Leo el otro día en el “Mondanité”, ese documento excepcional sobre la vida y usos de los ecosistemas salvajes, que el embajador de España y el de Francia se reincorporan a la vida social beirutí luciendo sendas barbas. A la autora no parece terminar de convencerle la idea de pasear Downtown arriba Downtown abajo cargada de bolsas de Aishti en compañía de un señor barbudo, por mucho que éste camine a saltitos con grilletes en los pies y una visa oro bien apretada entre los dientes.
Cuenta la mujer, hinchada como un pavo a punto de reventar después de su décimo séptimo postoperatorio, que no entiende esa manía de los hombres por dejarse una barba que invite a confundirlos con algo tan terrible como un salafista de una barriada de Trípoli, cuando depilados y con un crucifijo colgando entre sus protuberantes mamas fruto del sobrepeso estarían mucho más atractivos. Decide, por ello, comentarlo con una amiga suya, todo apunta que ingeniera nuclear, quien le descubre el porqué del éxito de las barbas pobladas: un marido con barba hace que la mujer a su lado parezca, no menos idiota, tampoco vamos a pedir milagros, pero sí mucho más joven.
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“Para chulo mi pirulo”. Ese podría ser el título de un capítulo que narrase las peripecias del primer ministro libanés esta semana, desde ahora Najib “Por mis cojones” Mikati, después de haber decidido por su cuenta y riesgo que Líbano pagase la parte que le corresponde para financiar al Tribunal Especial que juzga el asesinato de Hariri, unos 35 millones de dólares. Y la pregunta del millón es: ¿De dónde han sacado tanta pasta de golpe los libaneses…? Dice la prensa que existen fondos especiales, y tan especiales, que dependen solo del primer ministro y de los que no tiene porque rendir cuentas a nadie. No cuesta imaginarse a Mikati en la soledad de su despacho, fumando cigarrillos como un poseso, poniéndose ciego a “baklava” para soportar la tensión, luchando contra la puta mierda de conexión a internet que no le permite realizar una transferencia online al tiempo que limpia el cañón de los dos fusiles que utiliza como pisapapeles: “Mañana será un gran día, voy a coger por sorpresa a drusos, maronitas, alauitas, armenios católicos, armenios ortodoxos, coptos, suníes, chiíes, caldeos, ismaelitas, griegos católicos, judíos, protestantes, siriacos católicos, siriacos ortodoxos… y la madre que los parió a todos”.Ya lo dijo Jumblatt: «I believe in Mikati».
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Hassan Nasrallah, en una nueva entrega del show de los teleñecos, inaugura la temporada navideña con un discurso en el que rechaza la financiación del famoso tribunal pero…, GRACIAS HASSAN, afirma que Hezbollah antepondrá los intereses del Líbano a cualquier otra cuestión. Así que, por ahora, los misiles continuarán dormidos bajo los plataneros…
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La semana termina peor de lo que empezó: con cortes de luz imprevistos sumados a los habituales diarios. Desde el balcón oscuro contemplo el edificio de la “Electricité du Liban”, erguido e iluminado cual faro de Alejandría en mitad de la noche. Los libaneses soportan, en un país desarrollado, los cortes de luz con sorprendente estoicismo. Quizás porque saben que en los últimos 20 años es lo único que ha vuelto a funcionar.