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Introducción a los qualia. La información física no es suficiente, hay ‘algo más’

«Fatata te Miti» (Cerca del mar). Paul Gauguin, 1892. Dominio público

 

Alegría interior 

En mí la siento, aunque se esconde. Moja
mis oscuros caminos interiores.
Quién sabe cuántos mágicos rumores
sobre el sombrío corazón deshoja.

A veces alza en mí su luna roja
o me reclina sobre extrañas flores.
Dicen que ha muerto, que de sus verdores
el árbol de mi vida se despoja.

Sé que no ha muerto, porque vivo. Tomo,
en el oculto reino en que se esconde,
la espiga de su mano verdadera.

Dirán que he muerto, y yo no muero. ¿Cómo
podría ser así, decidme, dónde
podría ella reinar si yo muriera?

José Hierro, Alegría, 1947.

 

Según Ned Block, filósofo estadounidense, los qualia, plural de quale, se podrían definir como “las propiedades experienciales de las sensaciones, los sentimientos, las percepciones, los pensamientos y los deseos”. Esto incluye las propiedades cualitativas y subjetivas presentes en el largo etcétera de acciones y situaciones que conforman nuestra experiencia consciente en el mundo. Para el reputado neurocientífico portugués António Damásio, autor de libros como El error de Descartes, En busca de Spinoza o El extraño orden de las cosas, los qualia son cualidades sensoriales simples. Esto engloba el tono agudo o grave que produce un instrumento, la intensidad del azul en el color del cielo o del mar y el amargor o la dulzura de un alimento.

Más en la línea de Block, Gerald M. Edelman y Giulio Tononi defienden que los estados de ánimo y los pensamientos también son qualia diferenciables, además de las imágenes y las sensaciones que los desencadenan, y que hay una experiencia diferenciada asignada para cada qualia. Para John Searle, filósofo de la mente y del lenguaje, cualquier estado consciente es cualitativo per se.

David Chalmers, filósofo australiano adherido al dualismo de propiedades, considera los qualia como irreductibles, como fenómenos que no pueden ser explicados desde lo puramente físico. Por su parte, el canadiense Paul M. Churchland, fiel al reduccionismo fisicalista, argumenta que los qualia no dejan de ser fenónemos mentales –y por tanto físicos– que se pueden explicar desde la ciencia como procesos de los que el cerebro se sirve para obtener información, mostrándose escéptico ante el propio concepto de qualia.

En el año 1982, Frank Jackson introduce en el paisaje científico el conocido experimento mental de Mary la científica o El cuarto de Mary, también conocido en inglés como knowledge argument o argumento del conocimiento, a través del artículo Epiphenomenal Qualia.

Mary es una científica excepcionalmente competente que ha vivido siempre encerrada en una habitación, sin poder experimentar colores más allá del blanco y el negro de la propia habitación y de la pantalla de su televisión. Mary dedica su vida a investigar y llega a especializarse en la neurofisiología de la visión, alcanzando a conocer todo lo que es posible conocer sobre la experimentación física de los colores, colores que, sin embargo, nunca ha experimentado. Así pues, según Jackson, en el hipotético caso de que Mary por fin consiguiera salir de su habitación, se encontraría sorprendida al experimentar los colores de los que a priori tenía toda la información física, pues la experiencia directa y subjetiva siempre había estado fuera de su alcance. Jackson intenta demostrar así que la información física no es suficiente, que hay algo más, y ese algo es explicado gracias a los qualia, al ser el fisicalismo insuficiente.

¿Qué se siente al ser un murciélago?, el famoso artículo de Thomas Nagel, publicado en 1974 en The Philosophical Review, es también una excelente primera toma de contacto con los problemas de la conciencia y el problema mente-cuerpo. Rechazando el reduccionismo propio de los fisicalistas, poniendo bajo foco el subjetivismo propio de las experiencias conscientes (que acarrea una imposibilidad de reducción al materialismo, según el autor), Nagel amplía el concepto de conciencia y defiende su naturaleza compartida por el resto de mamíferos, como los murciélagos. Uno de los aspectos más llamativos de los murciélagos es su alta y diferente capacidad sensorial. La ecolocalización, su sonar natural, ya fue señalada por el científico y sacerdote italiano Lazzaro Spallanzani a finales del siglo XVIII. Intrigado por cómo los murciélagos podían desenvolverse tan bien en la oscuridad, descubrió que la audición era lo que permitía a estos pequeños mamíferos manejarse y volar sin problema pese a la falta de visión o de luz. El sonido que emiten vuelve en forma de eco al chocar con otros objetos, y el animal percibe las diferencias, reconociendo las distancias y características existentes, pudiendo así volar y obtener alimento en plena noche. Todo lo anterior descrito, que lo podemos imaginar y entender en teoría, también lo somos incapaces de experimentar, por lo que nunca podremos asimilar completamente la mentalidad de este animal, y, por tanto, su realidad. Sólo sabemos lo que es ser nosotros mismos, lo que nuestra actividad mental nos ofrece desde que estamos en el mundo, lo que nuestro cerebro está diseñado para percibir, pues no hay lugar para la percepción imparcial. Cada ser integra los qualia de una distinta forma, cada conciencia trabaja de manera diferente en la particular experiencia. Nagel pone de manifiesto la limitación humana a la hora de conocer con exactitud cómo funciona otro algo que se encuentra fuera de nuestras fronteras mentales. Si bien podemos imaginar, hacernos ideas, esquemas, estudiar patrones o compartir mecanismos, siempre somos presos de nuestro propio cerebro y nuestra propia experiencia consciente, y es por eso que el irrumpir en una realidad ajena se antoja imposible.

El filósofo estadounidense Daniel Dennett, recientemente fallecido, alabó la influencia e importancia del artículo de Nagel, si bien criticó también lo expuesto en él, argumentando que la conciencia del murciélago sí puede ser accesible, pues es capaz de ser observada en tercera persona. Dennett defendía asimismo la capacidad científica de simular y estudiar las experiencias que nos son ajenas, ya que, aunque no contamos con todos y cada uno de los detalles que conforman esas experiencias, lo más importante y significativo que hay en ellas sí están a nuestro alcance.

El propio Nagel escribe, al final de su artículo:

“Hoy día estamos muy mal preparados para pensar en el carácter subjetivo de la experiencia sin apoyarnos en la imaginación, sin considerar el punto de vista del sujeto de la experiencia. Esto debiera considerarse como un reto para crear nuevos conceptos y concebir un nuevo método: una fenomenología objetiva que no dependa de la empatía o la imaginación. Aunque probablemente no lo abarcaría todo, su objetivo sería describir, por lo menos en parte, el carácter subjetivo de las experiencias en forma comprensible para los seres incapaces de tener esas experiencias. (…) Las características estructurales de la percepción podrían ser más accesibles a una descripción objetiva, aunque algo se deje afuera. Y ciertos conceptos alternativos distintos de los que aprendemos en primera persona del singular podrían permitirnos alcanzar cierto tipo de conocimientos incluso de nuestra propia experiencia, que se nos niega por la misma facilidad de la descripción y la falta de distanciamiento que los conceptos subjetivos permiten”.

Desde el materialismo funcionalista, Dennett pensaba que el término de qualia era confuso, una innecesaria y errónea forma de describir algo que ya sabemos y damos por sentado: la forma en que percibimos las cosas. Si los qualia eran inefables, intrínsecos, privados y directamente accesibles a la conciencia, entraba en contradicción con la posibilidad de la existencia misma de un concepto que pudiéramos manejar y manipular. Los qualia pasaban a ser, según su modo de ver, una falsa herramienta conceptual más, ilusoria y simplista, para intentar poder entender nuestra forma de estar en el mundo.

 

Bibliografía: 

Nagel, Thomas (1974): What is it like to be a bat? 

Hacker, Peter Michael Stephan (2002): Is there anything it is like to be a bat? 

Block, Ned (1987): Qualia
Dennett, Daniel (1988): Quining Qualia
Churchland, Paul M. (1984): Matter and Consciousness

Jackson, Frank (1982): Epiphenomenal Qualia
Hierro, José (1947): Alegría

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