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¡Kasumay!

 

(Algo así como “¡Hola!, ¿qué tal estás?”) Bonita palabra diola, una de las lenguas –y etnias- de Senegal. Allí he pasado unas semanas descubriendo algo de lo que hay más allá de nuestro muro: otros tiempos, colores, olores, costumbres, creencias, mitos.A la vuelta, el reencuentro con lo nuestro, tan cómodo y a la vez, palabras mediante,  tan ocultante y retorcido. Leo: “La cruz que se marca en la declaración de la renta (Iglesia católica o Fines sociales) no supone pagar más impuestos”. Hay una web católica nada ultra, creo que se llama “Religión digital”, que propone marcar las dos cruces; otras voces quieren más cruces para otras tantas religiones presentes en nuestro país: el argumento es no discriminar.

 

 

Lo que ocultan estas voces: todo lo que se pague a una iglesia, cualquiera, en el IRPF, se detrae de los ingresos de la Hacienda Pública. Simplificando: carreteras, colegios, sanidad, investigación, dependencia (para todos los ciudadanos). Una emigrante retornada gallega me contó que en Suiza las autoridades descuentan sí o sí de las nóminas de los trabajadores un porcentaje destinado a la religión que declaren (e incluso, en caso de duda, ¡a la mayoritaria en su país de origen!) Pero en todo caso, allí sí son los contribuyentes creyentes  los que financian a su iglesia, y el Estado se limita a recaudar.

 

 

Y ¿qué hacen entonces los creyentes que no tienen nómina? Pues aportan en la medida de sus posibilidades. En los países en los que la Iglesia se mantiene exclusivamente con los donativos de sus fieles (EEUU, por ejemplo, donde la Constitución prohíbe financiar ningún credo), los ingresos proceden de las colectas dominicales, de asociaciones y actividades varias, como publicaciones u otras, aparte, al menos en el caso de la Iglesia católica, del eventual apoyo del Vaticano. Y no son precisamente iglesias pobres. En fin, el lenguaje oculta.

 

 

Y me reencuentro también con esas entrañables idioteces radiadas, frases incultas y oscuras como: “…estamos intentando poder conseguir conectar con…” (cuatro verbos seguidos para decir que están intentando…conectar). Tampoco es manca esta otra: “Erik el belga [famoso falsificador y traficante de arte] arrasó con cientos de iglesias españolas”. Había en la trasera mental del ese arrasó un arrambló (con) o también arrampló, porque el “con” ahí sobra, pero la opción no pudo ser peor;  se puede “arrasar” cientos de iglesias (en un lenguaje hiperbólico) o “arramblar” con cientos de objetos de esas iglesias, pero nunca “arrasar con cientos de iglesias”.

 

¿Poca lectura, ausencia total de latín, sistema educativo que ignora la lengua, mala formación de los  profesores? No lo sé, pero qué grave es esto; ¡pero si ni siquiera optamos por tableta en vez de tablet, o colecta en vez del crowdfunding dichoso, como propuso el incansable Grijelmo hace poco en el Ideas de los domingos! Escucho, también en la radio, una ranchera preciosa, no sé su nombre ni su autoría, que dice: “Qué hacer, yo no lo sé, no encuentro nada…” Exactamente, así es como me siento yo…

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