Cantautores como Claudina y Alberto Gambino le hicieron homenajes entrañables, con versiones fáciles de seguir y tararear de sus irónicos cantos a la inteligencia. Pero nada como escuchar (en disco, si no quedaba más remedio) al propio Georges Brassens (que este año hubiera cumplido 90 años). Los comisarios de la exposición abierta en la Ciudad de la Música de París han tenido el acierto de hacer hincapié en los aspectos más libertarios de un trovador que se reía de la reputación, los prejuicios y los terrores de los buenos burgueses, compatriotas, y homólogos por doquier. Concebida por la periodista Clémentine Deroudille y el dibujante y cineasta Joann Sfar (responsable de la controvertida película sobre Serge Gainsbourg), la exposición no solo incluye manuscritos inéditos del autor de «La mala reputación» sino muchas fotografías de su infancia, su familia y su juventud. En la muestra se exhibe un vídeo, también inédito, del concierto que ofreció en la sala Bobino de París en 1969. En los papeles descubiertos recientemente en su casa de París habla de mayo del 68: «¿Cómo puede suponer que no estoy de acuerdo con los estudiantes y con los asalariados?, pero hacer demagogia y gritarlo a los cuatro vientos, no». En otra página, añade: «Si me hubiera metido, ¿qué hubiera parecido? Yo ahí en las barricadas, con mis dos riñones escacharrados, ni pensarlo. Un peso muerto… y además, no me gusta llamar la atención». Puro Brassens.