
Cualquiera diría que los de Podemos quieren educar a nuestros hijos por nosotros. Quizá alguien de Podemos o de un progresismo cercano haría un gesto displicente, sólo un gesto, acompañado de la típica sonrisa de la presupuesta superioridad moral, al escuchar esta frase inicial. No hace falta mucho más.
Es como una acusación de abuso patrocinada por Me too. Es la nueva ley o la antigua ley (costumbre, más bien) de la superioridad moral, el dogma que hace las veces de cortina de interrogatorio, llevada más allá del límite conocido. Parece ser que nos quieren reeducar. Los de Podemos y también los de este PSOE alipórico, con Carmen Calvo a la cabeza.
Yo cuando escucho o digo “reeducar” siempre me acuerdo de El último emperador, y de esa imagen final de la película de Bertolucci, en la que el reeducado antiguo emperador, el jardinero Puyi, sesenta años después, en la plenitud del maoísmo, visita la Ciudad prohibida, el lugar donde nació, y observa su trono desde fuera del cordón que lo rodea como un turista más.
Los nuevos podemitas, una vez liquidados los viejos por el líder supremo, parecen presumir inconscientemente de una suerte de maoísmo gracioso, como si jugaran con él. Como si jugaran con armas cargadas que no parece reconocer tanta gente como quizá debería. A Pablo Iglesias, el líder supremo, le debe de hacer mucha gracia esto. Debe de ser como para un león adulto ver jugar a pelear a sus cachorros. Pero claro, los cachorros no saben ni lo que hacen (dicen). El león sí.
El león, el líder supremo, tiene una hemeroteca como para exiliarse en el caso de que llegue a tocar de algún modo el poder. Esos cachorros, como Isabel Serra (hermana de Clara), repiten una y otra vez la doctrina (que es lo que dejaron de hacer las Bescansas y los Errejones) y con toda su inocencia y toda la torpeza de su inocencia vienen a dejarnos claro lo que se pretende, sin que ni siquiera lo sepan ellos.
Es como ese programa de televisión donde les pedían a los niños que explicaran cosas de adultos con risas grabadas de fondo. Podía ser una cosa muy graciosa siendo el conductor Bertín Osborne, lo que no es lo mismo si el conductor es Pablo Iglesias.
Isabel, “Isa”, Serra le ha dicho a Rocío Monasterio que la educación que Podemos defiende es aquella que tiene como objetivo proteger a los niños de padres como ella. Yo nunca había sentido tan cerca la fuerza de la reeducación maoísta. Juego de niños.
He visto, además de un maoísmo de juguete, la demencial dictadura de una suerte de incruentos jemeres rojos de juguete: los niños escogidos que por su juventud no están contaminados por la cultura o su experiencia y pueden decidir sobre la educación de los hijos de los demás. A mí, Isa Serra me ha recordado a uno de esos niños. Los niños que quieren educar a nuestros hijos bajo los dictados del líder supremo.
Esos niños como Isa que miran igual que adultos crueles, que juegan a ser adultos crueles (una apariencia de modernidad sustituye hoy a esa crueldad) mientras el líder sonríe como si estuviera viendo jugar a sus cachorros. He pensado en un mundo controlado por «Isas» y me he imaginado vestido de obrero maoísta, como Puyi, observando la educación de mis hijos desde fuera del cordón para los turistas.