La Barbie

De acuerdo con fuentes de inteligencia, el sicario Edgar Valdez Villarreal La Barbie, detenido días atrás por la policía federal de México, es informante de la agencia anti-drogas DEA de EEUU. Su detención habría sido un montaje mediático de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) para reforzar su imagen decaída.

 

 Tal como publica la prensa mexicana, el apresamiento del criminal en el Estado de México, acusado de trasegar “una tonelada de cocaína al mes” en México y obtenerla a través de la FARC colombiana, sería trasladado al país del norte con el fin de procesarlo allá por diversos delitos. Se trataría de un testigo protegido de la DEA.

 

 Tal versión circulaba en los últimos tiempos entre los expertos de inteligencia del gobierno mexicano. De hecho, de allí trascendió que La Barbie, expuesto desde meses atrás como un “psicópata asesino” en la prensa, fue quien delató a su rival Arturo Beltrán Leyva El Greñas, quien cayó muerto en Cuernavaca, Morelos, en diciembre pasado a manos de un grupo de élite de la armada de México bajo mando estadounidense.

 

 Un caso semejante fue el del capo del Cártel de Sinaloa Ignacio Nacho Coronel, que fue “abatido” en Zapopan, Jalisco, semanas antes. Uno de aquellos expertos de inteligencia afirma que Coronel fue delatado por su propio socio Joaquín El Chapo Guzmán Loera, que encabeza tal Cártel. El juego de delaciones tendría que ver con los pactos encubiertos en los que se desenvuelve el accionar de los grandes cárteles de la droga en México, cuyas existencia se expresa en la zona de penumbra de la para-legalidad inserta en las instituciones mexicanas y, sobre todo, en las agencias estadounidenses DEA y CIA.

 

 La detención de La Barbie –quien sonríe irónico al posar para las imágenes- se presentó el mismo día en que la SSP anunció el cese de 3,200 de sus policías -que ahora podrán incorporarse al crimen organizado- y a pocos días de la matanza de 72 inmigrantes de varios países de América Latina en Tamaulipas, cerca de la frontera con Estados Unidos.

 

 De acuerdo con los datos disponibles, expuestos por la propia SSP, los culpables de la matanza fueron criminales llamados Los Zetas, cuya violencia detonó “la negativa de los inmigrantes a unirse” a dicho grupo –en efecto, Los Zetas son los amos del tráfico de inmigrantes en el Golfo de México… bajo la connivencia gubernamental, como lo ha denunciado Human Rights Watch.

 

 La noticia de la matanza se expandió de inmediato en el mundo, y permitió la presencia del presidente mexicano en los medios masivos de comunicación. Su discurso reafirmó las consignas en torno de la militarización contra el narcotráfico y deslindó a su gobierno de cualquier acto de barbarie. En particular, enfatizó su sarcasmo contra las quejas, nacionales y extranjeras, sobre las violaciones constantes contra los derechos humanos de militares y policías mexicanos, dijo estar harto ya de esa “cantaleta” -Amnistía Internacional tasa el incremento de tales delitos en un mil por ciento desde 2006.

 

 El ecuatoriano sobreviviente de la matanza, y fuente originaria de las informaciones, pasó a resguardo confidencial de las propias autoridades. El agente investigador que acudió a indagar los hechos en Tamaulipas, fue asesinado pocas horas después. Más tarde el presidente Calderón desmintió tal homicidio, y corrigió la versión: el agente sólo está “desaparecido”.

 

 En la víspera de la detención  de la Barbie, el vocero de la “narrativa oficial” del gobierno mexicano sobre asuntos de seguridad ofreció su diagnóstico de la ola de violencia en el país. Habló de siete conflictos entre respectivos cárteles en sólo 162 municipios de los más de dos mil existentes en México. Minimizó los 28 mil ejecutados desde el 2006, al aludir que el 80 por ciento eran delincuentes, y dictaminó que “es erróneo afirmar que todo el país está sumido en una violencia generalizada, cada fenómeno es distinto y responde a causas específicas». El senado de la República, por el contrario, consignó horas después que el 71 por ciento del territorio nacional está en manos del narcotráfico.

 

 El vocero del gobierno mexicano defiende una perspectiva manipuladora al relativizar los fenómenos violentos –en realidad, las actividades de los cárteles trascienden el foco o línea de fuego a la que se quiere reducir éstas: su teatro de operaciones es más vasto. También descontextualiza los hechos –sobre todo, al desprenderlos de la responsabilidad, ineficacia y corrupción de las propias autoridades en la llamada “guerra contra el narcotráfico”. Por último, el vocero oculta que el narcotráfico es sólo una de las industrias criminales de por medio. Soslaya que, en los últimos cuatro años, las extorsiones y secuestros –ejercidos por los mismos cárteles de la droga- han crecido en México en un 200 por ciento de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública.

 

La narrativa oficial del gobierno mexicano: un excelente maquillaje para La Barbie.

 

 

http://www.jornada.unam.mx/2010/08/31/index.php?section=politica&article=002n1pol

 

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