Home Universo elegante Fronteras de la ciencia Inconvenientes de ser zurdo

Inconvenientes de ser zurdo

 

Manejarse con la mano o el pie izquierdo no deja de ser una rareza o, mejor dicho, un hecho especial. En un mundo casi alcanza los 7.000 millones de habitantes, apenas el 15% de los niños de 10 años son zurdos. Una cifra poco significativa que pasa a ser del 5% cuando hablamos de los adultos de 50 años. Pero el número decrece todavía más si el corte de edad lo realizamos a los 80 años, ya que apenas alcanza el 1%.

       A priori podemos pensar que esta disminución gradual en la población zocata se debe a que aquellos que nacieron siendo zurdos, se han esforzado de los 10 a los 50 años por cambiar su tendencia natural y se han adaptado a los usos de la mayoría de la población convirtiéndose en diestros.

       Sin embargo, esta lógica se rompe al analizar el siguiente tramo de edad. Resulta muy difícil de creer que un 4% de la población decida migrar al mundo de los diestros en ese periodo de su vida. La conclusión resultante es atroz. Esa merma que se ha producido obedece a una causa natural: la esperanza de vida de los zurdos es significativamente menor que la de las personas que se manejan con la derecha.

       Dispuestos a confirmar si realmente se trata, como se relata en todas la culturas, de una maldición divina, o por el contrario forma parte de las casualidades sin explicación, lo mejor es sumergirse en los estudios sobre la esperanza de vida de los zurdos dirigidos por Stanley Coren y publicados en 1991 en New England Journal of Medicine, sin duda la mejor revista médica del mundo (DF Halper y S Coren; New England J Medicine 324: 998, 1991; New England J Medicine 325: 1042-1043, 1991).

       La afición desmedida de los norteamericanos por las estadísticas de un deporte como el béisbol ha generado una de las mejores colecciones de datos sobre zurdos de los últimos cien años. Su análisis resulta demoledor: la probabilidad de morir, en cualquier momento de la vida, de un jugador de béisbol zurdo es un 2% mayor que la de un diestro. Ahora bien, esto no impidió que el jugador zurdo más longevo del que se tiene noticias alcanzara la edad de 91 años. Sin embargo, el que bateaba y recogía las bolas con la derecha alcanzó los 109 años. ¡Una diferencia de 18 años!

       Sin salir de los Estados Unidos, pero trabajando sobre datos obtenidos en el Registro Civil, se puede comprobar que la maldición de los zurdos no sólo afecta a los deportistas, sino que se extiende a toda la población. Por norma general, la esperanza de vida de un zurdo es de nueve años menos que la de un diestro. Si segregamos estos datos por sexos encontramos que los hombres fallecen como media once años antes, con respecto a las mujeres, cuyo índice de mortalidad refleja que fallecen casi cinco años antes que las diestras.

       Tratándose de un hecho alarmante, si se dieran estas diferencias en cualquier otra especie seguro que los humanos hubiéramos dedicado parte de nuestro tiempo en investigarlo. Los mandarines consideraban lo zurdo como lo impropio, los árabes  como algo sucio, impuro, los asiáticos podían repudiar a su mujer si descubrían que eran zurdas, o los noruegos utilizan el vocablo para definir algo poco satisfactorio.   Una discriminación a la que podríamos sumar la ausencia de estudios que expliquen esta importante diferencia de mortalidad, salvo los mencionados.

       Existen estudios clínicos sobre la zurdera, pero ninguno específico sobre su esperanza de vida. Y los que hay, tienen un sesgo sociológico. La Tierra es un mundo pensado para los diestros -es decir, para la mayoría- mientras que la minoría ha de adaptarse a las condiciones que marcan los que son más. Este hecho no sólo les hace la vida más incómoda, sino también más peligrosa: los zurdos tienen un 89% más de probabilidades de morir de un accidente que un diestro (tan sólo hay que pensar que, por ejemplo, los mandos de nuestro automóvil están diseñados para manejarlos preferentemente con la mano derecha).

 

La carga genética

Entre los argumentos ­-pequeños trucos- que los profesores de genética utilizamos para captar la atención de nuestros alumnos existe uno muy popular, conocido por los primeros genéticos en los albores del siglo XX (muchos de estos se recogen explicados muy detalladamente en MR Cummings, Human Heredity, McGraw-Hill, 1995). La mayoría de nosotros tenemos un remolino en el pelo de la coronilla. Si los observamos con cierto detenimiento, casi todos los remolinos capilares parecen girar en el sentido de las agujas del reloj. Pero en algunas personas este remolino gira hacia la izquierda. Los bebes que tienen el remolino levógiro van a vivir menos que los de remolino a derechas. Hay una asociación significativa entre tener el remolino de la coronilla levógiro y ser zurdo (así la gran mayoría de los bebés con remolino a izquierdas serán zurdos de mayores).

       Podemos perseguir la igualdad de oportunidades buscando la esencia de la justicia. Desafortunadamente genes, ambiente y azar se conjuran para que resulte imposible. Incluso antes de nacer, nuestra biología condiciona fatalmente la discriminación que conlleva el ser diferente. Averiguar la base genética de la zurdera en humanos no resulta una tarea fácil. En general los humanos somos malos sujetos experimentales para la genética: no existe una predisposición a hacer caso a los investigadores y, por ejemplo, no nos gusta tener hijos con quien nos proponen los científicos para tener una base de datos sobre la que basar el trabajo posterior.

       Aun así, se ha podido descifrar que la herencia de la zurdera es compleja y no se controla por la acción de un solo gen. Además de lo genético operan otra serie de factores estocásticos (sistema que funciona sobre todo por azar) y ambientales. Por una parte influyen los genes. Genéticamente estamos programados para que el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro (que paradójicamente es el que manda sobre la parte derecha de nuestro cuerpo) controle el lenguaje. Y si el control del lenguaje corresponde a esta parte de nuestro cerebro, parece lógico que las habilidades asociadas al lenguaje se realicen con la misma parte.

 

 

       Así que cuando empezamos a escribir, como ya tenemos fijado el control en el hemisferio izquierdo, nos resulta más fácil hacerlo con la mano derecha. Es decir, que la mayoría de nosotros tenemos allanado el camino hacia ser diestros. Pero el ambiente, incluso el intrauterino, también influye mucho. Así, buena parte de los gemelos univitelinos (gemelos idénticos con los mismos genes) son discordantes: uno es diestro y el otro zurdo. El espacio que ocupan en el útero es el responsable. Los mismos genes dan diferente resultado en función del ambiente.

       Como ocurre en la mayoría de los fenómenos complejos, una serie de factores estocásticos -pertenecientes al azar- convierten el resultado individual en algo impredecible. Así, la provisión de zurdos en la población siempre estará asegurada.

       A la vista de que estamos ante un fenómeno complejo, y apenas investigado, no queda más remedio que preguntarse ante la actitud tan beligerante que han adoptado los gobiernos en materias como el tabaco, que causa menos muertes que manejarse con la izquierda, ¿se llegará a prohibir ser zurdo?

 


Salir de la versión móvil