Hace unas semanas el canal Al Jazeera dedicó un breve reportaje al estado de la sátira política en Rusia. Excluido de los medios mayoritarios, controlados por el Kremlin, el humor político más crítico con el poder ha encontrado refugio principalmente en los pequeños canales televisivos que emiten su señal a través de Internet.
El panorama político y social ruso de la última década se ha demostrado como una fuente inagotable de hechos risibles. Aunque ni la propaganda, ni la censura ni la represión han alcanzado la rigidez del período soviético, en la Rusia del régimen construido por Vladimir Putin la propaganda, la censura y la represión –en sus distintas modalidades, incluidos los asesinatos políticos- se han ido consolidando como unos instrumentos más de gobierno, tal vez los más eficientes.
Al poco tiempo de llegar al poder, Vladimir Putin emprendió un profunda purga de los oligarcas menos dispuestos a aceptar su estilo de gobierno. Curiosamente entre los afectados se encontraron dos de los oligarcas que habían sostenido al clan Yeltsin y que contibuyeron a que Putin fuese nombrado director de los servicios secretos, más tarde primer ministro y luego presidente: Boris Berezovsky y Vladimir Gusinsky, propietarios de dos de los canales de televisión más importantes de Rusia en su momento. Los canales televisivos de Berezovsky y Gusisnky no eran precisamente independientes de los intereses del poder, más bien al contrario, pero desde que sus dueños tuvieron las primeras discrepancias con Putin y hasta que fueron obligados a exiliarse ambos canales ejercieron una cierta crítica contra algunas de las acciones del gobierno más cuestionables, emitiendo reportajes sobre Chechenia y programas dedicados a la sátira política.
El humor político en Rusia tiene una larga tradición y alcanzó su máximo esplendor durante la dictadura soviética. Inventar y contar chistes sobre el sistema y sus dirigentes eran una de las escasas acciones de resistencia que los ciudadanos soviéticos podían oponer a las consignas propagandísticas que trataban de ocultar una realidad precaria y en muchos aspectos deprimente.
El humor es subversivo. A los regímenes dictatoriales les desagrada, lo ven como una amenaza y por eso lo suelen criminalizar. En la Unión Soviética muchos ciudadanos cumplieron largas condenas de cárcel y trabajos forzados por el simple hecho de haber contado un chiste que cuestionara, directa o indirectamente, la estructura de poder o las acciones de los dirigentes soviéticos.
Ya en los primeros años de la Revolución, cuando Lenin ejercía de sumo pontífice político, los ciudadanos rusos comenzaron a crear y transmitir chistes que reflejan la realidad en los espejos cóncavos y convexos del humor: el único modo de retratar con fidelidad una realidad oficial distorsionada por la propaganda sobre los logros y la legitimidad de los nuevos gobernantes.
En aquellos primeros años convulsos que siguieron a la caída del viejo régimen zarista, los chistes políticos se fueron extendiendo poco a poco entre la población, aunque sin alcanzar las cotas de excelencia que se lograrían durante la época estalinista.
Una vieja campesina, que se encuentra visitando el zoológico de Moscú, ve un camello por primera vez en su vida. “¡Madre mía!”, exclama, “mira lo que le han hecho a este pobre caballo los bolcheviques”
Los chistes pueden ser un mecanismo de defensa contra nuestros miedos y ansiedades. Aunque no cancelan el miedo, lo relativizan y eso proporciona un cierto alivio. Durante el gobierno de Lenin la Cheka representaba la mayor amenaza para cualquier ciudadano. A menos que formasen parte de la Cheka, claro.
Tras la Revolución de octubre, Dios envía tres observadores a Rusia: San Lucas, San Jorge y San Pedro. Tiempo después los tres santos le hacen llegar tres telegramas:
‘He caído en manos de la Cheka’-San Lucas
‘He caído en manos de la Cheka’-San Jorge
‘Todo bien. Haciendo un buen trabajo. Supeintendente de la Cheka Petrov’
La gran reforma industrial, que pretendía modernizar la estructura productiva del país, tampoco se libró de convertirse en objeto de chistes.
Un inspector, que se encuentra realizando una inspección en una fábrica, se dirige a uno de los trabajadores: ‘¿A qué se dedica usted?’
‘A nada’.
‘¿Y usted?’, le pregunta a otro trabajador.
‘A nada’.
El inspector escribe en su informe: ‘El segundo trabajador puede ser despedido, porque constituye una duplicación innecesaria’.
Los escritores satíricos que tanto éxito tuvieron durante esos primeros años de la Revolución, como Mijáil Zoschenko o la pareja Ilf y Petrov, terminarían incomodando al poder. En especial Zoschenko, el más longevo de los tres. Por suerte, su espíritu no desapareció y fue resucitado por autores como Serguéi Dovlatov, uno de los más grandes humoristas de la literatura rusa.
La consolidación del poder de Stalin aumentó en varios grados la represión contra cualquier acto de subversión humorística.
¿Cuál es la diferencia entre Stalin y Roosvelt?
Roosvelt recopila los chistes que la gente hace sobre él y Stalin colecciona a la gente que hace chistes sobre él.
¿Quiénes excavó el canal del Mar Blanco? [desquiciada obra de ingeniería que costó la vida a miles de personas]
La orilla derecha fue excavada por los que contaron chistes…
¿Y la orilla izquierda?
Por quienes los escucharon.
La muerte de Stalin alivió en gran medida la dureza de la represión y generó nuevas esperanzas de mejora política y social que, sin embargo, pronto se demostraron como un espejismo: los rusos cometieron el mismo pecado -confundir sus deseos con la realidad- que Lenin imputaba a los occidentales. Así que los ciudadanos soviéticos continuaron creando chistes que ridiculizaban casi cualquier aspecto de la realidad que les tocaba vivir. También los habitantes de los nuevos pueblos conquistados por el ejército rojo contribuyeron al acervo de chistes. Los checos, polacos, húngaros, etc., contaban además con un objetivo suplementario para sus chistes: los invasores rusos.
Un maestro pregunta a su clase: ‘¿Quién es vuestra madre y quién es vuestro padre?’
Un alumno responde: ‘Mi madre es Rusia y mi padre Stalin’.
‘Muy bien’, dice el maestro. ‘¿Y qué te gustaría ser de mayor?’
‘Huérfano’
¿Cuáles son los componentes esenciales del programa espacial soviético?
Tecnología alemana, uranio checo y un perro ruso.
Los chistes rusos no ahorraron bilis contra ninguno de los sucesores de Stalin. Las anekdot –chiste, en ruso- sobre Kruschev fueron, tal vez, las más numerosas, aunque ninguna de las momias vivientes –Andropov y compañía- que dirigieron el país hasta 1989 se libraron de convertirse en objeto de burlas más o menos afiladas.
¿Qué tiene cuarenta dientes y cuatro piernas?
Un cocodrilo
¿Qué tiene cuatro dientes y cuarenta piernas?
El Comité Central del Partido Comunista.
Brézhnev reune a todos los cosmonautas soviéticos y les anuncia: ‘Camaradas, tengo un plan para superar a EEUU en la exploración espacial. ‘¡Aterrizaréis en el sol!’
‘Pero, Camarada Brézhnev’, protestan los cosmonautas, ‘¡nos quemaríamos!’
‘¿Me tomáis por un tonto?’, replica Brézhnev. ‘¡Aterrizaríais por la noche!’
Ilustración de Carmen Vilar
La esperanza en un futuro mejor es una de las motivaciones que empujaron a miles de ciudadanos rusos a salir a las calles desde el pasado diciembre. Hasta el momento, las manifestaciones públicas de oposición al gobierno han conseguido poco: Putin ha sido reelegido como presidente -su escudero Medveded ha vuelto a ser primer ministro- y tomará posesión de su cargo en unas semanas, el sistema económico sigue controlado por clanes (semi)mafiosos, la corrupción engrasa todo el sistema burocrático, etc. Aunque también podría decirse que las manifestaciones han conseguido mucho más de lo esperado: movilizar a un gran número de rusos a unos niveles que no se recordaban desde la convulsa transición a la democracia.
Teniendo en cuenta el estado de las democracias occidentales, en decadencia progresiva , parece que una vez más, por lo que respecta a los grandes cambios de paradigma histórico, Rusia siempre se suma al progreso o demasiado rápido -y mal: Revolución- o demasiado tarde -y también mal: democracia asociada al Estado del bienestar capitalista-.
Pase lo que pase en los próximos meses en Rusia, los que vivimos a este lado de la realidad democrática, siempre podemos decirles a los ciudadanos rusos que la democracia no será en ningún caso lo que muchos ciudadanos rusos esperan con ansia: del mismo modo que la implantación del sistema capitalista no comportó para Rusia todo lo que sus ciudadanos anhelaron durante varias décadas. Parafraseando un viejo chiste de la época soviética:
¿Es cierto que cuando alcancemos la plena democracia, ya no habrá más chistes políticos?
Sí, excepto este.