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Mientras tantoHispanofobia

Hispanofobia


 

Semanas atrás el historiador Joseph Pérez señalaba que la leyenda negra de España fue el pretexto para el triunfo de la Reforma, el auge del protestantismo y la afirmación del mundo anglosajón.

 

Al paso de los siglos, la condena al tronco hispano como inquisitorial, ignorante y fanático se ha mantenido en todo el mundo. El vaciamiento de la cultura y su complejidad es la fase intermedia de tal estigma. La moralidad protestante se  entronizó en tanto vía terrenal de la búsqueda de perfección social.

La ideología wasp (blanca, aglosajona y protestante) ha persistido en la vanguardia de los empeños imperiales de Estados Unidos de Norteamérica. Se trata de la vigencia de la tríada Toynbee-Spengler-Huntington.

El núcleo de sus tesis refieren a la inevitabilidad de la guerra en la Historia a partir de las diferencias políticas y culturales. Claro está, desde tal punto de vista la cultura occidental (EEUU y la Europa no hispana) encarna la primacía, el resto serian “sub-civilizaciones”, por ejemplo, el mundo hispanoamericano (España, México, Centroámerica, Sudamérica).

En el marco de la violencia en el continente americano, el correlato de tal perspectiva implica dos niveles: la estrategia geo-política y sub-continental de EEUU hacia el siglo XXI y su teatro de operaciones militares. El detonador es la guerra al narcotráfico (que suelen auspiciar agencias como la CIA y la DEA). En el primer nivel hay que incluir el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida (México). En el segundo nivel se debe considerar desde el 9/11 la frontera sur de EEUU como “muro” blindado respecto de México y el “túnel” (Centroamérica) hasta el Canal de Panamá, así como el territorio colombiano y las bases militares de EEUU como plataforma de dominio en el Cono Sur. Los objetivos son crear zonas de violencia, de crisis social, donde el armamentismo y la para-militarización sostengan la formalidad política de los países latinoamericanos.

Desde el punto de vista wasp, los latinoamericanos y los hispanos o latinos en EEUU, sean inmigrantes o no, representan un estatuto secundario en relación del predominio occidental: un estatuto que se muestra proclive al desorden y a la necesidad de control. Así es como ha reaparecido el estigma contra el tronco hispano en la ultra-contemporaneidad. Las ideologías se deben medir menos en su valor de verdad que en su principio de eficacia. De allí la importancia de observar el comportamiento de la ideología anti-hispana en la realidad que arrastra una memoria repelente al desgaste.

Joseph Pérez afirma que “Hay algo de la leyenda negra que ha perdurado y no sé si ha desaparecido totalmente”. Un estigma que parece renovarse con la grave crisis económica. “El Fondo Monetario Internacional que está formado fundamentalmente por representantes de los países del norte debe pensar, aunque no lo diga, que Grecia, España y Portugal, son naciones incapaces de desarrollarse. El pecado original de estos países es el de ser católicas y latinas”, sostiene al referirse a la crisis económica actual en estos países ( http://www.abc.es/20100629/cultura-libros/joseph-perez-201006291647.html ).

El auge del ultra-liberalismo, el fetichismo del Mercado, la economía globalizada  o post-fordiana y las sociedades de la información trajeron también una serie de modelos contradictorios de entender el mundo, por ejemplo, el “fin de la Historia”, la Estatofobia, la fe en el crecimiento incesante de la economía, la democracia procedimental en tanto límite de la política, la urgencia de normalizar lo “patológico” (minorías homosexuales y lésbicas, las uniones entre personas del mismo sexo, los matrimonios y las adopciones correspondientes, etcétera), o el laicismo como nueva religión a la usanza de los tiempos. Las ventajas y desventajas de tales modelos son materia de polémica racional o de disputas irracionales en el presente. Y piezas prácticas en el accionar público de las sociedades.

Ante tales hechos es necesario evocar la Historia y cada contexto histórico con el fin de esclarecer la viabilidad del respeto y la tolerancia individual y colectiva. Construir modos de comprensión ante lo complejo contra las manías de perfección social basadas en prejuicios.

 

 

 

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