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Mientras tantoHorror en el supermercado CLXXI – De festival en festival

Horror en el supermercado CLXXI – De festival en festival


CAROL.- No puede ser.

TIAGO.- Sí, Carol Te digo que estuve en donde duermen los estudiantes el segundo día de Veranos de la Villa.

CAROL.- ¿Y dónde duermen los estudiantes?

TIAGO.- En su casa, la casa de los estudiantes. Era un edificio de ladrillo rojo…

CAROL.- Bueno, rojo como todos los ladrillos… No va a ser de ladrillo verde…

TIAGO.- Que está por ahí por detrás de…

CAROL.- ¡Esa es la Residencia de Estudiantes!

TIAGO.- ¡Eso he dicho!

CAROL.- No, no has dicho eso exactamente.

TIAGO.- Bueno, donde duermen los estudiantes, la residencia de estudiantes, es lo mismo, digo yo…

CAROL.- ¿Y qué viste?


Mover montañas en la Residencia de Estudiantes – foto de Sandra Fernández

TIAGO.- A Alberto Velasco haciendo una pieza que se llama Mover montañas, primero llega con una cabeza enorme y una cesta y baila, luego se quita cosas, y tiene cintas de colores, y suena una voz de hombre que dice que los pueblos que danzan y que cantan no se mueren en la vida, y luego suena otra voz de mujer que…

CAROL.- No me cuentes más por si acaso la veo algún día. Solo dime si te gustó.

TIAGO.- ¡Pues claro! Pero a Agapito no tanto.

CAROL.- Yo, de Agapito, no me fío

TIAGO.- Mejor, porque Agapito es un murciélago un poco raro.

CAROL.- ¿Qué más has visto?

TIAGO.- Pues luego en Veranos de la Villa vi en el Patio del Conde Duque un montón de piezas, bueno, cuatro, de la Compañía Nacional de Danza, se llamaba aquello  Remansos / Sinatra Suite / Tschaikovsky Pas de Deux / Passengers Within, es decir, los cuatro nombres uno detrás de otro. La primera estuvo bien, la segunda no lo sé, la tercera fue como un salto en el tiempo y la cuarta ya salía mucha gente y se animó más la cosa.


Passengers Within – foto de Fernando Tribiño

CAROL.- ¿Te gustó?

TIAGO.- Que sí… Además, hice un dúo con Joaquín de Luz, pero él no se dio cuenta.

CAROL.- No entiendo.

TIAGO.- Es que la pieza que se llamaba Sinatra Suite era un dúo, pero resulta que hubo un momento en que salió solo, porque la bailarina se escondió, y como la web decía que era un dúo, pues yo bailé con él. ¡Y ni me vio! La verdad es que baila mejor que yo, porque yo solo sé bailar volando, pero estos bailarines saben bailar volando, de pie, tirados por el suelo… De muchas maneras. Creo que nunca podré ser bailarín.

CAROL.- ¿Y qué más has visto?

TIAGO.- Pues de Veranos de la Villa, el martes vi a la Banda Sinfónica Municipal tocando una obra del siglo XXI llamada Circus Maximus. Era una orquesta con muchos instrumentos de viento en todos los lugares del patio, y hasta hubo músicos que se pasearon tocando, y creo que todo eso estaba escrito así en la partitura, porque era una obra del siglo XXI. La mayoría de la gente pensó que era una cosa extraña, y no les gustó, y además de no gustarles lo expresaron bien alto. Pero a mí me encantó. Yo creo que la gente esa noche prefería música ñoña. Vio una orquesta y pensó que iba a escuchar algo ñoño. Algo bonito. Como si las orquestas fueran sinónimo de tocar bonito.


Circus Maximus en Veranos de la Villa – foto de Fernando Tribiño

CAROL.- ¿A qué te refieres con “bonito”?

TIAGO.- Pues bonito es bonito, es decir, algo que te hace derretirte en la butaca, algo que te hace poner la sonrisa de “ay, qué bonito”, algo que se parece más a la música normal y convencional… Nada que innove. Nada que arriesgue. Nada que les descubra nada. Es decir, la música que ya conocen. La gente del concierto se quería quedar como estaba, salieron de casa con ganas de quedarse como estaban, y por eso cuando oyeron la primera pieza, Circus Maximus, de un compositor estadounidense llamado John Corigliano, que se había estrenado en 2005, pusieron cara de asco durante los 40 minutos que duraba, e hicieron comentarios soeces, uno tras otro. Pero cuando la orquesta tocó otra segunda pieza que no estaba anunciada, que resultó ser de Brahms (me enteré por un espectador, porque nadie lo dijo) y la tocaron con mucho saxofón y ningún violín, eso ya les gustó mucho más, porque eso ya no se salía de los cánones, y entonces dijeron “esta sí”, y “oh, qué bonito”, y a mí me dieron ganas de mandarles a todos de vuelta al establo a restregarse en el lodo.

CAROL.- Bueno, esa mentalidad es difícil de cambiar.

TIAGO.- ¿Qué mentalidad? ¿La de la gente que quiere volver a casa tal como salió? ¿Para qué salen de casa? Como es difícil de cambiar esa mentalidad, para tenerlos contentos lo mejor es tirar la toalla y darles la razón, no darles nada nuevo que les haga descubrir nada. Lo mejor es cambiar los nombres de los teatros y de los ciclos y festivales… En los centros en que se programaba la Nueva Dramaturgia a partir de la temporada que viene se va a programar la Vieja Dramaturgia. Los lugares con la denominación Centro de Cultura Contemporánea pueden pasarse a llamar Centro de Cultura Prehistórica. El Ciclo de Dramaturgia Joven Contemporánea se puede llamar Ciclo de Dramaturgia Vieja Antigua. El Centro de Nuevas Tendencias Escénicas se puede llamar Centro de Viejas Tendencias Escénicas. Allí donde programaban a Nuevos Autores ahora pueden empezar a programar a Viejos Autores. El Ciclo de Artes Vivas puede convertirse en Ciclo de Artes Muertas. El Festival de Teatro Europeo Joven, puede transformarse en el Festival de Teatro Europeo Viejo. Y luego, también lo que pueden todos los teatros es programar novelas antiguas de autoría fallecida hace décadas, como las de Emilia Pardo Bazán en el Fernán Gómez, las de Virginia Woolf y Carmen Laforet en el CDN, la narrativa de Rulfo, Cortázar, Borges, Chaves Nogales, Carmen Martín Gaite y otras en la Abadía…

CAROL.- ¿Todo eso es cierto o te lo estás inventando?

TIAGO.- Lo de las novelas es cierto. Lo otro todavía no, pero puede suceder en las próximas temporadas.

CAROL.- Eres un exagerado.

TIAGO.- ¿Yo?

CAROL.- Y, por cierto, ¿cómo sabes tanto de música?

TIAGO.- Es que soy un murciélago muy listo.

CAROL.- Ya veo, ya.

TIAGO.- Ahora me voy al Conde Duque a ver dentro Veranos de la Villa un espectáculo de Japón que firma un hombre japonés llamado Hiroaki Umeda, que no hace cosas tan convencionales, creo. Pero las señoras que fueron al concierto de la orquesta en el patio, esas que empezaron a criticar sin piedad ni rubor ni consideración ni empatía ni respeto, esas no creo que vayan, porque lo del patio era gratis y en esto hay que pagar.


Hiroaki Umeda en Veranos de la Villa – foto de Fernando Tribiño

CAROL.- Ya, es que si es gratis es otro tipo de público, es precisamente al que le gusta escuchar cosas bonitas.

TIAGO.- Ah, pues sí, ahora que lo dices, tiene sentido.

CAROL.- Si es gratis tiene que ser una cosa breve de los Álvarez Quintero, con su puntito conservador, con la mujer metida en casa cocinando y el marido ganando los cuartos para darle el dinero para que la mujer compre los alimentos y los cocine. Eso les hace mucha gracia. Si es gratis, para que no empiecen a protestar, tiene que ser de los Álvarez Quintero, y si es de pago, ya puede ser Hiroaki Umeda.

TIAGO.- No sé quiénes ese Álvarez Quintero.

CAROL.- Son dos.

TIAGO.- ¿Dos? Qué montón. Qué agobio.

CAROL.- ¿Y del festival con el nombre más largo jamás pensado no me has hablado aún?

TIAGO.- ¿Cuál?

CAROL.- El Festival Iberoamericano del Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid Clásicos en Alcala.

TIAGO.- Ah, es verdad, aún no. Otro día te cuento.

CAROL.- ¿Y qué te queda por ver?

TIAGO.- Bueno, en Veranos de la Villa veré Zarzuela en Danza, que es también en el patio del Conde Duque, y lo mismo salgo a bailar aunque no quiero ser bailarín. Ya veré si me animo. Y luego quiero ver Cassandra, o el elogio del fracaso, dentro del festival de ópera de cámara Ópera a quemarropa, que es como si te dispararan una ópera a quemarropa, como una bala, pero con ópera. Te meten la bala, es decir, la ópera, por el cogote o en la frente a toda velocidad.


Cassandra, o el elogio del fracaso
– foto de Javier Naval

CAROL.- No sé qué festival es ese.

TIAGO.- Creo que es nuevo de este año, es un festival de la Comunidad de Madrid que tiene unas cinco óperas, creo.

CAROL.- ¡Qué bien te lo pasas?

TIAGO.- Y luego está el Festival de San Lorenzo, también de la Comunidad, pero ese es en agosto y en San Lorenzo del Escorial. Como vuelo muy rápido, puedo ir y volver sin problema del súper allí y de allí al súper.

CAROL.- Fuiste al de Mérida, pero, ¿no has ido al de Almagro?

TIAGO.- No.

CAROL.- ¿Al de Peñíscola?

TIAGO.- Tampoco.

CAROL.- ¿Olmedo? Eh… Yo qué sé.

TIAGO.- A ver, la Península Ibérica está llena de festivales, puedo estar todo el día de festival en festival, pero solo tengo un cuerpecito y no puedo visitar todos. Sagunto, Almada, Arca, Escenas de verano… La revista Godot ha preparado una web con muchos festivales, no están todos aún, supongo… He estado mirando la web en tu móvil.

CAROL.- Ah, muy bonito, en mi móvil…

TIAGO.- El día que me compres un móvil dejaré de usar el tuyo.

CAROL.- Eres un murciélago, se supone que los móviles son para los humanos.

TIAGO.- Ya, igual que se supone que las orquestas tienen que tocar música bonita. Hay un mapa nada más entrar y en la Comunidad de Madrid aparecen 32, desde Clasicoff de Nave 73, For/With/By en que participa LaJoven y se pudo ver en la Abadía, Círculo de Bellas Artes y Getafe, que fue hace un par de semanas, el Festival Essencia de Cuarta Pared que acabó el sábado pasado con una joven muy potente que se llamaba Andrea Carrión con Wanting, el Coslada Radial, el Cuerpo Romo, el Surge Madrid, el Firco, el Festival de Otoño, el Pendientes de un hilo, el Bailar en la Berlanga, el Festival Domingo de La Casa Encendida, Teatralia, Ellas Crean, Madrid en Danza, Visibles, Danza en la Villa, Titirimbana… Y muchas más.

CAROL.- ¿Y en otras comunidades?

TIAGO.- Lo miras en el móvil.

CAROL.- ¡Pero si cuando lo quiero mirar lo tienes tú!

(¿Es verdad que Tiago está todo el día de festival en festival? ¿Qué les pasa a los teatros con las novelas? ¿Cuándo explotaremos todos? Para saber todo lo que pasa en este terrible supermercado y algunas cosas fuera de él, pulsar aquí.)

 @nico_guau

 


Mover montañas en la Residencia de Estudiantes – foto de Sandra Fernández

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