Poco queda ya de aquel país que basaba su economía en la comercialización de perlas y la pesca. De aquel Qatar se hablará usando el pretérito. Es un capítulo en su historia. Su presente se explica en cifras. Hoy es el país con la renta per cápita más alta del planeta: 83.000 dólares al año, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Las reservas de gas natural y petróleo son las responsables de su poderío internacional. Qatar es el principal exportador mundial de gas natural licuado (GNL) con el 31% del total de las exportaciones mundiales en 2014, según un informe elaborado por Qatar National Bank. Su riqueza está llamada a convertirse en su gran baza. Billones de dólares se invertirán en transformar el país en referencia mundial. Será en 2022, ya convertido en sede del mundial de fútbol.
¿El fin de la era del petróleo y del gas?
Qatar ha sido para el colectivo mundial una potencia petrolera y gasística, una bestia que arañaba a su subsuelo billones de dólares al año. Su hegemonía mundial en el sector energético no conocía rivales. Sin embargo, un acuerdo anhelado por la comunidad internacional podría poner en jaque su liderato. Irán cede y se compromete a no enriquecer uranio con fines militares a cambio del levantamiento de sanciones económicas que mantienen ahogada su economía.
La firma de este acuerdo sitúa a Irán en el tablero y con él, las segundas reservas de gas natural licuado más importantes del mundo, por detrás de Rusia. Pero no será el único dolor de cabeza para los países del Golfo, incluído Qatar. Las últimas noticias lo corroboran. La caída del precio del petróleo es un hecho consolidado. Arabia Saudí, el mayor productor de la OPEP, se niega a dejar de extraer petróleo y mantendrá su producción de crudo. Su estrategia pasa por demostrar que el «fracking» no es rentable.
El emirato se niega a seguir dependiendo económicamente de sus reservas. De hecho, las cifras macroeconómicas arrojan la puesta en marcha de una nueva economía que apuesta por la diversificación. En el primer trimestre de 2015 la economía qatarí creció un 4,1% respecto al año anterior. Un crecimiento en el que la construcción, los servicios financieros, la industria manufacturera y el sector servicios fueron los verdaderos protagonistas. Por su parte, el sector de los hidrocarburos se contrajo un 0,1% como consecuencia de la menor producción de crudo y de las paradas de mantenimiento en las instalaciones de gas.
Un sueño mundial
Dotar a la capital, Doha, de todo lo necesario para acoger la Copa del Mundo de fútbol en 2022 está siendo el gran reto del país. Qatar invertirá alrededor de 200.000 millones de dólares en proyectos relacionados con la Copa del Mundo 2022, según un informe de Deloitte de 2013 que ha sido publicado por Oxford Business Group. De ellos, se espera que 140.000 millones sean invertidos en infraestructura de transporte, incluyendo un nuevo aeropuerto, carreteras y el metro de Doha, y 20.000 millones en infraestructura turística. Qatar 2022 contará con un total de 12 estadios; nueve de ellos nuevos y tres remodelados, todos con un especial aire acondicionado para combatir las altas temperaturas. El gasto total de esta inversión en estadios rondará los 4.000 millones de dólares. Un dato llamativo teniendo en cuenta el total de lo invertido, según informa América&Industria.
La mayor partida, por tanto, será la destinada a infraestructura. Son tres los grandes proyectos que el emirato ha puesto en marcha de cara a la cita futbolística: el nuevo aeropuerto internacional, el puerto y el metro de Doha. El primero de ellos, ya concluído, supuso el desembolso de 15.000 millones de dólares. El Nuevo Aeropuerto Internacional Hamad es el segundo mayor aeropuerto en tráfico de pasajeros del golfo Pérsico después de Dubai.
Para dar un empujón a la industria de la exportación y satisfacer las necesidades comerciales del país, el emirato ha puesto en marcha la construcción del nuevo puerto de Doha. Este megraproyecto, además del puerto, prevé construir una nueva base para las Fuerzas Navales y una zona económica que será conocida como QEZ3 (Qatar Economic Zone 3). Un conjunto portuario cuyo coste se estima en 7.400 millones de dólares y cuya inauguración se prevé para 2016.
Sólo faltaría por apuntalar la comunicación terrestre. Una cuestión que no ha sido olvidada por Qatar. La capital contará con cuatro líneas de metro. Será en 2026, fecha en la que se habrán terminado las obras de toda la red proyectada. Cubrirán el área metropolitana de Doha y conectará con los principales centros de población. Funcionará principalmente bajo tierra, salvo en la periferia, donde las líneas operarán a nivel del suelo o elevadas. Según Abdullah al-Subaie, director gerente de Qatar Railways Company, el proyecto costaría al país 36.000 millones de dólares. Se emplearán 1,2 millones de toneladas de hierro en su construcción.
Cuando Qatar despierte del sueño mundialista, toneladas de acero y hormigón quedarán para la posterioridad en su territorio. Dependerá de la capacidad de gestión del emirato que la gran inversión realizada revierta en beneficios para la sociedad qatarí. El reto, en definitiva, no es llenar estadios más allá de 2022, sino sacar partido a un país obligado a reinventarse para seguir siendo el más rico del mundo.