ELOAR GUAZZELLI
Conocí a Eloar Guazzelli hace diecisiete años en Río de Janeiro, entre fiesta y fiesta. Era ya un o de los mejores creadores de aquel país. Y dibujaba compulsivamente en folios una ciudad imaginaria, de la que desconocía sus límites, que había empezado a atisbar durante el reposo que le exigió una larga enfermedad. Creo que intimamos rápidamente en parte porque había nacido en Vacaria, Río Grande do Sul –era, pues, un gaucho brasileño, dado a la conversación larga y pausada- y en parte también porque vivió muchos años en el Uruguay, a donde su padre, un gran abogado, se trasladó con la familia huyendo de la dictadura.
Había estudiado Artes Plásticas en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul y era también un reconocido animador, premiado en algunos importantes encuentros (más tarde, su tránsito por los festivales de medio mundo sería habitual). Su firma ha estado presente en docenas de revistas de su país, en publicaciones argentinas, y en algunas españolas (“El Ojo Clínico” e “Iparatea”). Yo les hablé de él a los exquisitos editores de Media Vaca y ellos hicieron posible esa maravilla que fue “El arroyo” de Élisée Reclus. Y ahora prepara otro trabajo excelente para ese sello, mientras imparte clases en la Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de Sao Paulo, donde vive desde hace años.
Felipe Hernández Cava