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José Luis Gómez Toré. Poemas de «Llamarse nadie»

Llamarse nadie
poemas de José Luis Gómez Toré.

 

 

EL TERRITORIO BLANCO

Nieve,

no pureza.

Un lugar más doloroso,
aún más extraño que la vida.

Si ello fuera posible.

 

 

 

CALIGRAFÍA

Dos garabatos ágiles.
Mirlos que cantan en la nieve.
Ignoran el milagro
y por eso lo son.

Me acerco a la ventana.
Un aleteo oscuro.
Una página en blanco.

 

 

 

 

UN KILO DE MANZANAS GOLDEN

                                             A Óscar Curieses

Son pocas.
Y se dejan pesar.
La balanza detiene su caída a la tierra.

La cifra finge una ecuación perfecta
que iguala don y precio.

Nos mienten, y no importa, el peso exacto.

Un kilo de manzanas.

Compartirlas
después
será desandar un camino,
gustar
su sombra recogida,
su agua absorta.

 

 

 

CIENCIAS NATURALES

Buscábamos las presas al lado de la autopista. La cacería apenas había comenzado. Lo supimos al abrir lentamente los frascos y aspirar su perfume, que se pegó a la piel como un sudor ajeno. Era el rastro invisible de las tareas escolares. Nada nos delataba, sin embargo, a no ser el zumbido en medio del bosque de alfileres. Cultivábamos una altivez secreta casi como un dictamen. Ese uniforme gastado por el miedo.

Fuimos culpables de tan pequeñas muertes. Otros eran más crueles. Lo serán todavía. Aprendimos ritos que ensucian nuestros gestos, contraseñas que convierten en un pacto el perdón.

 

 

 

ORESTES O EL INSOMNIO

Ladran los perros hasta la madrugada,
ladran de noche en los portales,
sin piedad ladran en el descampado,
entre bloques de hormigón y excavadoras,
en las ruinas futuras del centro comercial.

 

Velan,
se responden sin pausa
de una plaza a otra plaza,
de ciudad en ciudad
a través de los siglos.

 

Ladran esta noche los perros.
Dejan un sabor a metal en cada boca.
A quién llaman.
¿Quién sueña el despertar?

 

 

 

INFORME Y PROFECÍA

                                                                        A Pilar Martín Gila

 

El príncipe sostiene sin ceremonia alguna el cerebro del héroe, que aún gotea formol. Dos hemisferios como un mundo completo, a pesar del problema del alma y de los números, a pesar del lenguaje desparramándose igual que una infección por redes neuronales y esa pasta viscosa que precede a los símbolos. Aunque nos complace ocultarlo, somos un pueblo que ama las simetrías y las repeticiones. Y nunca se detiene la rueda del incesto y la venganza. No importa cuál fue el primero de los crímenes entre tantos que vinieron después. En el comienzo siempre los fantasmas. En el nombre del padre. Y voraz la promesa.

 

 

 

ELECTRA

No hay reparación.
Esta orfandad es nuestra
y ya la conocieron nuestros padres.
No se repite el crimen,
sí la herida,
sí la mano detenida en el aire
una vez y otra vez.

La venganza
dura más que los dioses

y la sangre
solo la bebe el polvo.

 

 

 

HOTEL EUROPA

                                                                      A Esther Ramón

 

El resto es este rumor inconsolable, este chocar de esferas que van a la deriva. Desde aquí escucho los valses del Imperio con un aire de jazz mientras insisten lejos los obuses con su secreta música. Soy el último. El que husmea los sótanos, el animal dormido en las alcantarillas, el que friega furioso el suelo del lavabo y reclama su óbolo de avispas o silencio. Guardo entre noticias que fueron siempre viejas una corona de metal oxidado y los galones dorados del ujier. Es borroso tu rostro y, sin embargo, persigo cada noche tu cabellera lentísima en mis sueños. A veces, raras veces, he logrado olvidarme de tu nombre y entonces eres un número, el destino velado en cifras que no duelen. Porque el miedo es también un manojo de llaves, he abierto tantas puertas sin encontrarte nunca. Alguien me habló de ti. Posaba de pirata delante del espejo mientras los verdaderos nómadas cruzaban las fronteras. No quiero otro silencio sino el tuyo. Ni siquiera la obscenidad me sirve ya, Cordelia. ¿No te acuerdas de mí? Soy el padre de nadie, el que hace las cuentas con el amor de otros. Desde aquí escucho el chocar violento de las copas, cómo parten los trenes cargados de consignas. Yo guardo su secreto. Me empeño en ser el último. Todavía no he aprendido a callarme. Lo haré pronto.

 

 

 

RECORDANDO AL ENFERMERO WHITMAN

                                             A Edmundo Garrido

 

Velar la retaguardia,
pronunciar lo ilegible,
decir lo roto, el resto calcinado,
lo que no quiere ser proclama o documento.

Las palabras levantan
un hospital precario,
un refugio irrisorio
que dobla la intemperie.

Inútil,
pero no miente un orden,
no inventa el final del relato.
Se resiste a narrar.

En el centro, la herida.

 

 

 

ELEGÍA

Son demasiados signos para este tiempo adicto a las catástrofes. El reflejo del sol en la piscina, las cargas policiales, los gritos de los niños en el agua, el río que se arrastra con pereza infinita entre los basurales de Maputo, la historia interminable de la sed. Demasiada ironía. Como si nos sobraran las palabras. Como si no estuvieran ya rotos los espejos.

Son pocas las certezas: no ordenar las imágenes, no borrar la sutura, mantener a distancia el porvenir.

 

 

 


 

José Luis Gómez Toré (Madrid, 1973).
Filólogo, profesor, germanista, poeta, ensayista y dramaturgo.
http://www.poesiaintemperie.blogspot.com/

Ha publicado:
Contra los pájaros
(1999)
La mirada elegíaca. El espacio y la memoria en la poesía de Francisco Brines (Pre-Textos, 2002) [Premio Internacional Gerardo Diego de Investigación Literaria]
He heredado la noche (2003, accésit del Premio Adonais)
Se oyen pájaros (2003)
Fragmentos de un cantar de gesta (2007)
Pedro Salinas (2009)
Claroscuro del bosque (2011, en colaboración con la artista plástica Marta Azparren)
Un corte que no sangra, El roble de Goethe en Buchenwald, Hotel Europa y Extramuros (2015)
Llamarse Nadie (poesía 2002-2019).

La compañía teatral El Tinglao ha llevado a escena su obra infantil Lluvia pregunta por el Sol, publicada en 2004 en la revista Ophelia.

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