Si hubiera que quedarse con una imagen de la modernidad arquitectónica mexicana muchos señalarían las Torres de Ciudad Satélite (1957), un grupo escultórico de cinco moles verticales de cemento coloreado, con alturas entre 37 y 57 metros concebidas como imagen de los nuevos barrios residenciales de la capital mexicana. La obra es una de las más representativas del artista germano-mexicano Mathias Goeritz (1915- 1990), padre de la Arquitectura Emocional, protagonista de la monumental retrospectiva El retorno de la serpiente que el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid le dedica. Agitador y estratega cultural ante todo, la huella de la obra de Goeritz en el México más moderno es tan extensa como sus creaciones. Convencido de que era necesario crear piezas, espacios y objetos que despertaran la máxima emoción, el arte público monumental consiguió allí una presencia de tal calado que sus intervenciones son consideradas como esenciales en la renovación vivida durante la década de 1950, y, todo ello, en medio del rechazo de los artistas que seguían defendiendo el realismo y el muralismo como la única manera legítima de la expresión artística.