Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img

I mean


Vale. Juntemos a 111 personas en un hotel con desayuno y cena y piscina, hablan 11 idiomas diferentes y ninguno sabe ningún otro. Probablemente se creen 10 grupos, por idioma, hablar es hacer algo y después de desayunar y cenar algo hay que hacer en este mundo.

Vale.

La comida se hace con lo sustraído durante los desayunos y las cenas y se lleva a cabo en otros lugares, fuera de los comedores principales.

(Generalmente, este es el origen alegórico de las gastronomías nacionales, es decir, mismo idioma y producto local, aderezado con las extracciones de los desayunos y las cenas.)

Vale. Por ejemplo.

Uno de los grupos de 10 personas, ellos se entienden y abordan diferentes temas. Solo unidos al inicio por el idioma común, luego,

vale,

pueden llevarse bien, gustarse, caerse mal, enfadarse, esas cosas, o crear un grupo de música, bucear, tomar el sol, por ejemplo, porque sí. Si saben algo de los otros solo será posible físicamente, comer juntos, mirarse de reojo, escapar del hotel, echar una carrera, mirar al cielo, subirse al ático, arrancar una flor, esas cosas…

Vale, y ahora bien…

No somos 111, sino 9, cada uno con un idioma propio y sin posible entendimiento mutuo absoluto.

Para finalmente añadir a esta historia: en la orilla de la piscina (que a estas alturas del cuento es el mar y el océano a la vez), con los pies dentro del agua y la luz al atardecer, una de las nueve personas decide enseñar su lengua a los que quieran venir, claro, xq es otra lengua: desafiarse con las cucharas, acariciar el agua, cortarse el pelo, observar a una lombriz en el pico de un mirlo todo el rato a todas horas todo el tiempo todo el mundo.

I mean…

Más del autor

-publicidad-spot_img