Antes de meter la mano en materia, tenemos que aclarar el carácter pernicioso de las dictaduras es general, pero un servidor no ha vivido otra que la suya, la guineana, y por eso es la única de la que puede hablar y de la que puede diseccionar sus nefastas consecuencias. El resultado actual de lo que es hoy la no-república de Guinea tiene por causa el anidamiento de un régimen que desnaturaliza las costumbres, personas y la tradición sobre la que asienta el recuerdo de pertenencia a un grupo humano. La dictadura lo mata todo.
Una muestra del carácter virulento de una dictadura, concretamente de la dictadura del general Obiang, es que las comunidades se olvidan de sus señas de identidad. Al desconocer las causas por las que se constituyeron en grupo, y esto es una consecuencia de la alienación vigente, ya no controla los mecanismos de defensa o de supervivencia, creados para ser activados cuando las condiciones externas suponen un peligro para la continuidad de esta comunidad. Así, las comunidades se quedan inermes, a merced de cualquier eventualidad que las menoscabe grandemente. Si cuando hablamos, en Guinea, de comunidad pensamos inmediatamente en los grupos étnicos, una observación somera demuestra que es en el seno de los diversos grupos étnicos donde la dictadura ha causados los estragos más grandes. Los grupos étnicos, como espacios humanos con anclaje en las costumbres heredades y trasmitidas, ya son simple trasunto del pasado al que se recurre para justificar, incluso, los supuestos de la dictadura.
Los ejemplos de los asertos son muchos, pero detengamos en un concepto básico de todas las etnias, como la hospitalidad, y alarguémosla en todas sus acepciones: como ayuda, socorro, acogida, alojamiento, etc. Todas ellas hacen referencia a da un trato a un desconocido que se ingresa en tu comunidad, necesitado de apoyo material o humana por enfermedad, necesidad, o por simple cortesía. Eso ya no se da en Guinea Ecuatorial. En la Guinea ya no se recibe el foráneo si antes no se hace averiguaciones sobre su relación con el poder, o su pertenencia a grupos malquistados con el mismo, como opositores políticos, disidentes. En este caso, quedan totalmente alterados u olvidados los supuestos evocados en la antigüedad por los que se daba acogida a los foráneos. Con la desconfianza como norma de conducta, todo sujeto que se adentra en una comunidad étnica o geográfica a la que no pertenece solamente es acogido según su relación con la dictadura, elemento que pasa a ser un factor integrador, en la mayoría de los casos. En estos casos, quedan postergados o aparcados los supuestos humanitarios de la etnia en cuestión. La dictadura lo envenena todo y en Guinea existe en la calle una expresión simbólica este hecho, puesto inicialmente en la boca del ex presidente del Parlamento y hoy vice Primer Ministro, Salomón Nguema: Si estoy con Dios, no me importan los ángeles.
En estos casos en que se da la primacía a las posibles relaciones del sujeto con la dictadura, las costumbres o prácticas de las etnias, aun las consideradas indispensable, son rechazadas o pierden su preeminencia para dar acogida a las que faciliten la visibilidad de las relaciones con la dictadura. En este sentido, podemos decir que las etnias o comunidades cuyos individuos están más relacionados con la dictadura son las más propensas a perder los valores que antaño constituían la baza de su conducta. Con este aserto, los guineanos pueden dar por seguro de que la jactancia por la pertenencia a una etnia determinada sólo descansa en la evocación del pasado.
Aunque las consecuencias y los soportes ejemplificadores de este nefasto hecho pueden encontrar su discusión en la pura dialéctica, hay casos tangibles de cómo la dictadura ha alterado las maneras de relacionarse de los guineanos. En el pasado, y en las comunidades en que el régimen vigente no anula o destruye su sustrato humano, las personas perseguidas o que son víctimas de represión de la intolerancia de los regímenes represivos encontraban acogida y consuelo en sus comunidades de origen. Hoy es una realidad que difícilmente se puede vivir en Guinea Ecuatorial, donde, cuando se dan estos casos, son los mismo miembros prominentes de estas comunidades ancestrales los que se erigen de delatores de los reprendidos, entregándoles al brazo represor. Eso ocurre entre fang, entre bubis, entre annoboneses y otras etnias playeras. Ahora no importan los valores antiguos que constituían la norma de conducta. Ahora lo que importa es hacer una demostración pública de que en la comunidad de que se trata se obedecen los dictados de la dictadura. O sea, el chivatismo se ha incorporado como una virtud en todas las comunidades guineanas.
Este es el verdadero talón de Aquiles de la sociedad guineana actual, porque impide que se construya un verdadero tejido de inconformismo que se oponga al modus operandi de la dictadura. Por ahí se filtra el pasotismo que alimenta al miedo que se ha asentado en la vida social de Guinea, sentimiento subjetivo e irracional, el miedo, que se ha instalado y ha tomado carta de naturaleza. (El miedo en Guinea tiene otras causas) Y esta instalación se ha producido cuando todas las etnias guineanas han dicho de sí mismas, y han aportado testimonios que lo refrenden, que son valientes, intrépidos, arrojados, etc.
Sobran los ejemplos de la desnaturalización sufrida en las comunidades étnicas de toda la Guinea Ecuatorial, y cada individuo tiene un buen puñado de ellos, que pueden ir citando para comprobar su veracidad. Podemos citar algunas, o no hacerlas. Lo que no podemos dejar de decir es que es urgente la reconstrucción moral del aparato consuetudinario de las etnias para rechazar en ellas las conductas aceptadas por contingencias políticas y someter a discusiones otras que impiden que el hecho étnico se constituya en un freno a la dictadura. Esta será, por otra parte, la única manera de disociar la dictadura guineana de la etnia fang y poner los cimientos para enjuiciar las numerosas acciones criminales de la dictadura desde una óptica multiétnica. Como las tentaciones son muchas, debemos aclarar que no hay ningún ánimo exculpatorio en este artículo. Sólo la evolución que suframos como comunidad permitirá que las acciones deleznables de unos hombres de cierta etnia tengan su correspondiente catalogación en la suma de la desgracia colectiva.
Post Scriptum
La necesidad del planteamiento de una visión multiétnica de Guinea también exige la urgente creación de una red multiétnica que sostenga anímica y materialmente a los individuos que han dado un paso en la denuncia de los excesos de la dictadura. Es una consecuencia de lo expuesto en párrafos precedentes. Y es que la desnaturalización antes mencionada trae como consecuencias la retracción de voluntades individuales que se quieran exponer a una represión irracional. Faltan, por tanto, líderes o portavoces en la comunidad de Guinea Ecuatorial. La constatación de esta realidad es la que reclama la protección de esta disidencia, porque lo contrario sería la guineana una sociedad que lucha consigo misma, que se autodestruye. La rotundidad de esta necesidad es la que reclama la acción conjunta de los políticos de la oposición, que hasta ahora han actuado como si los beneficios futuros de su ejercicio político tienen supremacía sobre los perjuicios de la dictadura del general-presidente Obiang. En romance llevadero, que los males del presente régimen no son nada si se compara con los enormes beneficios de que gozarían los guineanos si el opositor en cuestión alcanza el poder. Y a veces se da la paradoja de que son líderes de la etnia fang. ¿Cómo es posible que entre los nativos de esta etnia existiera el elat ayong para conseguir fines comunes dejara de existir ahora para luchar contra una dictadura tan perniciosa? He aquí un valor étnico caído en desuso a causa de la dictadura.
Es costumbre que la alusión a las etnias despierte suspicacias entre observadores guineanos que juzgan los asuntos de nuestra Historia con desmedido afán inculpatorio. Hay, incluso, mucho ánimo inquisidor. Pero el que esto escrito sabe que a estas alturas de la implantación de la dictadura se de deben abordar todos los temas. No debe quedar en el tintero nada que impida que en la futura reconstrucción de la sociedad guineana se omita ninguno de los problemas que lastran nuestro presente. No vaya a ser que renazca más tarde y ponga en evidencia nuestro miedo a la hora de abordar los temas pilares de nuestra realidad.
Barcelona, 8 de agosto de 2011