El pasado miércoles 23, tuvo lugar la conferencia pronunciada e interpretada por el siempre genuino, histriónico e incombustible dramaturgo español, Fernando Arrabal, en el Salón de actos del Centro Cultural Conde Duque, de Madrid. El escritor español vivo más universal aportaba al ciclo “Encuentro con lo sutil” su propio testimonio, bajo el título: Qué hice al dios Pan para ser el único superviviente de los cuatro avatares de la modernidad.
Arrabal, una vez más, pronunció su conferencia magistral paseando (vestido con kimono chino negro, con bordados y puños dorados), mientras reivindicaba la incorporación de la ciencia a la poesía, a través de sus oníricos y lúcidos argumentos. En su personal discurso se dieron la mano lo sagrado con lo escatológico, el trotskismo con el surrealismo, la teoría de los conjuntos con los sonetos, las divinas felatrices y las mujeres santas… Igualmente, Arrabal disertó sobre la riqueza y pobreza paradójicas del artista, poniendo como ejemplo a sus amigos Samuel Beckett, Milán Kundera, René Magritte, Roland Topor, André Bretón, o Max Ernst, entre otros. Igualmente evocó las figuras femeninas de Nadezhda Krúpskaya, esposa de Lenin, o la inteligentísima madre de José Stalin, Yekaterina Gueladze.
En el último tramo de su comparecencia, Arrabal desgranó sus impresiones y relaciones con los dos pintores españoles más universales del siglo XX: Pablo Picasso y Salvador Dalí, sobre los que vertió originales comentarios (siempre polémicos y provocadores), a la par que compartió con su público sabrosísimas anécdotas sobre los dos pintores. Muy pronto se estrenará en el Teatro Español de Madrid, con dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente, su última obra “Dalí versus Picasso”, en la que el autor cuestiona que el famoso Guernica, fuera pintado como denuncia del infame bombardeo nazi sobre la simbólica localidad vasca, ya que fue pintado antes del mismo.
La calidez de un auditorio repleto de asistentes (a la misma hora que se transmitía en TV un partido del Real Madrid) llegó a conmover a Fernando Arrabal, quien al final de su intervención terminó emocionándose (algo que no suele suceder en sus comparecencias públicas), a la par que el numeroso público le arropaba con un largo y cálido manto de aplausos.
Foto: José Manuel Ocaña