«¿Qué culpa tengo yo si me gustan gordas? La veo comer junto a la fogata. Alejandra roe el hueso del muslo de un pecarí que cazamos esta tarde. Está sentada en el suelo de tierra, con sus poderosas piernas cruzadas, echada hacia adelante para evitar que la sangre negruzca del asado resbale sobre el balcón de sus pechos superlativos, desnudos. Me descubre mirándola deleitado y me lanza un beso con la boca brillante de grasa, sus dientes blancos y sanos resplandeciendo sólo un poco menos que los pícaros ojos celestes encendidos por las brasas del fogón. (¡Y quizás por el recuerdo de las cosas que hicimos en la orilla, hace un rato!)». Eso se lee en “Alejandra Magna”, el libro del escritor chileno Carlos Franz ilustrado por el artista multidisciplinar albaceteño José Luis Serzo y traducción al inglés del periodista estadounidense Jonathan Blitzer.