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Mientras tantoIzquierda Unida, como gato panza arriba

Izquierda Unida, como gato panza arriba


 

Pedro Sánchez, el líder del Partido Socialista, con la búsqueda de acuerdos a izquierda y derecha, como él dice, para hacerse con la presidencia y formar gobierno, puede estar pensando más en España que en el PSOE. O puede estar pensando más en sí mismo que en España y en su partido. Si nos quedásemos con la primera hipótesis, podríamos decir que Sánchez quiere evitar por todos los medios unas nuevas elecciones para no deteriorar todavía más la posición del PSOE en el Parlamento. También puede estar teatralizando esa búsqueda de socios para desalojar al Partido Popular del Ejecutivo con objetivo de, si se repiten elecciones, aparecer como el único que ha buscado denodadamente formar un Ejecutivo más o menos progresista, más o menos moderado. Lo malo es que, si se repiten elecciones, cabe la posibilidad de que Pedro Sánchez no sea el candidato. Eso es lo que puede hacer sospechar que Pedro Sánchez pudiera estar pensando más en sí mismo que en España o que en sus siglas.

 

Si Pedro Sánchez se quiere mostrar al electorado como el único que de verdad quiere formar gobierno, como el único que quiere llegar a un acuerdo, Podemos se lo está poniendo fácil presentando propuestas que el PSOE no aceptaría jamás, al menos en estas circunstancias, como el referéndum catalán. También, por supuesto, vetando a Ciudadanos o afirmando que son incompatibles con el partido naranja. Podemos siente que en unas elecciones en junio, podrían adelantar a los socialistas y que Pablo Iglesias, muy probablemente, se colocaría en el actual lugar de Pedro Sánchez. Aunque Podemos tras los comicios que se celebrarían a mediados de año no lograra el apoyo de los socialistas para formar gobierno, como revancha, los de Iglesias saldrían igualmente ganando. Aunque no gobernara: en ese caso, Podemos se convertiría, de facto, en el partido en la oposición más creíble, puesto que acusaría al PSOE de dejar mandar al Partido Popular de nuevo por no apoyar un Gobierno con Pablo Iglesias de presidente.

 

En este contexto de desacuerdos entre los tres que podrían formar el único gobierno posible, la Izquierda Unida de Alberto Garzón ha tomado la iniciativa proponiendo un encuentro no ya a tres, sino a cuatro, incluyendo a IU y a Compromís, que se celebrará hoy mismo. Garzón se presenta como mediador y se apunta el tanto de que gentes tan diferentes se sienten a dialogar y a negociar. Garzón posiblemente esté pensando más en su organización que en España. Unas nuevas elecciones pueden acabar liquidando a IU, al menos parlamentariamente. La formación concurriría a ellas con recursos económicos diezmandos y, posiblemente, más dividida que nunca en torno a la figura de Alberto Garzón y su proyecto político, desde hace casi dos años bajo sospecha de pro-podemista, algo que se ve alimentado porque algunos de sus más cercanos colaboradores han terminado, de hecho, en las filas de la formación morada. 

 

Hoy por hoy, Garzón defiende intentando y consiguiendo que las cuatro fuerzas se sienten, dialoguen o incluso pacten. Garzón, con esta estrategia, pone en primera línea a Izquierda Unida, pese a su mermada representación parlamentaria (sólo dos diputados) y a su discreto número de votos (no llegó a un millón en diciembre), y la convierte, más que en mediadora, en punta de lanza de un posible acuerdo.

 

Garzón sienta a sus siglas en los medios de comunicación más minutos que cuando eran once los diputados de la formación y ocupa portadas en los periódicos. Hace que sean más escuchados sus planteamientos que nunca, tras, también hay que decirlo, la campaña electoral más imaginativa y con más trascendencia que ha desarrollado IU nunca. Y sale en los telediarios al lado de Yanis Varoufakis, ministro griego que se bajó del carro de Syriza en cuanto Tsipras se achantó y cambió el rumbo, como gran y valiente declaración de intenciones a la que sólo se atreven cargos de Podemos más cercanos a Izquierda Anticapitalista que a Pablo Iglesias, como el diputado en la Asamblea de Madrid Raúl Camargo o el eurodiputado Miguel Urban.

 

Alberto Garzón puede que también se esté colocando para las próximas elecciones: su argumento de campaña puede ser que intentó que todos hablaran para formar Gobierno y que si lograra más diputados en la siguiente cita con las urnas, podría hacerlo de nuevo y con más fuerza. Garzón podría haberse escondido, podría haberse acobardado tras ese horrible resultado de diciembre, pero sigue luchando como gato panza arriba para salvar a su organización. Con sentido del humor podríamos decir que el hastag que utilizó en campaña #GatetesConGarzón terminó siendo premonitorio.

 

Con ese argumento podría ir Garzón en caso de repetir candidatura, es decir, en caso de que sus siglas siguieran siendo Izquierda Unida-Unidad Popular. Porque no hay que pasar por alto que se haga realidad otro escenario: Ana Pastor preguntó a Alberto Garzón en El Objetivo si existe la posibilidad de una candidatura unitaria Podemos-IU a nivel estatal en unas próximas elecciones y él respondió: «No podemos descartar nada».

 

¿Y si finalmente no hay elecciones? Garzón se apuntaría la baza de haber logrado que cuatro partidos muy diferentes se sentaran y lograran primero un pacto de investidura y, a continuación, un Gobierno en el que a él se le podrían pagar los servicios prestados con algún cargo. Otra cosa es que esa idea cale en el electorado, perdure en el tiempo y logre salvar a Izquierda Unida más allá de esta legislatura. Quizás Alberto Garzón está sembrando para el largo plazo. 

 

 

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