José A. Molina (M.A.R. Editor)
«Y dime Sancho amigo, qué es lo que dicen de mí en ese lugar. ¿En qué opinión me tiene el vulgo, en qué los hidalgos y en qué los caballeros? ¿qué dicen de mi valentía, qué de mis hazañas, qué de mi cortesía? […] quiero Sancho, me digas lo que acerca desto ha llegado a tus oídos, y esto has de decir sin añadir al bien ni quitar al mal cosa alguna». Esto decía don Quijote a Sancho (Quijote, II, 2, pág.642), de la mano del maestro y mentor, el creador de la novela moderna, el gran don Miguel de Cervantes Saavedra, y en ausencia del fiel y leal Sancho, tomo la responsabilidad de dar la buena nueva a don Quijote: sigue siendo unánimemente reconocido y ostentando el primer lugar en el canon de la literatura española.
La historia más grande jamás contada, como mito y como verdad, la defensa de la libertad (la base del Quijote) y que “cuando don Quijote no delira ni se confunde, cuando realidad y ficción no enredan su intelecto, el lector descubre al pensador sensato, al buen consejero y conversador moderado y singular que don Alonso llevó siempre dentro”, escribe el catedrático de Literatura Española de la Universidad de Murcia, Francisco Javier Díez de Revenga, en su excelente prólogo a Desventuras de don Quijote (M.A.R. Editor), de José Antonio Molina, profesor de Historia Antigua y Decano de la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia.
Algo más de medio centenar de textos conforman esta obra deliciosa, presidida por la amenidad y desprovista de artificios innecesarios, “sobre un alma de enorme melancolía, con esa especie de resignación ante la vida una vez que se han apagado las risas”, explica Molina, autor también de títulos como La memoria de las sirenas o La habitación secreta (M.A.R. Editor). Precisamente, ha querido hablar con ella, de corazón a corazón, “arriesgado y presuntuoso, puede ser. Pero es la única forma que yo concibo de tratar con un texto”. Recuperando aventuras reviviréis el mundo cervantino y el de D. Quijote “como relato, como historia, como novela, como imaginación”. Y, a través de muchos personajes considerados secundarios, sin los que la obra no estaría completa. Una obra la cervantina que le tiene absolutamente enamorado, “una obra deliciosa, escrita con delicadeza, ironía y sagacidad, que seduce de principio a fin. Pero esto son, digámoslo así, sus atributos externos. En realidad la obra está llena de valentía, de sabiduría ancestral, de autenticidad en sus personajes, en sus conversaciones”.
Tomo las palabras finales del discurso del premio Cervantes, Francisco Ayala: “Creo oportuno, cuando nos hallamos reunidos para honrar la memoria de Cervantes, insistir sobre las indispensables virtudes del ejercicio literario, que no consiste tan solo en escribir, sino también, por supuesto, en leer”
Cervantes consiguió escribir para toda la Humanidad, por eso nos vemos reflejados en muchos capítulos, ¡qué sabiduría la de Cervantes!
Sabiduría y amistad por el género humano, como puede verse en toda su obra. A su inteligencia añadió la cualidad principalísima de tener un buen humor para tolerar las adversidades y sobre todo para no odiar a nadie. Su vida es un ejemplo de actitud que tuvo la fortuna de materializarse en una obra extraordinaria.
¿Qué le tiene tan enamorado de don Quijote?
Primero de todo que es una obra deliciosa, escrita con delicadeza, ironía y sagacidad; la historia seduce de principio a fin. Pero esto son, digámoslo así, sus atributos externos. En realidad la obra está llena de valentía, de sabiduría ancestral, de autenticidad en sus personajes, en sus conversaciones.
¿Qué es Desventuras de don Quijote? ¿Cuál es el objetivo de este libro?
He percibido un alma de melancolía y he querido hablar con ella, de corazón a corazón. Arriesgado y presuntuoso, puede ser. Pero es la única forma que yo concibo de tratar con un texto. Destaco esa enorme tristeza, esa especie de resignación ante la vida que hay en las páginas de Don Quijote una vez que se han apagado las risas.
¿Por qué ha escogido las Desventuras? ¿Expresa y enseña más sobre la vida, desde esa perspectiva, Don Quijote/ Cervantes?
Sin duda, o al menos eso pienso. Cervantes es derrotado incluso cuando gana. Tenemos la impresión de que su vida es una derrota constante en los terrenos prácticos del éxito social y de la prosperidad económica. Las desventuras de su vida son sencillamente las circunstancias de su vida. Ocurre lo mismo con don Quijote, cuyo sobrenombre de Caballero de la Triste Figura ya anima a pensar la vida como lucha y como derrota. Don Quijote es un caballero encantado, él mismo se siente hechizado y manejado por fuerzas ocultas, en ese sentido está abocado a ser manejado, engañado, burlado, él en persona, o aquello que le resulta más querido, como su Dulcinea. Todo en él es una gigantesca desventura en medio del extraño sueño en el que se ha convertido su vida, y del que ha de despertar sólo en brazos de la muerte.
Es cierto que don Quijote es el antihéroe, es el héroe del fracaso, estaba habitado por un sueño, una ilusión, y a partir de ahí llega a la lucidez y muere… Lo de su muerte es un capítulo más que debería abordarse…
La muerte de don Quijote es el magnum mysterium de la literatura española. Quien muere es Alonso Quijano, repuesto aparentemente de sus locuras. Don Quijote ha desaparecido, no se halla presente, nadie le ha visto morir, sencillamente se escapa en medio de los desmayos y quebrantos que sufre el cuerpo que le alberga. La concepción de la vida como algo efímero, como algo incluso soñado, borroso, no real, salta a la vista con la muerte de Alonso Quijano, que no de don Quijote, porque don Quijote escapa a los lazos de la muerte.
Especialmente emocionante es la parte final dedicada a la muerte. Esa frase “después de las tinieblas espero la luz”, además de tener un trasfondo religioso, ¿se puede ver también como la superación y el instinto de supervivencia?
A diferencia de Avellaneda, yo creo que Cervantes sintió verdadero amor por don Quijote. Es más, Cervantes (podríamos decir) no dejó de amar a la humanidad, a su prójimo, rara vez sentido que escriba con hostilidad hacia alguien. Sí es posible, incluso necesario, leer Don Quijote en clave religiosa, incluso como imitatio Christi. Don Quijote tiene mucho de Cristo, tampoco a él le reconocieron las tinieblas.
Y en esa lucidez alcanza don Quijote una mirada piadosa, comprensiva, compasiva…
Cervantes es un autor cariñoso, compasivo. Su don Quijote desea simplemente hacer el bien, no odia prácticamente a nadie. Por Avellaneda no siente más que desdén, no verdadero odio. Su amor por la humanidad, incluso por la humanidad pecadora, se ve claramente en la aventura de los galeotes. Hasta el ser infame merece la libertad. Su mirada de amor nunca está tan clara como cuando elogia con nostalgia la edad de oro que nunca conoció.
La melancolía es característica de muchos poetas, escritores, artistas… Tiene especial relevancia en Desventuras…
La melancolía es un fenómeno clave en la época. Desde el punto de vista artístico, médico y filosófico. Don Quijote es un melancólico perfecto llevado al extremo: soledad, aislamiento, altísima sensibilidad e inteligencia. Don Quijote es, a su manera, el mejor tratado de melancolía, a la altura de Robert Burton y su Anatomía de la melancolía. Es ese sentimiento que desborda toda la obra, junto con la nostalgia; la nostalgia de cosas que nunca se han tenido y que, por tanto, nunca se han podido perder, pero nostalgia cierta y verdadera. Pero la obra no sería ella misma sin esa fina ironía que brota en cada una de sus líneas.
Ha escogido un método muy parecido al Quijote. Me refiero a los títulos que presentan cada capítulo…
Me gustan los títulos de los capítulos de don Quijote, me gusta cómo seguramente sus editores fueron haciendo esos encabezamientos tan característicos. Eso me animó a jugar con la brevedad, con decir mucho con pocas palabras. Además pensé en una prosa limpia, como la cervantina. En eso pensé que radicaría la posibilidad de rendir un homenaje a Cervantes desde mis propias palabras. Eso sí es atrevimiento, porque Cervantes no necesita homenaje alguno.
¿Qué criterio ha seguido para escoger cada capítulo?
El criterio ha sido el de la caballería andante, es decir, recorrer la obra de acá para allá y dejarme llevar sin hacer grandes preguntas por aquello que más me impactaba o me interesaba, sólo en un momento posterior de la redacción pensé en una organización más temática. Escribiendo y leyendo hago como el ilustre loco, que dejo que el caballo siga el camino que desee y me preparo para lo que surja.
¿Cuál destacaría? El de la ínsula Barataria es inmenso, muy ad hoc con la actualidad
Barataria es un gran monumento donde confluyen varias cosas: la justicia, el derecho (que las más de las veces no tienen por qué coincidir), el valor sapiencial del gobernante (Sancho es un Solón de Atenas, o casi). Barataria es el momento más glorioso de la novela. Pero si hablamos de actualidad, iría a episodios muy inspirados como el de la cabeza metálica y encantada, en casa de don Antonio Moreno, no muy alejada del momento en que don Quijote ve una imprenta, lo cual une de manera genial magia y técnica.
Me gusta esa confrontación con el de Avellaneda…
Avellaneda, quienquiera que fuera, representa para mí ese talento del hombre inteligente pero sin muchos escrúpulos. Su obra es notable, pero no hay en ella la mitad de amor por la humanidad que tiene Cervantes. Y sin embargo, nadie negará que una gran parte de la brillantez de la segunda parte de don Quijote se debe a la pura confrontación con Avellaneda. En la novela de Cervantes todos siguen a don Quijote, y casi se vuelven tan locos como él siguiéndole la corriente. A Avellaneda le pasa algo parecido, se muere por imitar a Cervantes. Es un Sansón Carrasco que quisiera ser el Caballero de la Blanca Luna.
Usted nos guía a través de muchos personajes considerados secundarios, que no son nada secundarios. Sin ellos la obra no estaría completa
Don Quijote y Sancho son como un sistema solar de doble estrella en torno al cual orbitan numerosos planetas. Esos son los personajes de la novela, cada uno es un mundo por sí mismo, lleno de magia y de misterio. Hay incluso exoplanetas, como Álvaro Tarfe, captado, robado, de Avellaneda.
Al final, ¿lo único que nos queda como magna obra es el Quijote? ¿Obra indiscutible?
Absolutamente indiscutible. Jamás perderá verdad, siempre encontraremos en ella una nueva lectura, un nuevo matiz. Es como la Biblia o como la Ilíada. Descender sobre sus páginas en cada momento de la vida es como contemplar con Monet la catedral de Rouen a distintas horas del día, la obra de arte es la misma pero parece que cambia constantemente, ofreciéndose en toda su serie de novedades.