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Hay mucha retaguardia en la oposición guineana

 

Algunos lo ven normal, pero no es una situación buena para el cometido que tenemos en Guinea. La dureza de la primera dictadura guineana y el desastroso estado del país hicieron que muchos nacionales se exiliaran y hoy son muchos los que residen en España. La necesidad de dar una respuesta al estado de cosas del país ha obligado a muchos guineanos a constituirse en partidos políticos. La situación descrita arriba hace que muchos de estos grupos constituidos se establezcan en el exilio, teniendo en cuenta la virulencia con la que el régimen de Malabo trata a la oposición. Pero hay mucha retaguardia en esta oposición. Y esto es un hecho derivado de la multiplicidad de estas estructuras. En la lucha contra la dictadura guineana debería haber una jerarquía mínima que debe mantenerse lejos de las veleidades represivas del régimen para asumir la dirección del país en caso de un cambio en la situación.  Es lo que llamamos retaguardia, necesaria, comprensible. Pero teniendo en cuenta que sólo puede propiciar un cambio una masa crítica mínima y responsable que se enfrente a la jerarquía vigente en el país, la cantidad de personas sobre las que concurre la circunstancia de que deben ser protegidos es muy alta. Entre los guineanos, en otras palabras, hay mucho líder indispensable.

 

No es el caso de obligar a nadie a enfrentarse a una situación de incertidumbre, pero tampoco se da la circunstancia de que esta nutrida retaguardia exiliada esté siendo sometida a ningún tipo de escrutinio o cuestionamiento de su autoimpuesto liderazgo. En el exilio, criticar a la oposición, con argumentos serios, es tabú, habiendo suficientes guineanos de criterio para llevar a cabo esta tarea necesaria. Esta renuencia a emitir críticas contra los que se dicen opositores tiene su raíz en el hecho de que los líderes se reparten los afectos, un hecho que nos llevaría a la situación actual de Guinea. Además, ¿cuál sería la respuesta de la comunidad exiliada guineana si de repente se produjera un cambio? ¿Cómo gestionarían el choque de los múltiples intereses de los aspirantes a puestos altos de la política? ¿Cómo se decidiría?

 

Un hecho sobre el que hay que insistir, para el recuerdo de la oposición en el interior de Guinea, es que Guinea Ecuatorial no necesita solamente la implantación del multipartidismo. O bien, no lo necesita en el formato actual. Dinerariamente rico, Guinea es un país pobre que no podría aguantar la dinámica electoral que premia políticamente al que más dinero gasta en campañas. En esto podríamos no copiar  lo que se hace en el mundo actual. Habiendo todo sin hacer, no tendría absolutamente ningún sentido repetir este sistema. Así que, se debería arbitrar un sistema eficaz de acceso al poder. Y sí se puede.

 

Es hora de que los cientos de guineanos académicamente preparados asuman la actitud de cuestionar las formas de relación de la pléyade de políticos que aspiran a gestionar sus asuntos. Son ellos los que más pueden aportar para la construcción de una alternativa seria a la desastrosa jerarquía política actual. No hacerlo es incumplir con su deber.

 

Barcelona, 13 de agosto de 2016

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