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Mientras tantoIsabel Gaset: "He descubierto que tenía que creer más en mí"

Isabel Gaset: «He descubierto que tenía que creer más en mí»


 

 

La tarde que quedé con Isabel Gaset todavía no había llegado a mis manos Papel mojado. Un libro crudamente realista que te confiesa lo que sospechabas, pero que nunca quisiste aceptar. Ahora, inmersos en esta crisis económica en la que los medios de comunicación agonizan, es el momento de preguntarnos el porqué. Y ya no nos vale la excusa del contexto económico del país –que también-. Hoy es innegable que tras los despidos masivos y la desaparición de algunos medios se esconden decisiones injustificadas. Extrañas. Numéricas. Y lo más grave de todo: tomadas por presidentes y consejeros delegados de las propias empresas de comunicación. 


Repetid conmigo de nuevo: em-pre-sas. Preguntaros también algo: ¿tiene sentido que los más altos cargos de esos grandes medios que todos conocemos recaigan en empresarios, banqueros…? ¿Es ético que el poder político controle sus líneas editoriales?


Con Isabel no he hablado de ello directamente. Tampoco era el objetivo. Pero sí que me sirve para contextualizar su historia. Dos décadas de experiencia dibujan su perfil profesional, y en los últimos 14 años ha trabajado como redactora y presentadora de los informativos de Telecinco en Catalunya, así como en los informativos de Cuatro y en los directos para el programa La mirada crítica.
 

Traduzco: Mediaset España gestiona Telecinco y Cuatro (¡entre otros muchos!) y sus accionistas mayoritarios son Mediaset Investimenti, con un 41,2% del capital y el Grupo Prisa con el 17,3%. Dos nombres: Alejandro Echevarría (Ciencias Empresariales) y Juan Luís Cebrián, presidente ejecutivo del grupo PRISA con 129 despidos a sus espaldas –ERE del País en 2012- que, a pesar de las fuerte caída de la cotización del Grupo, se embolsó (en 2011) 12 millones de euros. Sólo contextualizo.

 

Y el pasado mes de enero a Isabel deciden despedirla. Era demasiado cara. Punto y final.

 

Hoy, después de una intensa y difícil lucha interior, está empezando a reencaminarse profesionalmente. Reconoce haber perdido ciertos ideales, pero ha descubierto que hay otros caminos que explorar. Formarse está siendo su mayor baza y creer más en sí misma su mayor recompensa.
 

¿Qué ha significado para ti quedarte sin trabajo?
Al principio, algo muy negativo. Yo llevaba 20 años sin parar y, por suerte, nunca me había visto obligada a tener que buscar trabajo. Es evidente que, si esto me llega a suceder hace 10 años, en dos días hubiese encontrado algo. Pero me encontré con la crisis, con mi edad… ¡Un verdadero drama! Ahora es diferente porque el hecho de volver a estudiar y conocer otros terrenos profesionales me hace sentir que puede ser una oportunidad.

 

¿Qué recuerdas del día que te comunicaron el despido?

Fue un viernes a las 3 de la tarde. Me dijeron que subiera al despacho de los jefes –nunca antes lo habían hecho- y recuerdo que me cogió como una taquicardia. Un mes antes habían habido rumores de posibles despidos, pero en aquel momento nos dijeron que habían conseguido un año más de tranquilidad. Lamentablemente, no fue así, porque decidieron prescindir de dos personas y una de ellas fui yo. Me quedé en estado de shock y lo único que pude preguntar fue ¿y por qué yo? Su respuesta fue que desde Madrid se había decidido prescindir de los contratos más caros.

 

¿La otra persona estaba en tus mismas condiciones?
Trabajaba los fines de semana y tiene alrededor de 35 años.

 

Es decir, fueron directamente a recortar de la plantilla con más experiencia…
Sí. Yo llevaba 14 años allí y no pude ni llorar.
 

¿Te convenció la explicación que te dieron?
(Silencio…) Me la creí porque realmente las empresas funcionan así. No es un consuelo, pero me tranquiliza saber que fue por una cuestión de números y no por una falta de profesionalidad. De todas formas, la autoestima –en un principio- queda muy tocada porque, al fin y al cabo, te han echado a la calle a ti. Después, con el tiempo, te das cuenta de que a los mejores también los han despedido.
 

Pregunta incómoda: ¿crees que tu edad (42) ha jugado en tu contra?
No. Justo el mismo día que me comunican mi despido me llama el jefe de Madrid –el que había tomado la decisión- para decirme que mi profesionalidad era indiscutible. A lo que yo le contesté bueno, pero fíjate cómo me quedo ahora: soy madre, estoy sola y sin trabajo. A lo que él, sorprendido, dijo: ¡Ah! ¿Pero eres madre?
 

Catorce años trabajando allí y él no tenía ni idea…
Exacto.
 

¿Cómo era el ambiente en la redacción desde el inicio de la crisis?
Cada vez que se filtraba alguna noticia sobre el grupo había cierto nerviosismo. Recuerdo que en diciembre (2012), cuando parecía que el tema de los despidos era posible, todos pasamos dos semanas muy difíciles. Sonaba el teléfono y temblabas…
 

¿Cuántos érais en la redacción?
Alrededor de 30 personas.
 

¿Crees que era un número excesivo como para tener que efectuar recortes?

No, pero lo que ocurre es que lo que las empresas entienden como crisis no es tener pérdidas, sino tener lo mismos ingresos que el año anterior. Y más en en esta empresa donde los resultados son lo primero.
 

¿Más que las personas…?

Sí.
 

¿Es difícil trabajar en una empresa así o son cuestiones que uno se plantea cuando las cosas no van bien?

Mientras no tienes problemas no lo piensas. Yo CADA DÍA cubría noticias sobre desahucios, desempleo… ¡Y te afectaba! Porque te dabas cuenta de lo mal que lo estaba –y está- pasando la gente, pero nunca piensas que te puede tocar a ti.
 

¿Y por qué no?

No sé… Mi años de experiencia, supongo. Creía que antes prescindirían de alguien que hubiese entrado más tarde. Es que la experiencia ya no se valora. Ahora es la cantidad, no la calidad.
 

El periodismo como producto…

Sí. En empresas como Telecinco –o en otras grandes cadenas- tan sólo tienes que fijarte en los informativos y comprobar que gran parte de su contenido gira entorno a sucesos o temas intrascendentales. Pero la verdad es que los directores de los informativos se repasan minuto a minuto la audiencia que han tenido ese día, y se dan cuenta de que es en esas piezas donde sube.
 

¿Ley de oferta y demanda?

Sí. De hecho, a mí me hacía mucha gracia la reacción de la gente de a pie cuando salíamos a grabar y nos preguntaba a qué medio pertenecíamos. La reacción siempre era la misma: ¡buf!, Telencinco…, o los del Gran Hermano… Y da la casualidad que son líderes en audiencia.
 

¿Entiendo que Telecinco no se merece la fama que tiene…?

Yo creo que no. Como mínimo, mi trabajo en informativos siempre ha sido el más honesto y objetivo que he podido hacer. Ni mi equipo ni yo hemos padecido ningún tipo de control, y muchas veces quisimos contribuir a mejorar la imagen de la cadena con nuestro trabajo. Pero la realidad era que movimientos sociales como el 15-M no querían ni vernos en pintura.
 

Duro, ¿eh?

Sí. Y cuando tú les preguntabas si veían la cadena y te contestaban que no, ¿cómo podían saber el tratamiento informativo que se estaba haciendo de sus movilizaciones? Además, dio la casualidad que por aquel entonces abríamos CADA DÍA el informativo con ellos durante casi 15 minutos.
 

Posiblemente el tratamiento de la información no les convencía…

Puede ser, pero nos hacíamos eco de todo lo que allí estaba sucediendo. Y aunque había días que no me acababan de convencer los temas que quería resaltar la cadena o su tendencia a repetir constantemente otros, yo siempre quise hacer bien mi trabajo. Pero uno ya sabe en qué medio trabaja y qué línea editorial tiene, aunque curiosamente yo entré como redactora de cultura…
 

¿Y acabaste cómo…?

Como redactora de todo. Un cuestión de funcionalidad.
 

Ya…

E insisto: tristemente mandan las audiencias.
 

Cuando decidiste ser periodista ¿con qué soñabas?

Soñaba con costar historias y cumplir con ese servicio público del que siempre nos habían hablado, pero todo eso ha cambiado mucho. La función del periodismo ya no es la que era.
 

¿Cuál es según tú?

Económica –salvo algunas excepciones-. Evidentemente, es más propio de los medios privados, pero algunos públicos arrastran muchos intereses. Y tan sólo nos tenemos que fijar en una cosa para comprobar que es así: los temas que marcan la agenda del día.
 

¿Te has desengañado de la profesión?

Sí.

Es triste, lo sé. Supongo que con el tiempo se pierden los ideales de juventud, y no sólo en el periodismo.
 

Bueno, la precariedad de nuestro oficio no contribuye mucho, la verdad.

Sí, pero todos los que nos dedicamos a esto sabemos que hay una etapa –sobre todo al principio- en la que no debes pedir mucho y darlo todo.
 

¿Hasta cuándo?

La pregunta ya no es esa, porque hoy en día ya no lo decidimos nosotros. Antes tampoco, pero ahora todavía menos. Ahora da gracias por tener un trabajo, porque si no lo haces no habrán 20, sino 200, que sí lo harán. Y de eso se aprovechan las empresas.
 

¿Sigues teniendo fe en el esfuerzo?

Sí, porque ahora siento que todo lo que estoy haciendo me permitirá llegar a algo.

 

¿Y tienes miedo?

Sí. Es imposible no tenerlo cuando estás en una situación así. La incertidumbre te obliga a plantearte constantemente si podrás tirar adelante.
 

¿Económicamente?

Por supuesto. El entorno no está dispuesto a gastar y aunque tú puedas plantearte algún negocio la gente quiere resultados inmediatos.
 

¿Cuánto tiempo te puedes permitir estar tranquila?

Dos años. En cuanto se me acabe la prestación de desempleo… No lo sé.
 

Y mientras, ¿qué estás haciendo para encaminarte profesionalmente?

Estoy haciendo un máster de community manager, y asistiendo a algunos cursos de comunicación, de branded content, de marketing… ¡Vamos! Lo que parece tener más futuro ahora. Ahí está el negocio.
 

¿Y te motiva?

Sí…
 

No tiene nada que ver con lo que hacías hasta ahora…

No, pero todo es comunicación. Y ¿sabes? Uno no siempre puede hacer lo que más le gusta.
 

¿Por qué?

Porque si no hay futuro hay que buscar nuevas vías.
 

¿Y no te has planteado crear tu propio medio de comunicación (digital, por ejemplo)? ¡Tienes muchos años de experiencia!

No, aunque me encantaría. Pero ahora cada mes tengo que comer, y plantearme algo así requiere de tiempo y de dinero.
 

¿Te da pena?

Sí. Yo era muy feliz haciendo mi trabajo, y creo que eso es muy importante cuando le dedicamos tantas horas del día a algo. Pero ahora, si te soy sincera, tampoco me veo el resto de mi vida persiguiendo la noticia en la calle… Por primera vez entiendo que puede ser muy positivo cambiar y adaptarse.
 

Adaptarse también es dejar atrás el éxito profesional, y tú lo tuviste. ¿Es difícil aceptarlo?

He ganado en intimidad, pero te aseguro que, a pesar de todo lo que me ha sucedido en los últimos meses, me siento muy recompensada por el esfuerzo que he dedicado todos estos años a hacer un buen trabajo. 

 

En mi entrevista con Álex Rovira, él decía que es el momento para desarrollar tus habilidades en nuevos contextos. El resto es cambiarte a ti mismo. ¿Tú lo has hecho?

 

Es demasiado pronto para decirlo. De todas formas, yo todavía no he encontrado otra profesión que me motive tanto –y que sepa hacer- como el periodismo. Y a nivel más personal, te diré que he ganado en tiempo para disfrutar estudiando y para estar con mi hija… ¡Incluso, para hacer deporte! Las típicas cosas que cuando trabajas no puedes hacer.

 

¿Te sientes desubicada todavía?

Ya no. Al principio, cuando me levantaba por la mañana y salía a la calle, me afectaba mucho cruzarme con gente que sabías que estaba trabajando. ¡Tan sólo tenía que fijarme en el típico maletín de mano o en la indumentaria…! Era duro.
 

¿Sentimiento de fracaso?

No, porque el fracaso lleva implícito el haber hecho algo mal. Y no es mi caso.
 

¿Crees que puede llegar el día en que tengas algo que agradecerle a esta situación que estás viviendo?

(Silencio) Según me vayan las cosas. Ya te lo diré.
 

Otra frase de Álex Rovira: a veces es importante sentir a fondo la tristeza, la impotencia, la rabia… porque te pone en contacto con dimensiones de uno mismo que en muchas ocasiones tapamos. Y hacerlo te puede llevar a descubrir algo que desconocías. ¿…?

Soy muy sensible y todo me afecta demasiado, pero sí que es verdad que antes me veía incapaz de emprender algo y ahora me veo con posibilidades.
 

¿Qué tienes en mente?

Crear algún tipo de agencia de comunicación y hacer uso de las redes sociales.
 

¿Cuándo hiciste el click?

En el momento en el que empecé a formarme. El conocimiento es el que te da poder para hacer cosas.
 

¿Qué otras cosas te dan esa energía que desprendes ahora?

La verdad es que no lo sé. Voy a días. Pero el simple hecho de explorar otras opciones ya es una forma de ganar energía. Hace unos meses, en cambio, estaba inmersa en un bucle muy negativo en el que me planteaba qué futuro me esperaba si sólo era una periodista que se había quedado sin trabajo en plena crisis de los medios de comunicación. Pero ahora entiendo –y sé- que hay otros caminos. Insisto: formarse es una magnífica manera de verlo todo más claro.
 

Reinventarse.

Totalmente. Y es verdad que cuando trabajas ni te lo planteas.
 

Por tanto, ¿has descubierto que eres una superviviente?

Sí. Y lo más importante: que no se acaba el mundo cuando pierdes un trabajo. 

Y algo más: que tenía que creer más en mí misma.
 

¿Sigues creyendo en la palabra vocación?
Por supuesto. Y mi madre siempre ha sido un gran ejemplo de ello: una peluquera que amaba su profesión y que, con la llegada de la jubilación, no lo está pasando del todo bien.
 

Como tú…
Es diferente. Lo suyo se llama ley de vida. Lo mío, no.

 

¿Qué les dirías a otras mujeres que se encuentran en una situación parecida a la tuya?

Que luchen y, aunque soy consciente de que en algunos momentos durante esta conversación he rozado el catastrofismo, sigo creyendo que hay que luchar por lo que se cree. Es muy importante no derrumbarse, no dejar de cuidarse, seguir saliendo a la calle y no lamentarse. Esta situación que estamos viviendo nos la han impuesto, así que no contribuyamos a hacérnosla más difícil.

Y yo a ti te admiro por tus ideales, porque en su día yo los tuve y creo que nunca se deben de perder.
 

¿De qué sirve ser idealista?
Para ser feliz.

 

@DímpelSoto

 

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