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Imán de los creyentes

 

El efecto de los rayos Gamma sobre los alemanes

 

BIRTHCONTROL

 

SITGES RETROSPECTIVA

Tercer día (sábado 10 de octubre)


Experiencias magnéticas.

 

La atracción, lo que tiene, es que se explica mal. Al sentirse atraída por alguien o por algo la persona se coloca en una situación inferior a sí misma: ya no sabe de dónde ni por qué le vienen las bofetadas. Aún hay cosas peores: comprender, entender a los otros, ponerse en su lugar, que es quedar a su merced. ¿Cómo juzgar, incluso cuando no harías eso nunca? ¿Cómo defenderte de ello? No puedes. “Voy a quitarte la cartera, que no llevo”. Lo comprendes. “Voy a ir de invitada a tu casa y me voy a quedar allí hasta que me eches”. No la echas. “Acabo de matar a toda mi familia”. “Hombre, es fuerte; pero también es cierto que tu familia, oye…” No te gusta: lo entiendes. Hasta cuando no entiendes: ¿tú qué sabes?

 

La atracción es lo mismo, pero sin comprensión. No entiendes nada. Ni falta que te hace. ¿Por qué mengano está con fulanita, va donde ella le dice y se pliega a todo lo que ella quiere? ¿Porque la entiende? Nunca. ¿Porque comparten gustos? Rara vez.

 

¿Por qué mengana sorbe por fulanito los vientos, no duerme por las noches y desdeña el amor de zutano? ¿Es guapo fulanito? Ni siquiera. ¿Es listo? ¡¡¡¿Fulanito?!!! ¿Tú has oído a Fulanito? ¿Buena gente?: la engaña, la trata como a un trapo, vota a Esperanza Aguirre.

 

Otro tanto puede aplicársele a zutano: míralo cómo mira a la boba que está por fulanito.

 

La atracción no obedece a motivos y ese señor de allí acaba de comerse una hamburguesa. De más. No hay forma de luchar contra ello. Alcohol, comida, hombres, mujeres, el PP.: a quien le da, le da. Y es vana empresa tratar de convencernos: no se atiende a razones. No escuchamos.

 

La atracción, sin embargo, a veces se nos pasa. Comprender, siento comunicártelo: es para siempre.

 

Mientras tanto, la atracción es un engorro. Si no fuera porque mantiene en su sitio a los planetas, lo magnético habría que abolirlo.

 

‘VULCANIA’

 

‘Vulcania’. José Skaf.

 

Metida en un recinto, casas, huertas y bosques, una comunidad rígidamente estructurada envía por una compuerta su producto ¿a dónde? (para llevarse al cine: Los jardines estatuarios, de Jacques Abeille) ¿Qué es lo que hay ahí fuera? No se sabe. No te dejan saber. Es más: te han convencido de que hasta preguntarlo perjudica. De que el mal habita al otro lado. Como hacen en España con salir del control de los mercados, pero sin que les votes. Magnetismo. Magnetismo de veras: el imán transforma físicamente a la persona; mutación que nos acerca al superhéroe. Como quieren Carlyle y Rajoy, la figura que el hombre necesita. Democracia no es sino la ausencia de eso: un guía.

 

Da que pensar (y no se inventa apenas sobre la realidad) el personaje de José Sacristán, lo más interesante en una fábula moral que recuerda, cada una con sus peculiaridades, a ‘City of Ember’, de Gil Kenan, que clausuró el Sitges 2008; a ‘The Island’, de Michel Bay, en la que se aprovecha, del ser humano, todo, como del cerdo (ahora el jamón es malo); a la fuga que se marca Logan, con la cara de Michael York, que dirigió en 1976 Michael Anderson; o a ‘The Village’: ‘El bosque’, de M. Night Shyamalan.

 

‘EL BOSQUE’

 

Si bien es cierto que alemanes y belgas y españoles y… sabían mucho de campos de recreo, las reservas son cosa de norteamericanos.

 

Por fortuna, H.P. Lovecraft, Providence, nos quedan (Sitges 2008, ‘The Cabin in the Woods’) los Dioses Primordiales.

 

‘BASKIN’

 

 

‘Baskin’. Can Evrenol.

 

¡Caramba con los turcos! Miembros de una patrulla policial que sabe que su película va a Sitges hablan del Barcelona y el Girona en un garito de carretera donde se sirve carne más a gusto del dueño que a gusto del cliente. Esto, por despistar. Antes, después, en medio, volviendo sobre sí, un viaje a las profundidades donde habitan aún nuestros primeros miedos. Sangre, horror y locura. Un bucle en la conciencia y en el tiempo, con, en Sitges, ‘Demon’, ‘Tag’ o ‘February’.

 

Una luz, al final de cada túnel.

 

 

‘Anabel’, de Antonio Trashorras.

 

Nos pasamos la vida queriendo escribir el guión de una película: ‘Anabel lee’ (Anabel lee a Poe, naturalmente) y nos roban el título. Mejor película Sitges Noves Visions Plus, ‘Anabel’ es una rareza. Cine hecho en casa, que es lo suyo del cine que sucede de puertas para dentro. El piso de Antonio Trashorras es el plató por que el que se desplaza, errante, la familia cada vez que hay que rodar una escena. “Ahora al salón, que esto pasa en tu cuarto; y ahora al cuarto, que esto sucede en el salón”. De excursión por el piso el hijo, la pareja y las visitas. Dormitorio, cocina, baño, comedor: de ahí no se sale. Y asimismo casera es la factura: hecha en las mismas sartenes, cacerolas, servida, Dirk Bogarde, en la vajilla que se usa cada día. Hay a quien esto le ha molestado mucho: Cinexín, que han llamado a ‘Anabel’. Y hay a quienes nos parece que eso, precisamente, da sabor. Sólo el sonido es demasiado artesanal, lo que la perjudica. Los insertos en color. Esa mano agitando la campanilla de la misa: una misa es la existencia cotidiana, con transustanciación cada minuto. Quizás esa campanilla, acompañando las etapas del rito, fuera más adecuado sólo oírla. Tal vez el blanco y negro se resienta y el color quede fuerte en el plato. Pero son cojudeces, tonterías. La decisión es de la persona que prepara el almuerzo. ¿No te gusta?: pues vete a comer fuera. Diálogos excelentemente escritos y, aun así (o por ello) naturales y dichos con naturalidad, naturalidad en el gesto de los actores y en la cámara, estupendas interpretaciones y un suspense que se mantiene hasta el final, cerrado con lógica y acierto: honradamente.

 

‘Se7en’, de David Fincher, a la que se dedica esta edición del Festival, es todo lo contrario.

 

‘SEVEN’

 

¿Quién no ha visto ‘Se7en’? Magnífica de ritmo, de intención, de factura, impactante, te mantiene pegado a la butaca (aunque “¡¡¡¿que quedan CUATRO PECADOS CAPITALES todavía!!!?). Tramposa. Debo de ser el único en pensar que eso lo hace Fincher con frecuencia. Pero en ‘Se7en’ el gato por liebre es indignante. Escamoteo del peor estilo. Recordemos la premisa de la que parte la película: justiciera, implacable, la muerte para los pecadores. Jamás, un inocente. Ese giro final, sorpresa en busca del efecto, escalofrío, la convierte en un fraude. ¿Qué se nos ha estado contando? ‘Se7en’ era mentira.

 

Sin embargo, ‘Se7en’ da buena miga para mojarla en el spot del Festival.

 

SPOT

 

Tomarse el cine en serio. Eso hace Sitges.

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