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Mientras tantoLa ceiba restaurada

La ceiba restaurada


 

Este título no hace referencia, de ninguna manera, a que la ceiba mencionada ha sido restaurada, lo que significaría un gran alivio para los que están cobijados bajo ella, sino que es una intención de algunos guineanos de buena fe.

 

En el centro de la bandera cuatricolor que han exhibido los guineanos cuando han necesitado de hacerse notar en el contexto de otros países hay una ceiba coronada por seis luminarias. Para aquellos que todavía no saben porqué la naturaleza ha permitido la existencia y la elección por los guineanos de un árbol espinado, les diremos que las luminarias que la coronan representan seis territorios, con sus habitantes, sus costumbres, sus lenguas y sus sentimientos de  constituir una pequeña nación que no quiere perder su historia íntima.

 

El árbol espinado, para los intelectuales de lentes para impresionar, es un mensaje a los que se acercan a la naturaleza desprovisto de raciocinio: da mucho que pensar a la hora de levantar el hacha ante la imponencia de un árbol majestuoso cubierto de espinas. ¿Por qué se protege de antemano y decido abatirlo sin pensar en las posibles consecuencias? ¿Qué mensaje nos está mandando que no hemos sabido captar?

 

Con la ceiba por testigo firmamos la paz con los colonialistas que se adueñaron de nuestras vidas, incluso fuimos dados en esclavitud. Recuperada la tierra propia, un grupo de lacayos que habían servido a los colonialistas,  representantes de la facción más atrasada de una de las luminarias del escudo, cogieron el testigo y dejaron el solar común a la altura del betún. Apagaron el resto de las luminarias que coronaban la ceiba central de nuestra común enseña y tanto cejaron en su maldad que permitieron que el resto de habitantes de la Guinea Ecuatorial tuvieran añoranza del colonialismo. Sí, pese a su historial de represión, de trabajos forzados, de exclusión, los manejos de la camarilla que asumió el poder desde la independencia hicieron que los que atestiguamos aquellos horrores quisiéramos volver a ser sometidos por extranjeros de raza blanca. ¿Dónde estaban los intelectuales que hoy claman por peligros soterrados cuando esto que contamos ocurría?

 

Aborrecida la lengua colonial, la española, la misma facción impuso la suya al resto de los guineanos, y hasta hoy es normal que un hijo distinto de las luminarias apagadas sea increpado en una lengua que no es la suya sólo porque la impuesta es de los que mandan. ¿Dónde se esconden los que hoy claman por peligros inciertos cuando esto sucede? Ítem más, asimilada como norma por la colonización, el ejército, que iba a proporcionar seguridad fronteriza y territorial a todos los territorios representados por las seis luminarias se hizo monoétnico y recuperó sus antiguas funciones coloniales de represión, de ocupación. Sí, no hay que hacer cálculos extraños ni remover archivos para saber que hace décadas que en el ejército de Guinea sólo se promocionan los individuos de una etnia, asentado la tradición de que los individuos de las otras son incapaces para ejercer funciones de mando. ¿Dónde se escondieron cuando esto ocurre ante los ojos de todos?

 

Secuestrado el poder por una facción ambiciosa de una de las luminarias que coronan la ceiba espinada, el acceso al trabajo, a los puestos de la administración y a los empleos cualificados se restringe y se condiciona a la satisfacción personal de unos gerifaltes carentes de ningún escrúpulo, un hecho que destierra definitivamente la meritocracia y convierte al sistema de promociones del país en un burdel. Sí, toda la cúpula rectora de Guinea es un nido de crápulas en que los puestos y las ocupaciones se solicitan y se ofrecen al mejor postor. Sí, las promociones guineanas se resuelven  a base de arremetidas venéreas de penes y coños, haciendo buena la verdad foránea de que los africanos están obsesionados por el sexo. ¿Dónde estaban los intelectuales de gafitas cuando esto ocurría?

 

Os lo vamos a decir claro: Se ha presentado CEIBA en un primer intento de restaurar los pilares del escudo nacional, rescatar del olvido las luminarias perdidas y conquistar la libertad individual. Y en este empeño están personas nacionalistas y ciudadanos independientes que por ahora no pueden decir que son de Guinea Ecuatorial, pues el destino se lo impide. Apátridas. ¿Qué unidad puede reclamar uno que no puede volver al país en que nació?

 

Sí, señores, llevamos 15.480 días viviendo en un país en que la secesión no era un peligro, era real. Lo que hemos descrito no corresponde a lo que esperábamos que fuera Guinea. Con la apropiación de los medios de comunicación que pertenece a todos, el régimen que nos animaliza, preso de una furia despilfarradora sin parangón, nos ha hecho creer que los peligros que abaten sobre las cinco estrellas son otros, y nos lo creemos. Con esta amnesia aterradora, estamos viendo el peligro que predica la dictadura, olvidando el hecho de que hace décadas que vivimos en ella. ¿Dónde está la unidad que pregona este régimen para que una persona con un solo dedo de frente se atreva a mostrar su miedo por una secesión inminente? Sí, ¿cuando gozamos de esta pregonada unidad para que merezcamos el anatema por querer socavarla?

 

Sin ser intelectual de nada, no podemos utilizar términos científicos de una ciencia que no alcanzamos. Pero a los intelectuales de lentes graduadas les tenemos que recordar que es historia verídica que una de las variadas consecuencias de padecer un régimen dictatorial es la balcanización del país que la padece. Que el fenómeno se llame así, balcanización, es prueba de que no es exclusivo de los africanos, cuyos hechos siempre son demonizados. Si los padecimientos descritos no conmueven a los que se alarman ahora por una situación que ya lleva 15 mil días instalada entre nosotros, entonces no compartiremos con ellos sus miedos trasnochados.

 

Barcelona, 12 de junio de 2012

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