HIERBA AQUÍ O ALLÁ
Todo depende de que uno esté muerto
preguntando por la hierba que nace encima
como por un nuevo cuerpo más ligero,
acunado por el viento,
-que trae y lleva la simiente-
Hierba en el monte o en las calles de la ciudad
-aquí podían ser los pies de los vagabundos
que uno soñara desnudos una mañana de madrugada-.
Cuanto va desde la memoria a la hierba
por donde pensativas alas térreas
calladamente te recomienzan. ¡Oh abril,
tú libre de gusanos y huesos
de los oídos por donde estabas unido
a aquellos otros pasajeros de traje nuevo!
Cuando llueve aprendo a beber agua.
Por una boca que no tuve, blanquecinos
hilos que sorben en la tierra y crecen:
fueron precisos nubes y sol y una azada
-en tanto te vacías
olvidas los cantos alegres del verano y el mirlo
el pan, el fuego y esa dulce sonrisa
que todos tuvimos una vez posada en el pecho-.
Todo depende de que uno esté muerto
y quiera volver al valle y a la noche
limosna de hombre, prado comunal
donde blancas ovejas dirigidas por una anciana
pacen continuamente sin levantar la cabeza
sin darse cuenta de dónde viene la hierba
que muelen y remuelen los dientes apretados.
Sin darse cuenta de la resurrección de la carne de Álvaro
Cunqueiro,
un nuevo cuerpo limpio que soñaba con el viento,
-orilla de un río, quizá,
o en un alto-.
UN CAPITÁN Y SU CABALLO
Dejáronlo en una colina al pie de un ciprés
cercado de espadas iracundas.
-No tengas miedo, le dije,
que ni de parte blanca ni de parte negra soy.
Las rosas se vuelven para mirarme
porque canto imitando los vientos de abril.
Te doy de mí la sangre que precises.
-Yo quiero, me respondió, sangre partidaria
soberbia y caliente.
Doblegó sobre el pecho la noble cabeza
y murió. En el Infierno está, puesto por Alighieri.
Cuando moría, cerca de él estaba su caballo
pastando en un prado de grillos y abubillas.
Ni diose cuenta. Para siempre quedó suelto
por los campos, y nunca se acordó de aquella espuela
tan dura, que lo espoleaba en las horas de las batallas.
Fue padre en Toscana y murió de viejo
con un bocado de hierba en la boca,
entre la que iban dos amapolas.
EL POETA ESCOGE ABRIL
¿De quién huimos? ¿Quizá, dime, la ceniza
no rechaza la gentil juventud y la sangre?
En abril y mayo no hay ceniza, dicen.
Quedemos, amigo, bajo las alas de abril.
Que huyan el río, la rosa colorada,
beba hasta el final la llama la estrella, el tictac el reloj,
procuren una lejanía parte o ninguna parte los caminos
donde morir.
Al par que huye, lleve el río el cadáver de Ofelia y las
margaritas de la ribera.
Pero nosotros, amor, tenemos los perros fieles
de las palabras.
Decimos ceniza y es ahora mismo polvo lo que fue llama.
Ofelia, dices, y una sonrisa alerta tu memoria
y tus ojos, tórtola, niña y suave terciopelo.
Tenemos la palabra, amor, para decir: abril.
Bajo sus alas florecerán los días.
Abril: el aire posa una ciudad en las ramas
de los abedules de abril. Es nuestro hogar.
Viviremos, amor, diciendo la palabra,
quemándola, hiriéndola, labrándola
tan dulce y ternerosamente que ella piense, palabra abril,
que vive por nosotros, la vivimos sólo es dicha: abril.
ALLÁ ESTÁN LAS ISLAS
Allá están las islas. Paso la mano por el lomo del viento
que me las ofrece como un perro en el monte de la perdiz
aguardo que se levanten y vuelen sobre el mar.
El alma anda en estos inventos porque no le basta
lo que es como es del mundo
quisiera hacer palomas con agua y alisos de pluma
y en vez del carro que por los caminos del monte
bajase cantando la luna arrastrada
por un tiro de peces plateados.
-Pero estos inventos sólo sirven
para distraer al alma de sus cálculos,
tanto de amor y lágrimas, diez por ciento
de perdidos amores y ochenta de soledad
que la cubres áspera como una camisa de estopa
y quieres poner una mirada de seda en el amanecer
y no la tienes, vecino de la tristeza y del miedo
la mitad de ti muerto sin enterrar
para que la otra mitad se dé cuenta.
Entonces disimulando canto, y con las mentiras
me hago una sonrisa de jardín en fiestas.
HASTA ABRIL
Quitándome la gorra te diré
¡hasta las próximas rosas!
Carlota, Ofelia o Pía
sea uno de estos tu nombre u otro,
¡hasta las próximas rosas!
Espérame, bajo la lluvia o al sol
no permitas que el viento te lleve
morir es muy fácil
volveré aunque te vayas con el viento,
que sean ceniza mis ojos
que buscarte prometieron
cuando vuelvan las rosas.
El tiempo va y viene y vuelve
yo hecho de sueños
sin saber quién ha de morir primero.
Hasta las próximas rosas
el corazón como la rueda de un molino,
días y días sin saber quién vivirá en abril
tú, Carlota, Ofelia o Pía,
o yo, ya perdido en el tiempo,
la gorra en la mano, hiedra por dentro
y la polvareda que oculta el rastro
de las rosas que fueron, perdido en el mundo
¡hasta las próximas rosas!
LORD DUNSANY/EPITAFIO
-¡Buenos días!, decíanle las hadas
que duermen al otro lado del mar.
-¡Buenas noches!, decíanle los fantasmas
que despiertan cuando canta la lechuza.
y en el camino de Carcasona lo saludaban
quienes jamás llegarían más allá.
Soñó todas las cosas invisibles
y en lo que toca al hombre, vio indiferente
pasar a quienes no se le asemejaban ...
Y cuando le llegó la hora, estaba soñando
un país donde llovían mariposas
para que se hiciese la luz. Y la luz se hizo.
Ahora él mismo, perdido en la sombra,
es hada, y fantasma y vagabundo
por quien aprenden a guiarse las estrellas.
ALMA, COMO EN EL CONCIERTO...
Alma mía, como en el concierto de Vivaldi
con violino principale e altro violino per eco,
yo quisiera que fueses
esa voz que in lontano
desde las colinas eternas nos devuelve
la canción de cada día.
Vas caminando atento
hasta llegar a donde el violín da el eco
pero siempre está más lejos
de tus pasos y de los caminos,
de tu vida, de lo que tú recuerdas
de las primaveras y de las muertes
y de una mujer preñada acodada en una cancilla
mirando sin ver hacia una laguna verde.
¡Como viajar a Carcasona!
Hasta que te das cuenta
de que el violín que da el eco in lontano
eres tú mismo, entonces la vida
como un pañuelo bordado se tiende ante ti
escuchas el viento y tu voz de niño
el cansado toser de la madre, las golondrinas que vuelven
y las primeras palabras de amor, y aquel verso
en el que dabas el alma vestida de violetas
cerrando los ojos por si te morías
delante de un espejo por donde iba y venía
una sonrisa
y ahora ya sabes
por un eco lejano
en qué perdiste la vida sin saber que la vida
ya no vuelve, nunca, jamás.
La vida misma es el eco de un sueño
que ahora sabes que lo tuviste, por un eco.
LE DIJE A LA TÓRTOLA
Le dije a la tórtola: ¡Pase mi señora!
y se fue por el medio y medio del otoño
por entre los abedules, sobre el río.
Mi ángel de la guardia, con las alas bajo el brazo derecho,
en la mano izquierda la calabaza de agua,
mirando a la tórtola irse, comentó:
-Cualquier día sin darte cuenta de lo que haces
dices: ¡Pase mi señora!
y es a tu alma a quien despides corno un ave
en una mañana de primavera
o en un atardecer de otoño.
LOS SETENTA PABELLONES
Quiero un pabellón para mis espuelas de plata
y otro pabellón para el palafrén del sueño y de mis prisas.
Quiero un pabellón para soñar con Scherezade
y otro donde nadie me vea oler la rosa roja.
Quiero un pabellón junto a una fuente
y otro para degollar en la alta noche las gacelas.
Quiero un pabellón para mi miedo
y otro para derramar perfumes por el filo de la espada.
Quiero un pabellón para mis mañanas de niño
y otro para poder sentarme a pedir limosna a su puerta.
-Harun-al-Rashid, dijo Mahoma, tendrás setenta pabellones.
Está escrito. Pero el sueño, la prisa, el miedo y la limosna
los traerás a tu espalda al Paraíso.
AL OTRO LADO
Al otro lado me dijeron
los viejos se van convirtiendo en árboles
viejos también sin hojas en la cara del sol
aguardando sin saber qué,
mudos.
Pero súbitamente un árbol cualquiera
siente subir dentro de él la savia de un sueño
al borde de la muerte ya pero todavía
tibio como la leche de la madre.
El sueño va subiendo por las venas del árbol
una vida entera que pasa
hasta hacerse pájaro en una rama
un pájaro que recuerda, canta y se marcha
poco antes de que todos los árboles mueran.
Si yo me hago árbol viejo al otro lado del río
y me toca ser el árbol que recuerda y sueña
puedes estar bien segura que soñaré contigo
con tus ojos grises como el alba
y con tu sonrisa
con la que se vistieron los labios de los rosales
en los días más felices.
VIEJAS SOMBRAS Y NUEVOS CANTOS
Ahora te digo cierva cómo es el mar
mientras bebes en el río que a la mar va
el agua dulce que bebes será salada
allá no hay prados ni abedules
para tomar la sombra fresca de agosto
ni robles para que paras bajo las ramas
echada con la cabeza reposada en el tronco
los húmedos ojos entornados mirando
como una hoja seca cae en el lomo de la cría
que mama por vez primera.
Hay olas y naves,
pero las cíervas jamás las usaron.
Me pregunto cierva enamorada de las cantigas
por qué quieres que te diga cómo es la mar.
ESE ALGUIEN DE MÍ QUE NUNCA VUELVE
Ese alguien de mí que nunca vuelve
al agua de la infancia
sin saber salir del laberinto.
Ese que es otro hombre que yo llevo
derrumbado sobre mí
o como la hiedra que 90 robles abraza.
En vano le digo que hoy recogen
las coloradas manzanas
y que hay que buscar las que caen entre la hierba.
Verdaderamente es como llevar un muerto
nada apetece y de nada se acuerda
perezoso sombrío. A su lado vivo
y el yo que canta y regresa
mira de soslayo para donde yace
y observan cómo se pudren en él los sueños y los anhelos
la juventud que pasó y las sonrisas de las mujeres
todo lo que fue amado y recibido
todo lo que fue y nunca más será.
Pero el yo que vive y anda
resiste y no olvida nada,
despidiéndose harto de vida
cuando mi propia vida y la suya terminen.
Pero yo resucitaré que sólo vuelven
los que recuerdan, compañeros.
Álvaro Cunqueiro(Mondoñedo, 1911-Vigo, 1981)
Cultivó todos los géneros literarios (narrativa, teatro, poesía, artículos periodísticos...). Álvaro Cunqueiro es una de las figuras más importantes de la historia de la literatura gallega y española.
En 1932, cuando apenas tenía 20 años, publicó su primer libro de versos, Mar ao norde, al que siguieron Poemas do si e non (1933), Cantiga nova que se chama riveira (1933). Después de la Guerra Civil, en 1950, dio a conocer Dona do corpo delgado. Su último libro de poemas, Herba aquí ou acolá, apareció en 1980.
HERBA AQUÍ OU ACOLÁ
Todo pende en que aún esteña morto
perguntando póla herba que nasce derriba
coma por un novo corpo máis levián,
abaneado pólo vento,
-que trae e que leva a semente-.
Herba no monte ou nas rúas da cidade
-aquí podían ser os pés dos vagabundos
que ún se soñara nús unha mañán de cedo-
Canto vai da memoria á herba
por onde terreas pensativas azas
caladamente te recomezan. Ouh abril,
tí liberdado dos vermes e dos ósos
dos ouvidos por onde estabas apegado
a aqueles outros pasaxeiros de traxe novo!
Cando chove adeprendo a beber auga.
Por unha boca que non tiven, abrancuxados
fíos que zugan no terrón e medran:
foron percisos nubes e sol e un sacho
-namentras te valeiras
esqueces os cantos ledos do verán e o melro
o pan e o lume e esa doce sorrisa
que todos tivemos unha vez pousada no peito-.
Todo pende en que ún esteña morto
e queira volver ao val e á noite
esmola de home, pasteiro comunal
O POETA ESCOLLE ABRIL
De quén fuximos? Quizaves, dime, a cinza
non rexeita a garrida mocedade e o sangue?
En abril e maio non hai cinza, dicen,
fiquemos, amigo, sob das azas de abril.
Que fuxan o río, a rosa colorada,
beba deica o final a chama a estela, o titaque o reló,
procuren un lonxe ou un ningures os camiños onde morrer.
A par que fuxe, leve o río cadavre de Ofelia e as margaridas
da ribeira.
Pro nós, amor, temos os cáns fidéis das verbas.
Decimos cinza i é pó agora mesmo o que foi chama.
Ofelia, dís, e unha sorrisa alerta a túa memoria
e os ollos teus, rula, nena e soave terciopelo.
Temos a verba, amor, para decir: abril.
Sob as súas azas frolecerán os días.
Abril: o aér apousa unha cidade nas ponlas
das bidueiras de abril. O noso fogar é.
Viviremos, amor, decindo a verba,
queimándoa, feríndoa, labrándoa
tan doce e temerosamente que ela coide, palabra abril
que por nós vive, vivímola e sio é dita: abril.
UN CAPITÁN E O SEU CABALO
Deixárono nun outeiro ao pe dun ciprés
cercado de espadas iracundas.
-Non teñas medo, dixénlle,
que nin de parte blanca din de parte negra son.
As rosas vólvense pra mirarme
porque canto imitando os ventos de abril.
Douche de meu o sangue que precises.
-Eu quero, respondeume, sangue partidario
soberbio e quente.
Doblegóu sobre o peito a nobre cabeza
e morréu. No Inferno está, posto polo Alighieri.
Cando morría, perto del estaba o seu cabalo
pastando nun prado de grilos e abubelas.
Nin se decatóu. Para sempre quedóu solto
polos campos, e nunca se lembróu daquela espora
tan dura, que o apugaba nas horas de ballas,
Foi pai en Toscana e morréu de vello
cunha bocada de herba na boca,
entre a que iban duas mapoulas.
LORD DUNSANY/EPITAFIO
-¡Bós días!, decíanlle as fadas
que durmen da outra banda do mar.
-¡Boas noites!, decíanlle os fantasmas
que despertan cando canta a curuxa.
E no camiño de Carcasona saudábano
os que endexamáis chegarían acolá.
Soñóu todas as cousas invisibles
e no que toca ao home, veu indiferente
pasar aos que non se lle asemellaban...
E cando lle chegóu a hora, soñando estaba
un páis onde chovían volvoretas
pra que se fixese a luz. E a luz foi feita.
Agora el mesmo na sombra perdido,
fada é, e fantasma e vagabundo
por quen adeprenden a guiarse as estrelas.
DÍXENLLE Á RULA
Díxenlle á rula: Pase miña señora!
E foise polo medio e medio do outono
por entre as bidueiras, sobre o río.
O meu anxo da garda, coas azas sob o brazo dereito,
na man esquerda a calabaciña da auga,
ollando a rula irse, comentóu:
-Calquera día sin decatarse do que fas
dices: Pase miña señora!
e é a alma tua a quen despides como un ave
nunha mañán de primavera
ou nun serán de outono
VELLAS SOMBRAS E NOVOS CANTOS
Agora digoche cerva como é o mar
namentras bebes no río que vai á mar
a auga doce que bebes salgada será
acolá non hai prados nin abidueiras
pra tomar a sombra fresca de agosto
nin carballos pra que pairas sob as ponlas
deitada coa cabeza pousada no tronco
os húmedos ollos entornados mirando
coma unha folla seca cae no lombo da cría
que teta por primeira vez-
Hai as ondas e as naves,
pro as cervas endesamáis as usaron.
Pregúntome cerva namorada das cantigas
por qué queres que che diga como é a mar.
ESE ALGUÉN DE MEU QUE NUNCA VOLVE
Ese alguén de meu que nunca volve
á auga da infancia
sin saber saír do laberinto.
Ese que é outro home que eu levo
derrubado sobre min
ou como a hedra 90 carballos abraza.
En balde lle digo que hoxe recollen
as coloradas mazáns
e que hai que buscar as que caen entre a herba.
Verdadeiramente é como levan un morto
nada apetece e de nada se lembra
preguizoso sombrío. A seu carón vivo
e o eu que canta e volve
mira de esguello pra ónde xaz
e olla cómo podrecen nel os soños e os anceios
a mocedade que foi e as sorrisas das mulleres
todo o que foi amado e recibido
todo o que foi e nunca máis será-
Pro o eu que vive e anda
resiste e non esquece ren,
despedíndose farto de vida
cando a vida de meu e máila súa acaben.
Pro eu resucitarei que soio volven
os que recordan compañeiros.
NA OUTRA BANDA
Na outra banda dixéreonme
os vellos vanse convertindo en arbres
vellos tamén sin follas na cara do sol
agardando sin saber o qué
mudos.
Pro súpetamente un arbre calisquer
sinte rubir dentro del a seiva dun soño
beira da morte xa pro aínda
morno como o leite da nai.
O soño vai rubindo polas veas do arbre
unha vida enteira que pasa
ate facerse paxaro nunha ponla
un paxaro que recorda canta e vaise
denantes de que todos os arbres morran.
Si eu me fago arbre vello na outra banda do río
e me toca ser o arbre que recorda e soña
ben segura podes estar de que soñarei contigo
cos teus ollos grises como a alba
e coa tua sorrisa
coa que se vestiron os beizos das roseiras
nos días máis felices
ACOLÁ ESTÁN AS ILLAS…
Acolá están as illas. Paso a man polo lombo do vento
que mas deu coma un can no monte da perdiz
agardo que se ergan e voen sobre a mar.
A alma anda nestes inventos porque non lle non abonda
-Pro estes inventos soio sirven
DEICA ABRIL
Quitando a puche direiche
deixa as rosas que veñen!
Carlota, Ofelia ou Pía
sexa un déstes o teu nome ou outro,
deica as rosas que veñen!
Sob a choiva ou ao sol agárdame
non deixes que o vento te leve
morrer é mui doado
volveréi aínda que co vento te foses,
que cinza sexan os ollos meus
que buscarte prometeron
cando volvan as rosas.
O tempo vai e ven e vira
eu feito de soños
sin saber quen ha morrer primeiro.
Deica as rosas que veñen
o corazón como a roda dun muíño,
días e días sin saber quen vivirá en abril
tí, Carlota, Ofelia ou Pía,
ou eu, xa perdido no tempo,
a pucha na man, hedra por dentro
e a poeira que escusa o rastro
das rosas que foron, perdido no mundo
deica as rosas que veñen!
ALMA,COMA NO CONCERTO...
Alma miña, coma no concerto de Vivaldi
con violino principale e altro violino per eco,
eu quixera que foses
esa voz que in lontano
dende os outeiros eternos devólvenos
a canción de cada día
Vas camiñando atente
deica chegar onde o violín dá o eco
pro sempre está máis lonxe
dos teus pasos e dos camiños,
da tua vida, do que tí recordas
das primaveras e das mortes
e dunha muller preñada acobadada nunha cancela
mirando sin ver pra unha lagoa verde.
Como viajar a Carcasona!
Ate que te decatas
de que o violín que dá o eco in lontano
eres tí mesmo, entón a vida
coma un pano bordado téndese diante de ti
escoitas o vento e a tua voz de neno
e canso tusir da nai, as anduriñas que retornan
e as primeiras verbas de amor, e aquel verso
no que dabas a alma vestida de violetas
pechando os ollos por si te morrías
diante dun espello polo que iba e viña
unha sorrisa
OS SETENTA PAVILLÓS
Quero un pavillón pra as miñas esporas de prata
e outro pavillón pra o palafrén do sono e as miñas presas.
Quero un pavillón pra soñar con Scherezade
e outro onde ninguén me vexa cheirar a rosa rubia.
Quero un pavillón a carón dunha fonte
e outro pra degolar na alta noite as gacelas.
Quero un pavillón pra as miñas mañás de neno
e outro pra derramar recendos pólo fío da espada.
Quero un pavillón pra as miñas mañás de neno
e outro pra poder sentarme a pedir esmola á sua porta.
-Harum-al-Rashid, dixo Mahora, terás setenta pavillós.
Está escrito. Mais o sono, a presa, o medo e a esmola
tí os traguerás ao teu lombo ao Paraíso.