A ella.
14. Todavía hoy despertás muchas cosas en mí… y creo que no te supe valorar lo suficiente. La memoria de esos días en los que me acurrucaba en tu cama las noches de tormenta, o por más que no hubiera tormenta. ¿Te acordás de eso, donde sea que estés? Anoche te soñé. Extraño tanto, tanto tus abrazos, en especial después de que Josefina también me dejó. Te hubiera gustado conocer a tus tres bisnietos y saber que la primera se llama como vos.
13. Hoy fuimos al casamiento de Jazmín… estaba hermosa la nena. Pensamos que no se casaba más, pero por suerte encontró a un buen hombre. ¡Gracias a Dios! Y no sabés todo lo que comimos y lo que tomamos… Menos mal que todavía tengo el estómago de acero de mi juventud. Los chicos nos hicieron bailar a Josefina y a mí, y eso sí que nos destrozó, aunque no me quejo, porque nos divertimos a lo grande. De lo que sí me quejo es de la falta que nos hace el viejo. ¡Cómo se sintió esta noche! Quisiera volver a compartir una tarde juntos, tomar mate, hablar de fútbol y recordar historias, como solamente él sabía.
12. Necesitamos una solución urgente: nuestro matrimonio está en la peor crisis de todas. Espero que podamos salir de ésta… Cada día la amo más, pero después de tantos años juntos uno se da cuenta de que también somos muy diferentes en algunas cosas. Además, cuando discutimos nos ponemos muy nerviosos: yo le grito, ella me grita y después los chicos no paran de llorar. Hay días en los que el hogar es como el paraíso, colorido y feliz, y otras veces la casa se transforma en un infierno total, plagado de fuego y espinas.
11. Ese día lloré un buen rato, de la emoción. María Sol es preciosa y muy chiquita. Cuando Josefina la tenía en brazos me parecía que estaba soñando. Las veía a las dos tan perfectas, rodeadas de regalos y de ese aroma a bebé que no me voy a olvidar más. Encima, gracias al ascenso, vamos a poder terminar de amoblar la habitación de la nena. Y quiero comprarle un montón de juguetes y peluches.
10. “Hasta la muerte”, dijo el cura y sonreía. Supongo que ya vendrán los problemas, pero por ahora sólo pienso en este momento de felicidad, que espero que no se termine nunca. Eso sí: esperamos tener muchos hijos, como en tu familia. Cuando contabas las anécdotas de tu infancia siempre te brillaban los ojitos.
9. Yo te lo había prometido, ¿te acordás? Me costó sueño, dinero y mucho trabajo, pero hoy tengo el título de ingeniero industrial. Este trofeo te lo dedico a vos, viejita querida. Encima Axel me contó que su cuñada anda buscando gente para la empresa, así que parece que en unos días voy a tener trabajo nuevo.
8. Pensé que la otra noche me moría, de la fiebre. Gracias por cuidarme, vieja. Vos estuviste todo el tiempo a mi lado, porque los demás iban y venían. Sos de fierro; sé que lo sabés, pero quiero volver a decírtelo. A vos te debo todo, una vez más te debo todo. Sos enfermera, maestra, confidente, cocinera, dibujante, consejera y tantas profesiones más que casi no se ven pero están; y como si fuera poco sos, por sobre todas las cosas, mi mamá.
7. ¡Otra vez cambiándome de colegio! Ya sé que a mi viejo lo trasladan todo el tiempo, pero estoy re podrido de tener que cambiar de barrio, de compañeros de curso, conocer gente nueva… ¿Te acordás de mis amigos de Córdoba o de Buenos Aires? Casi ni nos hablamos ahora. A veces llamo a alguno por teléfono o me llaman a mí, pero todos se van borrando. ¡Ni siquiera los del club se acuerdan! Igual sé que ellos no tienen la culpa. Espero poder terminar la secundaria y comenzar la facultad de una buena vez.
6. Me sentí rarísimo con la camisa, la corbata y el moño en el brazo: ¡parecía un muñequito de torta cuando me vi al espejo! Lo que pasó es que la señorita dijo que sí o sí teníamos que vestirnos así para tomar la primera comunión. Igual todo salió súper. El vino de la misa era dulce y me gustó, pero algunas chicas dijeron guácala y pusieron cara fea. ¿Te acordás de lo que me dijiste cuando te lo conté, mamá? Que “vamos a ver si dentro de unos años también dicen guácala por el vino”. Igual la mejor parte fue cuando comimos la torta y después cuando salí a vender, digo a repartir las tarjetas de la comunión por el barrio, casa por casa. Junté mucha plata y espero que me alcance para comprarme una pelota de cuero y esos botines que te mostré en el centro.
5. Yo tenía un poco de miedo y me senté hacia atrás, cerca de la señorita. La seño se llama Silvia y es re buena, ma. Vimos la peli “El Rey León” y después me hizo pasar al pizarrón y después me dijo que muy bien. Me gusta la escuela y comer alfajores de leche en el recreo. Mañana tengo que llevar una foto de mi familia, así conocen a mi hermano y también a los cachorritos de Pirucha.
4. ¿No viste mi bolsita, ma? Ah, ahí está. Mirá. Te hice un dibujito para vos. Te puse el pelo verde porque el negro se quedó sin punta y se me perdió.
3. ¿Por qué mienten los nenes, mami? Hoy Tomás me dijo que los Reyes Magos no existen y le di una piña y él me la devolvió. Ahora me duele la boca… Me dueleeee… Este diente me parece se está por caer… A ver… Espero que no duela. ¡Aaaay! ¡Maaaaaaa! Me lo saqué. A la noche lo dejo debajo de la almohada así el ratón Pérez me trae plata.
2. Vamos a casa, mami. Vamos a casa. Me voy a portar bien. ¡La vacuna no, mami! ¿Por qué el doctor es malo? ¡Maaaa! ¡Maaaaaaaaaaaamiiii! Está fría esa cosa que me puso el doctor, ma.
1. ¿Alguien me escuchaaaaa? Está todo muy oscuro acá. Quiero saliiiiiir: ¡quiero nacer! Anoche tuve un sueño que recuerdo sólo en partes —porque era un sueño y, además, soy apenas un bebé—: estaba en un lugar muy lindo y había mucha gente que me hacía cosquillas. También había otros como yo y cada uno tenía una mamá. Yo no encontraba a la mía pero supongo que también tengo. ¡¡¡Quiero conocerla!!! ¿Dónde estás, mamá?
Este homenaje a todas las madres, aparte de leerse como seguro lo hicieron hasta recién, es reversible: según el verdadero orden cronológico de los párrafos.