No empecé a pensar en la posibilidad de convertirme en fotógrafa hasta que fui veinteañera. Entonces estaba en medio de otro proyecto de vida, estudiando relaciones internacionales, soñando con trabajar en una organización no gubernamental. Pero en mi segundo año en la facultad, asistí a un curso básico de fotografía en blanco y negro, y a una clase de teatro. Al poco tiempo fotografiaba las obras de la compañía teatral de la universidad. Me entró tal pasión por la fotografía, pasando mis días en el cuarto oscuro, que decidí estudiar fotografía. Estudié en el London College of Printing durante tres años.
Lo que más me interesa de la fotografía es explorar su carácter ambiguo. Si por un lado la fotografía es ciencia, por el otro es poesía. Una imagen es la selección de un pequeño fragmento del mundo que, a pesar de su conexión con la realidad, puede ser muy subjetiva, personal e íntima. Me gusta la capacidad que tiene la fotografía para interpretar la realidad de un modo distinto o inesperado.
En mi trabajo he superpuesto imágenes con sonido, texto o páginas de libros antiguos, realzando su ambigüedad y creando diferentes capas de significado.
Lo que hace la fotografía es seleccionar, centrar tu atención y decirte hacia dónde tienes que mirar. Quiero provocar la imaginación del espectador: ¿qué extraña historia está pasando aquí? Me gusta pensar que el espectador, más que racionalizar, sentirá cuando mire mis fotografías.
Siempre pienso y planifico antes de tomar la fotografía. Nunca salgo con mi cámara a esperar que pase algo.
Creo que podría decirse que mi trabajo representa conceptualmente la realidad. Me interesa más “crear el momento” que “atrapar el momento”.
Enero de 2012.
Inês d’Orey es fotógrafa. Su web: Inês d’Orey