Morrissey: I Have Forgiven Jesus (You Are The Quarry, 2004)
I. Perdón
Para estas fechas nada más indicado que esta demostración de clemencia resentida de uno de los Papas del pop: Morrissey, otro de los grandes, atormentado y cabal, fuente inagotable de hermosas canciones rebosantes de amor, desamor, ego y conflictos. Aquí aborda las virtudes del perdón como terapia.
II. Apostasía
El pasado jueves 17 de diciembre, en Córdoba, Joaquín Reyes actúa en el sugerente ciclo La Música Contada, una fantástica iniciativa de Héctor Márquez que cumple ya diez años. Tras la función, nos vamos a cenar y, en los postres, alguien comenta que se casó por la iglesia porque es católico. Los comensales lo tomamos a broma pero el tipo insiste y explica que su familia era de un grupo católico de izquierdas, y esa adscripción política parece otorgar un salvoconducto a su fe religiosa. Una invitada mantiene su extrañeza porque no concibe, dice, que alguien inteligente pueda definirse como católico. Otra de las presentes se propone como muestra de la conciliación de ambos adjetivos y añade el ejemplo de San Agustín. La conversación deriva hacia las dificultades de abandonar el club católico, y se enumeran las trabas que los dueños del negocio (im)ponen a los que intentan hacer apostasía. Yo no entiendo que para abandonar algo de lo que no te sientes parte tengas que recurrir a sus normas de cancelación del contrato. Que un tipo con pompa y disfraz derrame agua sobre la cabeza de un bebé indefenso no me parece una forma legal de ingresar en ninguna parte. Yo, bautizado sin mi permiso, no necesito seguir las normas de la pandilla católica para no sentirme ni por asomo uno de los suyos. Supongo que hay quien se hace apóstata para rebajar el número de afiliados. Personalmente, no creo que merezca la pena, y que seguir sus pautas es concederles más poder del que aún siguen teniendo.
III. Devoción
Para la función de Joaquín Reyes, la organización me propuso ejercer de telonero. Preparé una selección de temas de mi infancia que ilustrase ese latido hortera que acompaña a otros gustos que tengo, tal vez algo más exquisitos: recuperé las sintonías de Sandokán y Orzowei, añadí mis primeras referencias cinematográficas (Jesucristo Superstar, Fiebre del Sábado Noche) y lo completé con hits inmarcesibles de Boney M y Demis Roussos. Finalmente, problemas técnicos y urgencias de última hora aconsejaron prescindir de mi show. Tras la molestia inicial, cuando vi la edad y el nivel del público que abarrotó la sala, me alegré de no haber intervenido. La muy devota muchachada (¡nui!) sólo tenía ojos y orejas, lógicamente, para las gracias del cómico. Lo más curioso es que cuando Joaquín Reyes comenzó a desgranar su selección personal lo hizo pinchando, precisamente, primero Sandokán y luego Orzowei.
IV. Aguinaldo
Morrissey de nuevo, con ecos de Pier Paolo