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La cicatriz y la veta

 


Sí. Las vetas no cicatrizan. No cicatrizan las vetas y se rasga en dos la bata blanquiazul como de dios griego encarnado en piedra rojiza. Dadivoso, él me escribe:

—¿Te atreves? Si quieres te envío otra con toda confianza. Un abrazo.

Aun a riesgo de repetirme o de parecer un periodista guay que abusa de citas en busca de algún lustre, vuelvo a Leila Guerriero por segunda semana. Entiéndanlo, estoy en esa fase del enamoramiento incapaz de pensar en otro mejor que ella. «Por cosas como esta me gusta la realidad: porque si uno permanece allí el tiempo suficiente, antes o después ella se ofrece, generosa, y nos premia con la flor jugosa del azar». Lo escribió en el discurso Tan fantástico como la ficción que leyó en la Feria del Libro de Bogotá y publicó El Malpensante, Colombia, 2008. ¿No ocurre igual con esta fotografía? El diafragma sutura el costurón y ya no hay herida entre la piel y el muro del área quirúrgica. Por cierto, si encuentran un lapicero en la playa de Aguieira, era mío. Pero no escribía demasiado bien.

 

* La semana pasada, la tragedia de Santiago quebró nuestra regularidad de actualización semanal. Este era el post que teníamos preparado. Vaya, con tanta humildad como admiración, por los vecinos de Angrois. Y D.E.P. los fallecidos.

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