado si los cabellos y en particular su color, está o no relacionado con su fortaleza o resistencia.
Su trabajo ha sido realizado con tanta dedicación y con tan buen método que lo han preparado y presentado en GALICIENCIA, el certamen en el que los jóvenes estudiantes presentan sus proyectos de investigación innovadora. ¡Enhorabuena! Es un orgullo que dos jóvenes de 14 años hayan sido capaces de pensar, planear y poner en marcha, con poquísimos medios, un trabajo de investigación del que se pudieran obtener conclusiones serias y veraces. Como ellos, muchos otros adolescentes con inquietudes, pocos medios y mucha imaginación son la cantera que sigue y espera algún día poder desarrollar todo su potencial en plenitud. La cruz es que esta sociedad apenas premia el talento de estos o de otros en ciencia, artes plásticas o literatura, mientras se deshace en loas y encumbra a un, también joven, virtuoso con un balón entre sus pies. Sin despreciar y sin necesidad de elegir a unos sobre otros, la calidad científica de un país es su motor, lo otro es folkore.
No hay que hacer la ola ante las actitudes de Paula, pero alguien (Gobierno, medios de comunicación, etc) debiera reflexionar y equilibrar la balanza. Los modelos de conducta (de éxito) que se reflejan a través de los media son los que imitan las generaciones futuras. Si de verdad queremos hacer país, tenemos que apoyar la cantera…. y haberla haila.
Jesús Pintor, Bioquímico